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Hallados los cadáveres de una pareja con signos de violencia en el distrito de Moratalaz

Los vecinos alertaron de un “fuerte olor” que salía del interior del domicilio y la Policía no descarta que se trate de un crimen de violencia de género

Cadáveres Moratalaz
Una vecina mira desde el balcón de su casa a los agentes de la La Policía Nacional frente al domicilio del distrito madrileño de Moratalaz donde se han hallado los cadáveres.Sebastian Mariscal Martinez (EFE)
Elena Reina

Los cadáveres de una pareja, ella de 51 años y él de 62, han sido encontrados este jueves en el interior de un piso en el distrito obrero de Moratalaz. El “fuerte olor” que salía del interior del piso alertó a los vecinos, que han llamado a la policía alrededor del mediodía. Un fuerte dispositivo de bomberos y policía ha blindado la entrada al bloque de viviendas ante la estupefacción de los vecinos del barrio, que durante horas —la policía científica seguía analizando la escena cuatro horas después— especulaban con quiénes serían esos dos fallecidos. Cómo era posible que sucediese algo así en sus narices, que nadie se hubiera dado cuenta. No fue hasta que el hijo se bajó llorando de un coche negro que algunos empezaron a atar cabos.

— Yo me figuro quiénes son…

Llevaban muertos ”varios días”, ha informado la policía. Al menos ella tenía signos de violencia. Por eso las autoridades no descartan que se trate de un crimen de violencia de género, aunque insisten en que antes de la autopsia, que se llevará a cabo este viernes, todas las hipótesis están abiertas.

Una furgoneta fúnebre esperaba en la entrada del bloque de viviendas de la calle Félix Rodríguez de la Fuente. “Graba, niña, graba”, comentaba una vecina a otra más joven que sostenía fijo el teléfono y registraba cualquier movimiento, cómo los trabajadores de la funeraria sacaban sábanas, cómo el hijo entraba acompañado de los agentes a la escena del crimen.

“Apunta ahí que esto no es el mismo barrio, que eso nos da mala fama“, convenía en explicar una vecina en bata y chanclas, que había bajado unas sillas de plástico, taburetes, al perro y botellas de agua. Resulta que la calle divide dos realidades, cuenta más tarde: una, a la que ella y todos los que esperan sentados pertenecen, llamada El Ruedo, que es una mole enorme de 446 viviendas, como una plaza de toros cerrada de ladrillo rojo —“o una cárcel“, apunta otra— y ventanas de medio metro; y otra: los de los pisos privados. “Los muertos son ahí”, insiste en puntualizar. Y aunque los separe una acera, unos escasos 20 metros, “yo creo que se considera hasta otro barrio, fíjate”.

En El Ruedo viven cientos de familias humildes que no han podido comprarse una casa. Es vivienda pública. En frente, los que poseen una. De manera que a unos y otros los divide mucho más que una calle. “Siempre se dice que lo malo pasa aquí. Pues fíjate qué desgracia“, resume.

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”La gitana vieja no me deja hablar. Pero yo ya sé quiénes eran“, apunta una chica joven aplicando una omertá por defecto. “Un hombre grande, alto, calvo, estirao“, cuenta cuando se va la mujer mayor.

El hombre que se lo figuraba, al ver llegar al hijo, se dio la vuelta y se metió al Ruedo. Llevaba los ojos llorosos por las escaleras y no quería hacer ningún comentario más. “Los conocía, vaya, los conocía. Llevaban viviendo aquí muchos años”, llegó a repetir. No quiso ver nada más, aunque llevaba frente al portal, como otra decena de vecinos, todo el día. Tampoco sabía bien a qué se dedicaban. Tienen al menos dos hijos, uno, el que ha reconocido sus cuerpos, y otra hija.

Hacia las 20.00 horas los vecinos se arremolinaban en la de en frente de la furgoneta de la funeraria para no perderse un detalle del crimen que ha sacudido al barrio. “Siempre saludaba”, “pues a mí no“, “pues a mí sí la verdad, bebía en el chino y se ponía a hablar con mi padre...”, se escuchaba que comentaban. “Escúchame que te alquilo la ventana un rato si quieres hacer bien la foto”, bromeaba un joven con riñonera.

Por el momento, las causas de la muerte son un misterio. La policía no ha dado más información ni del momento del suceso ni del posible móvil. En El Ruedo seguían especulando cuando sacaron los restos y enfilaban la rotonda.

La muerte doble de Moratalaz ha recordado a otra a casi 500 kilómetros al sur. En el municipio sevillano de Osuna (17.442 habitantes), la Guardia Civil investiga el hallazgo de los cadáveres de una mujer de 41 años y un hombre de 77 en avanzado estado de descomposición en una vivienda. La pareja llevaba poco tiempo residiendo en la localidad, según fuentes de la Guardia Civil y los resultados preliminares de las autopsias determinan que ambos fallecieron debido a causas violentas. El varón, de nacionalidad española, presentaba marcas de numerosos golpes y fracturas en el torso, la cabeza y los brazos, lo que evidencia indicios de tortura. Ella, de nacionalidad ucrania, falleció por asfixia.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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