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Una confesión furtiva y un zorro colgado sobre la tumba de Manuela Chavero

Un guardia civil reitera que Eugenio, acusado del asesinato de su vecina en un pueblo de Extremadura, reconoció una relación sexual con la víctima. A esto se aferran las acusaciones para pedir la prisión permanente revisable

Agentes de la guardia civil custodian la entrada a una finca en la que fue hallado el cuerpo de Manuela Chavero, en 2020.
Agentes de la guardia civil custodian la entrada a una finca en la que fue hallado el cuerpo de Manuela Chavero, en 2020.EL PAÍS
Patricia Peiró

Un ganadero extremeño llamado Miguel Ángel alquiló entre 2016 y 2017 a Eugenio D. su finca para sus cerdos. Un año después, regresó a la misma finca a por madera de sus encinas. Ahora recuerda que, cuando llegó, vio que en un extremo del terreno había tierra movida y varios elementos de obra alrededor. Algunos ladrillos, piedras y bolsas. Eugenio le contó que tenía pensado echar hormigón sobre esa zona para hacer un bebedero de vacas. Miguel Ángel tampoco olvida el zorro muerto colgado de una de las ramas que pendía justo encima de esa tierra. “Eso se hacía antiguamente para alejar a las alimañas, pero ahora ya no lo hace nadie, solo gente cavernícola, nadie quiere a un animal ahorcado en medio de su finca”, ha señalado. Lo que había bajo el zorro era el cuerpo de Manuela Chavero, la vecina de Eugenio, desaparecida desde 2016.

Ocho años después de que se perdiera el rastro de esta mujer de Monesterio, un pueblo de 4.000 habitantes de Badajoz, Eugenio se sienta frente a un jurado popular que tendrá que decidir si mató a Manuela o si esta murió fruto de un accidente, como él sostiene. No solo eso, también deberán determinar si la asesinó después de violarla. De la respuesta que den a esta última pregunta dependerá que Eugenio pueda ser condenado a prisión permanente revisable.

Para convencer al jurado de que el motivo del homicidio fue ocultar la agresión sexual, las abogadas de la acusación y el fiscal cuentan con el comentario que, según los investigadores de la Guardia Civil, el acusado les hizo cuando estaban haciendo la reconstrucción del crimen. “Me pidió separarnos un poco del grupo, hablaba muy bajito, yo pensé que me estaba diciendo que quería ir al baño, pero me dijo: ‘Si hay semen, es mío’. También especificó que las relaciones sexuales habían sido consentidas”, ha explicado este martes el agente de la Unidad Central Operativa (UCO). El abogado de la defensa alega que esta declaración nunca se produjo y que, aunque hubiese sido así, tampoco se puede considerar una prueba válida. “La secretaria judicial no reflejó esa frase en su acta”, ha señalado a la salida de la sesión.

El caso Manuela Chavero refleja el empecinamiento de los investigadores y también de la familia de Manuela para que su desaparición no pasara a engrosar la lista de asuntos sin resolver. La mujer, de 42 años, se esfumó de su chalet en la madrugada del 5 de julio de 2016. Cuatro años y medio después, los agentes detuvieron a Eugenio, vecino del pueblo, que tenía una casa a apenas solo dos números más allá de la vivienda de la víctima. Durante todo ese tiempo, él siguió haciendo una vida perfectamente normal en el municipio, mientras la familia Chavero seguía moviendo cielo y tierra para que la desaparición de su Manoli, como la llamaban todos, no cayera en el olvido.

Los investigadores de homicidios se centraron en Eugenio dos años después de la desaparición de Manuela, después de descartar otras vías como la del exmarido y otras parejas. “Nos extrañó que, tanto tiempo después de ese día, él recordara perfectamente lo que había hecho”, ha recalcado uno de los agentes. Investigaron su entorno y se hicieron una idea de la personalidad de ese vecino, un tanto extraño, poco sociable y al que algunos allegados definieron como “vengativo y absorbente”. Los guardias revisaron hasta la saciedad las escasas imágenes de videovigilancia de la zona, y en la de la gasolinera parecía que se veía un vehículo que podría corresponder con el del sospechoso. En ese coche se hallarían después restos biológicos en el asiento del copiloto.

Pero además, los agentes también revisaron los consumos eléctricos de la casa de Eugenio, esa que apenas usaba porque vivía en otro piso del pueblo que había pertenecido a su padre. Observaron que la madrugada de la desaparición de Manuela, en un intervalo muy concreto, la electricidad volvió a activarse. Los investigadores creen que ese lapso de 15 minutos fue el que Eugenio empleó para matar a la víctima y después la trasladó hasta su finca.

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Cuando la Guardia Civil detuvo a Eugenio, en septiembre de 2020, y este les condujo al cuerpo, los agentes hallaron lo que quedaba de Manuela, sus huesos envueltos en una sábana del acusado. Él asegura que la desnudó para que las alimañas no tiraran de la ropa. Para los investigadores, la víctima estaba desnuda por otro motivo. “La única explicación lógica es un delito contra la libertad sexual de esta mujer”, han aseverado en la vista oral que se celebra hasta el viernes en la Audiencia Provincial de Badajoz.

Para apuntalar el móvil sexual, también ha comparecido una mujer en el juicio, que conoció al acusado cuando mantuvo una relación con un amigo de este. A pesar de eso, ha explicado que el hombre se obsesionó con ella, hasta el punto de que un día lo encontró en la puerta de su casa, a una hora y media de Monesterio, cuando ella volvía de trabajar. “Me agarró del brazo y me dijo que hasta que no fuera suya no me iba a dejar”, ha asegurado. Los investigadores de homicidios también se entrevistaron con mujeres que habían tenido relaciones con él y les contaron que habían sido violentas. Además, encontraron en su móvil imágenes de sexo muy duro y conversaciones en las que pedía a prostitutas ese tipo de prácticas sexuales.

El jurado tiene delante de sí la disyuntiva de si Manuela se cayó y golpeó la cabeza o bien fue víctima de la última obsesión de un vecino que trataba a las mujeres como objetos.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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