Pedro Cano retrata la crudeza de la migración y la expone en Madrid
El artista murciano inaugura la exposición ‘Siete’ en Casa de Vacas en el Parque de El Retiro
Pedro Cano (Blanca, 79 años) pinta la migración al óleo. Lo hace porque le intriga el movimiento, los viajes, la curiosidad por conocer tierras nuevas, las necesidades y los dolores humanos. Lo pinta en grande y a blanco y negro para que atrape la mirada. “Aunque queramos cerrar los ojos, todo este mundo está metido dentro de nosotros”, dice el artista murciano, de pie, frente a uno de los siete enormes trípticos a blanco y negro que hacen parte de la exposición Siete, que se ha inaugurado en Casa de Vacas en el Parque de El Retiro este jueves y que estará abierta hasta el 22 de octubre. Cano no cierra los ojos; al contrario, casi ni parpadea mientras explica, una a una, las historias detrás de los siete trípticos: Juego, Trabajo, Bicicletas, Interior, Salto, Espera y Cargo. La exposición Siete gira alrededor de los temas que han marcado la vida y obra de Cano. Hay de todo un poco, pero los migrantes son un tema recurrente. Los pinta esperando, sentados al filo de un muro o cargando sus pertenencias u otros cuerpos.
- ¿Por qué le interesa tanto?
- Creo que el mundo entero, desde que ha nacido, está en movimiento. La gente se ha movido siempre. Tenemos el viaje de Ulises, que sale a explorar tierras nuevas y por saber qué hay más allá.
El pintor hace una pausa y añade que “no todos los movimientos se hacen por gusto”. Lo sabe de primera mano. Cano ha viajado por el mundo durante toda su vida y ha visto deambular por las calles a personas que lo han dejado todo. También ha vivido en Italia la mayor parte de su vida y ha seguido, a través de la prensa y los telediarios, la llegada de las embarcaciones con hombres, mujeres y niños que arriban a las costas del sur buscando un futuro mejor. Todo eso lo ha plasmado en lienzos, papeles artesanales y más de un centenar de cuadernos que lleva en sus travesías. “Siempre llevo un cuaderno, lápices y una caja de acuarelas... Pintar es una forma de comunicarme con la gente, los niños se acercan, las familias me invitan a un café”, afirma. Una parte de ese acervo se expone en Siete. “Me gustaría que la exposición fuese también una reflexión sobre el dolor y la dificultad”, dice Cano.
Siete se expuso por primera vez en 2019 en la Sala de Verónicas, en el antiguo Convento de Verónicas en Murcia. Para entonces, los críticos reseñaron que los trípticos, pintados entre 2017 y 2019, no se limitaban a brindar “placer estético”. El periodista cultural Antonio Arco, por ejemplo, escribió: “Estamos ante una exposición que no oculta su vocación de grito mudo, su temblor ante tanta injusticia, su malestar profundo, su denuncia sincera y honesta, las lágrimas reprimidas, la incomprensión”. El crítico Quique Martínez Hueso añadió: “Siete te conmueve. Te hiela”. Ahora, la muestra aterriza en Madrid y llega enriquecida con obras nunca antes vistas. Siete ya no es solo los trípticos, sino los dibujos de sus cuadernos y otras piezas que ha creado en la última década. En esas obras, expuestas en uno de los pasillos de Casa de Vacas, aparece, de nuevo, el movimiento humano, ahora pintado en acuarela, tintas, carboncillos y lápiz de color. “A estas piezas las une [el concepto] del dolor, la obligación que tiene la gente de moverse, aunque no quiera”, dice.
La muestra la remata una especie de mosaico que representa un edificio destruido por la guerra. “Es Kiev”, dice. Pero no es la capital ucrania en 2023 ni en 2022: “Encontré una fotografía de la Segunda Guerra Mundial [específicamente, de la Batalla de Kiev de 1943] y decidí pintarla en trocitos pequeños de papel”, afirma. Reconoce que puede confundirse con la actual invasión de Ucrania, pero añade que lo mismo puede pasar con otras piezas de la exposición. Los dibujos de hombres sobre una valla puede remitir a la tragedia de Melilla de 2022, pero también puede aplicar para los dramas de la frontera entre Estados Unidos y México. Al igual que las obras de hombres y mujeres cargando cuerpos pueden conectar al espectador a escenas de cualquier rincón del mundo. “La exposición es, de cierta forma, premonitoria. Cuando hice esto no habían pasado las últimas tragedias, pero se venían momentos difíciles para toda la gente que tiene que dejar su casa”, comenta Cano.
El movimiento que ha inspirado sus pinturas no solo está en el mundo, sino en su propia historia. “Uno de mis abuelos le gustaba mucho viajar al norte de África. El otro, era un trashumante que llegó al sur con un grupo de ovejas desde Castilla”, relata Cano. Él también ha andado por el mundo, ha estado en India, Marruecos, Grecia, Turquía, Irán, Jordania, Yemen y en varios países de Europa y América Latina. “He tenido la suerte nunca estar encerrado”, celebra.
Su último viaje fue a Israel y uno de los próximos será a Italia, para ser parte de una nueva exposición. Cano aún se mueve, como los personajes de sus pinturas; pero ya busca algo más de calma. Acaba de vender su casa en Roma y ahora frecuenta su hogar en Blanca, donde se siente más tranquilo para poder pintar.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.