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“Ver, oír y callar”, así era el mundo del matrimonio detenido por maltratar a sus ocho hijos en Madrid

La investigación judicial recoge que ver la tele, leer un libro o abrir una cuenta en redes sociales eran motivo de castigo por parte del padre. La madre solicita que se retire la orden de alejamiento de su marido

Fachada de la casa en la que vivían los menores. Foto: VICTOR LERENA (EFE) | Vídeo: EFE
Patricia Peiró

La investigación judicial sobre el matrimonio detenido en el municipio madrileño de Colmenar Viejo por el maltrato de sus ocho hijos continúa y prosigue la toma de declaraciones de testigos y víctimas. Las pesquisas dibujan cómo los menores vivían en un mundo de “ver, oír y callar” en el que había que “aguantar”, como manifiesta uno de los testigos a los que se ha tomado declaración. El progenitor continúa con su trabajo en el hospital Gregorio Marañón mientras espera a que el juez decida sobre la petición de retirada de la orden de alejamiento por parte de la madre, que ha negado ser víctima de violencia machista.

D. y M. se conocieron hace 16 años en una clínica de Aravaca en la que él trabajaba como médico y ella como administrativa. Según fuentes cercanas a su entorno, él se separó en esa época y comenzaron su relación. Él tiene 56 años y procede de Salamanca y ella 44 y es de Madrid. Su número de colegiado médico pertenece a esta provincia castellana en la que continúa buena parte de su familia. Desde que se casaron, ella abandonó su puesto de trabajo y tuvieron un hijo prácticamente cada año. La mayoría nació en el centro en el que trabaja su marido desde hace más de una década. Conforme más hijos tenían, más habitual era oír a D. comentar que con tanta familia era muy difícil llegar a fin de mes.

Vista de la entrada de la vivienda en Colmenar Viejo, en abril.
Vista de la entrada de la vivienda en Colmenar Viejo, en abril. Víctor Lerena (EFE)

Su vida saltó por los aires cuando a principios de abril se hizo pública su detención y la de su esposa por el supuesto maltrato de sus ocho hijos y la retirada de la patria potestad de todos ellos. La comunicación de la Guardia Civil hablaba de faltas constantes a clase, justificadas con la firma de los padres, un ambiente extremadamente insalubre en el chalet en el que residían y castigos que consistían en encerrar a los menores.

De la investigación actual se deduce que el centro escolar fue el primero que detectó que algo iba mal. Según la instrucción, el colegio llevó en marzo a una de las niñas a ser inspeccionada a un centro médico para analizar sus heridas después de que ella expresara su temor por volver a casa con asignaturas suspendidas. Allí descubrieron hematomas y una brecha. Los responsables escolares trasladaron sus sospechas a la Guardia Civil, coincidiendo con una visita de agentes del cuerpo a uno de los colegios de los menores para hablar sobre los peligros de la violencia y las bandas latinas.

Fue una guardia civil la que escuchó los hechos que relataba la menor y se puso en marcha la investigación que concluyó con el traslado de los menores a un centro de acogida y la detención de los progenitores solo unos días después. Los niños llegaron a su nuevo hogar temporal en un minibús en el que los más pequeños se pusieron a cantar. No era la primera vez que el padre era denunciado por maltrato familiar, aunque el caso se había archivado sin condena. Fuentes de servicios sociales explican que lo habitual cuando se retira la patria potestad es contactar con la familia extensa para comprobar si alguien se puede hacer cargo de los niños, pero, en este caso, al ser ocho, puede ser “más complicado”. Todos los familiares con los que ha contactado este periódico han permanecido en silencio o incluso aseguran no conocer al matrimonio.

La madre ha pedido que se levante la orden de alejamiento que impide que su marido se acerque a ella y ha asegurado que no se siente una mujer maltratada. “Su versión es que los niños han empezado a fantasear, que les han convencido los amigos y han exagerado la situación”, adelantan fuentes jurídicas, que también avanzan que los progenitores presentarán documentación pericial psiquiátrica que corrobora su versión.

