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Epílogo con épica de Rafael Amargo en su juicio por narcotráfico: “Soy bandera y baluarte de España”

El juicio por narcotráfico contra el bailaor y otros dos acusados queda visto para sentencia y el juez acuerda su puesta en libertad hasta que haya resolución

Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos, el socio de Amargo, Miguel Ángel Batista, y el abogado de Amargo, Marcos García Montes, en la Audiencia Provincial de Madrid.
Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos, el socio de Amargo, Miguel Ángel Batista, y el abogado de Amargo, Marcos García Montes, en la Audiencia Provincial de Madrid.DANIEL GONZÁLEZ (EFE)
Patricia Peiró

“Le pido al juez que me deje hablar porque voy a decir la verdad y toda la verdad jurando ante la Carta Magna”. Así ha empezado este viernes una declaración excesiva y arrolladora, como no podía ser de otro modo tratándose de Rafael Amargo. Parecía que ni necesitaba a su letrado, Marcos García Montes, para deslumbrar con un monólogo en el que no han faltado ni el sexo, ni las drogas, ni el flamenco. La fiscalía pide para él nueve años de prisión por narcotráfico. Lo que él pide es que lo dejen “ser brillante como ser humano”. Amargo ha asegurado que le están haciendo mucho daño y que cree en el karma y lo ha dicho mirando a la fiscal. Su letrado ha pedido calma muchas veces. “Es que tengo unas ganaaaas”, ha sido el estribillo de la declaración del bailarín.

Llevaba toda la semana en silencio, esperando su momento, a pesar de que ya el primer día de la vista oral el magistrado lo tuvo que conminar a no hacer comentarios en voz baja cuando no le tocaba. Este viernes, Amargo se ha sentado erguido frente al tribunal que le juzga en la Audiencia Provincial de Madrid por traficar, supuestamente, desde su casa en el céntrico barrio de Malasaña. En el banquillo de los acusados lo acompañan el productor de su última obra teatral, Eduardo de Santos, y un colaborador llamado Miguel Ángel Batista, alias Cubita, al que la policía señala como “chico para todo” del bailarín.

Amargo se ha sentado en el centro de los tres acusados, símbolo del papel principal que tiene él en este proceso y que él mismo ha verbalizado:

—Ya que soy, mediáticamente, el protagonista, merezco hablar.

Y ha hablado como un torbellino. El artista ha asegurado que la policía le “tenía ganas” desde hace mucho, que él nunca ha repartido droga, sino su “generosidad y arte” y que ha abierto su casa “a todo tipo de personas” porque él no tiene prejuicios. El artista ha recordado el día de su detención, en diciembre de 2020, dos días antes de estrenar el espectáculo teatral Yerma en el teatro de La Latina. El relato de unos minutos trepidantes que ha incluido comedia, drama y suspense.

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“Yo iba corriendo hacia el teatro, iba a coger un taxi y me llama Tontxu —el cantante— y me dice que la prensa dice que estoy detenido en [la comisaría de] Leganitos. Yo le digo que estoy yendo al teatro y había uno a mi lado y le dije que se pusiera a la cola para coger un taxi. Resulta que era un policía que venía a detenerme. Me llevan a casa y me pregunta un policía que quiénes son los grandes —refiriéndose supuestamente a los que le suministran la droga— y yo empecé a decir: pues Paco de Lucía, Severo Ochoa... Todo esto delante de Candidito [Conde Pumpido, su primer abogado]”.

Su narración se ha parecido mucho a la que desplegó dos días después de ser puesto en libertad en 2020, cuando pronunció la ya icónica frase: “De mi casa nadie se va con más droga que llevó”. Pero esta, además, ha estado adornada por supuestas citas entre policías y “prostitutos” que iban a su casa a “copular”. El magistrado le ha advertido de que se ciñera al objeto que se está juzgando, a lo que Amargo ha respondido: “Bueno, yo se lo cuento, para que a usted se le quede en la memoria”. Ante una nueva solicitud de calma por parte del juez, el acusado ha replicado: “Ya le he dicho que soy muy teatral”. Lo que no es, y ha repetido varias veces, es un “loco”. “Él sí, pero yo no”, ha afirmado refiriéndose a otro acusado, De Santos, quien ha alegado trastornos mentales y discapacidad en el juicio. A la tercera, De Santos le ha pedido que dejara de llamarle loco.

Amargo no se ha dejado nada dentro. Ha restado importancia al hecho de que encontraran popper en su vivienda: “Eso es un dilatador anal y yo soy activo, no pasivo. No era mío”. El bailarín ha aducido que ha tenido problemas de drogodependencia, pero que nunca ha sido narcotraficante. “Es una palabra que no me cabe en la boca”, ha remachado. Y se ha emocionado cuando ha explicado que desde que ingresó en la prisión de Soto del Real, hace cinco meses, participa en Proyecto Hombre y que ahora mismo es el “cañón del Colorado”. También ha reconocido que, si está en prisión es “por imbécil”, al no haber ido a firmar al juzgado cada 15 días como marcaban sus medidas provisionales.

El bailarín se ha lamentado de que él, que ha actuado en el Metropolitan y en la ONU, tiene que volver a empezar de cero en su carrera profesional. “Soy bandera y baluarte de España”, ha defendido. También ha asegurado que en este tiempo ha tenido que renunciar a una oferta de Bollywood —la industria cinematográfica india—. “Han matado a una familia. A mi hijo le dicen que ya no mete goles porque su padre es narcotraficante. Si usted tiene hijos, comprenderá el dolor”, ha dicho mirando al juez.

Este es el epílogo de una tragicomedia que comenzó en 2020 y que ha culminado, si no hay giros de guion, con esta vista. En unas semanas, el tribunal emitirá una sentencia que puede llevar a Amargo a permanecer en la cárcel o, como él espera, a volver a dedicarse al arte. Al término de la vista oral, el juez ha concedido a Amargo y a De Santos la libertad provisional, de la que ya disfrutaban hasta que dejaron de acudir a firmar al juzgado. En la calle esperarán la decisión final.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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