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Las escuchas policiales de Rafael Amargo: “No hay nada en todo Madrid, solo tengo un gramo y es para mí”

La sesión del juicio en el que el bailarín afronta nueve años de prisión por narcotráfico ha estado dedicada a escuchar horas de llamadas que su defensa quiere que no se admitan como prueba

El bailaor Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos y el socio de Amargo, Miguel Ángel Batista (i), en el banquillo de los acusados en la Audiencia Provincial de Madrid.
El bailaor Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos y el socio de Amargo, Miguel Ángel Batista (i), en el banquillo de los acusados en la Audiencia Provincial de Madrid.DANIEL GONZÁLEZ (EFE)
Patricia Peiró

Son 14 discos de audio los que contienen horas y horas de conversaciones telefónicas de Rafael Amargo y los otros dos hombres que se sientan junto con el bailarín frente al juez acusados de tráfico de drogas. En la sesión del juicio de este jueves en la Audiencia Provincial se ha podido escuchar una pequeña parte de esas charlas, fruto de la intervención telefónica autorizada por un juez después de que en abril de 2020 la policía recopilara indicios del delito. Para la acusación ejercida por la Fiscalía es una prueba clave que demuestra el negocio ilícito del bailarín; para las defensas, se trata de conversaciones que muestran su consumo propio y aduce que son extractos interpretados por la policía. El abogado de Amargo, de hecho, ha pedido la nulidad de esta prueba.

En la sala se ha podido escuchar un intercambio con un supuesto cliente.

—Estoy muy nervioso, quería un poco.

—Estoy buscando por todo Madrid y no tenemos nadie — le responde el bailarín.

—¡Ah! Vale, vale. Si era para dar un par de caladillas.

—Lo que te digo es verdad, solo tengo un gramo y es para mí — zanja Amargo.

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La investigación comenzó en 2020, cuando la policía nacional desplegó un dispositivo en el centro de Madrid para identificar posible tráfico de drogas en plena pandemia. En este operativo detectó un portal del barrio de Malasaña en el que había trasiego y del que vieron salir a un hombre al que luego requisaron estupefacientes. Las pesquisas se prolongaron durante siete meses, hasta que en diciembre de ese año se detuvo a Amargo y los otros dos acusados. También se arrestó en un primer momento a la pareja del bailarín, pero finalmente su causa quedó archivada. El artista quedó en libertad, pero tres años después la policía volvió a detenerlo porque sus vecinos denunciaron que su vivienda seguía siendo un narcopiso. Hace cinco meses ingresó en prisión después de no cumplir con la firma cada 15 días que le impuso el juez como medida cautelar.

En las conversaciones que se han podido escuchar, no hay menciones explícitas a las drogas con las que la policía asegura que traficaba, aunque esto es algo habitual en este tipo de investigaciones. Tan solo hay un momento en el que una mujer habla de “tusi”, la conocida como droga rosa. Para la acusación, estas charlas encajan en el puzle que sitúa a Amargo como cabecilla de un entramado que distribuía estupefacientes en Madrid, al menos, desde 2020. “Escríbeme por Whatsapp y te mando algo”, le dice Amargo a otro interlocutor. Hacer los pedidos por Whatsapp es una medida de seguridad de algunos investigados, conscientes de que es una red de mensajería más difícil de rastrear que las llamadas.

Junto a Amargo se sienta Eduardo de Santos, su productor artístico, y un hombre apodado Cubita, al que la investigación policial sitúa como “hombre para todo” de Amargo. “Ahora te mando a Cubita, que es un chico al que tengo en la empresa, que es divino”, le dice el bailaor a un supuesto cliente. “Tengo a este repartiendo”, se le escucha en otra llamada. Para este presunto colaborador, la Fiscalía solicita seis años de prisión.

En otro extracto emitido en el juicio, Amargo habla con otro presunto cliente al que afirma querer mucho. Este le dice que pasa muchas veces delante de su portal pero que no llama al interfono por no molestar. El bailarín vuelve a insistir en el tema de la escasez:

—No hay nada en todo Madrid, pero yo te puedo dejar a cuarenta y cin...

—Lalalalala...—le corta su interlocutor para que no acabe la frase — Me ducho, paso por el banco y voy a tu casa.

También se han escuchado charlas entre De Santos y Amargo. En una conversación hablan sobre el posible alquiler de “un almacén”. La policía declaró en anteriores sesiones que su conclusión era que ambos acusados querían montar una lavandería en el barrio de Malasaña para que sirviera como tapadera de su negocio ilícito. En otra llamada, Amargo pide a una mujer hablar con otro hombre: “Dile que a ver si me puede conseguir algo. Una cantidad grande, que necesito ganar dinero”. Los investigadores policiales concluyeron que los dos acusados dedicaron los beneficios de su tráfico de drogas a financiar la obra teatral Yerma, que iban a estrenar en Madrid dos días después de la detención de ambos.

Durante la sesión, los acusados han escuchado atentamente y han sonreído en algún momento. Amargo, como ha hecho otros días, se ha girado para lanzar guiños a los familiares que lo acompañan en la sala. Entre ellos, se encuentra su mujer que desde el primer día lleva una chaqueta con un mensaje en el que clama por la inocencia de su esposo.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.
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