La televisión estaba prohibida para los menores, que incluso eran agtredidos si se les descubría viéndola, según la investigación. Fuentes cercanas a la familia aseguran que D. había comentado en varias ocasiones que había prohibido tajantemente la televisión en su casa porque solo “contaba mentiras” y no quería que los niños vieran “cosas raras”. “Esta decisión se hizo firme después de la pandemia”, comenta el entorno del matrimonio a este periódico. Él, fiel aficionado del Real Madrid, sí que solía ver los partidos de su equipo. La instrucción refleja numerosas escenas de maltrato en las que “él se cabreaba y ya, a rezar”, explicaba uno de los niños a los investigadores. Los testimonios recabados apuntan que eran los hijos mayores los que se convertían en la diana habitual de los enfados del progenitor.

Colmenar viejo maltrato familia
Patio de la vivienda familiar en Colmenar Viejo, en abril.

Otro de los motivos de ira de D. eran las redes sociales. Cuando descubrió que dos de las niñas habían abierto una cuenta, explotó. En otra ocasión la furia del padre se desató cuando una de las hijas llevó a casa el libro que le había prestado una amiga, tanto que lo rompió y le prohibió leer si no aprobaba todas las asignaturas. Según él, contenía escenas “porno”. El libro, El reino de los malditos, pertenece a una trilogía de fantasía muy popular entre adolescentes.

Los hijos mayores declararán en una cámara Gesell, un espacio judicial especialmente acondicionado para menores. Se trata de una sala en la que se cita al menor junto a un psicólogo y, separados por un espejo, en otra sala, se encuentran los abogados, el juez y el fiscal. En los procesos en los que están involucrados menores, se utiliza esta declaración como prueba preconstituida, es decir, que después no será necesario que vuelvan a dar su testimonio en un futurible juicio para evitar la revictimización.

Numeroso material médico

En la casa se encontró también algo que los agentes no esperaban: numeroso material médico. “Sobre todo batas y ropa médica, pero también medicamentos y mascarillas”, apuntan fuentes de la Guardia Civil. Estas mismas fuentes aseguran que la cantidad era “muy elevada” y que estaba en palés. Los agentes dejaron este material precintado dentro de la casa a la espera del avance de la instrucción. La misma casa a la que M. regresó a vivir después de la detención y en la que mantiene las persianas bajadas todo el día. Fuentes cercanas a su entorno aseguran que la pareja está valorando mudarse de ese chalet en el que viven de alquiler y que la Guardia Civil describió como lleno de suciedad, con algún resto de vómito, un microondas en pésimas condiciones y uno de los baños inutilizado. La casa también tenía agujeros en las paredes y montones de ropa por todas partes. Los niños dormían en una habitación con dos literas y una cama.

Sanidad confirma que el expediente de investigación por el supuesto hurto ya está abierto y se ha designado a un profesional que lo dirigirá, pero que por el momento no ha comenzado porque está pendiente del juzgado de instrucción. Profesionales del centro confirman que no han sido solicitados para ninguna entrevista al respecto.

Además de su trabajo en el Gregorio Marañón, el hombre también trabajó ocasionalmente en el sector privado, en concreto en clínicas en la zona de Sanchinarro, Vallehermoso y Chamberí, aunque las dos empresas que gestionan esos centros confirman a este diario que ya no existe relación laboral con el médico y que se trató de momentos “muy puntuales”. El doctor también cubrió guardias en el hospital del Tajo, en Aranjuez, en un momento en el que había escasez de profesionales en ese centro y pagaban el doble que en otros hospitales, según confirmaron fuentes sindicales. “Desde el principio comentaba que iba fatal de dinero, que tenía muchos hijos y que necesitaba hacer muchas horas para llegar a fin de mes”, cuenta un profesional que le trató brevemente por un asunto sindical, una afirmación que confirman otros facultativos consultados.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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