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Vox usa la polémica de su plan antiaborto para marcar terreno frente a Ayuso antes del 28-M

Monasterio, reelegida como candidata de la extrema derecha en Madrid, explota el choque para diferenciarse de un PP que aspira a conquistar su espacio electoral

La portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, interviene en rueda de prensa en una sesión plenaria en la Asamblea de Madrid.Foto: Ricardo Rubio | Vídeo: Europa Press
Juan José Mateo

La polémica por el plan antiabortista lanzado por Vox en el marco del gobierno de coalición que ha formado con el PP en Castilla y León están siendo explotada por la extrema derecha para marcar terreno frente a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. A las puertas de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, el partido de Rocío Monasterio se enfrenta al reto de defender su espacio electoral ante la candidata del PP, que acude a las urnas con una estrategia diseñada para atraer a muchos de los electores que eligieron a Vox en 2021: recordar que este partido ha votado con la izquierda en contra de los Presupuestos de 2023, y ocupar parte de su espacio en la guerra cultural contra PSOE, Más Madrid y Podemos a través de promesas de reformas legislativas cargadas de ideología. Frente a eso, Vox busca cómo diferenciarse y justificar su presencia en la Asamblea. Y la polémica por el plan antiaborto, criticado por Ayuso, le ha proporcionado un argumento.

“Si no estamos nosotros hay un discurso que en la Comunidad de Madrid no se hace”, dijo Monasterio el miércoles, durante una entrevista en EsRadio. “Nadie se atreve a hacer frente a las politicas de izquierda de ideología de género, a criticar a aquellas políticas que vulneran la presunción de inocencia, las de memoria histórica, y nadie hablaría sobre los problemas de seguridad que tenemos en España por la inmigración ilegal descontrolada”, siguió, seleccionando los temas que distinguen a Vox del PP. “Dirían que son tan españoles como Abascal”, ironizó, lanzandóle así un dardo a Ayuso, que fue quien pronunció esa frase. Y remató: “En Vox no hemos venido para arrodillarnos ante la SER, Prisa y la izquierda. Si no está Vox, el PP se va a la izquierda. ¿Qué es esto de que Gallardo [vicepresidente de Vox en Castilla y León] no puede hablar de embarazos? ¿No puede hablar sobre políticas de natalidad? Lo leo en EL PAÍS y lo copian después todos los demás”.

No fue una opinión excepcional, ni en el fondo ni en la forma. Todo lo contrario. Vox cree haber encontrado en esta polémica la mecha con la que prender la movilización de sus electores, la tiza con la que trazar la raya que le diferencie del PP, y el ejemplo con el que distinguirse claramente de Ayuso. Porque Ayuso ha visto las medidas como una forma de dividir el gobierno de coalición de PP y Vox en Castilla y León, y se lo ha afeado a los ultras.

“La señora Ayuso quiere el monopolio de la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez”, respondió la cuenta oficial de Vox en Twitter a ese análisis de la presidenta de Madrid. “Que se presente a las primarias de su partido”, añadió. “Y que, para empezar, derogue su ley trans”. “Para Isabel Díaz Ayuso, hacer ecografías es presionar a la mujer”, criticó la diputada Gador Joya, que es médico y hacía ese tipo de pruebas en una furgoneta a embarazadas que querían abortar a la puerta de las clínicas.

“Pues para lo que sí ha servido la propuesta de Vox en CyL es para oír el latido de Semper. Y el de Feijóo. Y el de Ayuso (...)”, escribió José Luis R. Bartolomé, diputado de la extrema derecha en la Asamblea. “Y es el mismo latido. Un latido desafinado y arrítmico. Para eso ha servido. Gracias, Vox”.

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Junto a Juan Manuel Moreno Bonilla, el presidente de Andalucía, la presidenta de la Comunidad de Madrid es la líder del PP que mejor ha manejado su dependencia de la extrema derecha. Dando una de cal y otra de arena, Ayuso se ha presentado en el año electoral con argumentos para montar un discurso que al mismo tiempo desgaste a Monasterio y atraiga a muchos de sus votantes de 2021.

Lo primero lo ha logrado gracias a que Vox haya impedido la aprobación de los Presupuestos de 2023, castigando al PP por un error propio: registró tarde las enmiendas al proyecto, lo que impidió que pudiera negociar en tiempo y forma partidas con las que hubiera puesto su sello a unas cuentas de récord. “Haber tumbado los Presupuestos ha sido un tremendo error”, ha dicho Ayuso este jueves.

Lo segundo lo ha conseguido con un discurso duro y cada vez más ideologizado, al que ahora añade promesas y reformas legislativas: Ayuso se ha lanzado a la guerra cultural contra la izquierda, intentando ocupar un espacio ideológico y estratégico que Vox apuesta por monopolizar.

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid.
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. COMUNIDAD DE MADRID (COMUNIDAD DE MADRID)

Así, la presidenta regional ha prometido proteger el Valle de Cuelgamuros; rebajar las leyes LGTBI al eliminar los informes de impacto de género en las obras; borrar la autodeterminación de género de las normas autonómicas; reforzar la especialidad de cuidados paliativos frente a la ley de eutanasia; o reducir el número de diputados de la Asamblea regional.

No obstante, el reto para Ayuso también es mayúsculo. En 2021, cuando adelantó elecciones y Madrid se sumió en una ola de ayusomanía, Vox hizo algo más que aguantar el envite. Mejoró sus resultados de 2019. Para seguir siendo clave en la Asamblea, el partido lo apostará todo a la ideología.

Gobierno de coalición PP-Vox en Madrid

“Es una alegría saber que Madrid contará con una candidata que es puro latido de Vox”, resumió la apuesta el líder nacional, Santiago Abascal, al vincular el anuncio de que Monasterio volverá a ser su candidata a la presidencia de Madrid con su plan antiaborto, que incluye que las embarazadas escuchen el latido del bebé. Y resaltó: “Sin miedo a nada ni a nadie.”

El PP sabe que la mayoría absoluta que ambiciona pasa por absorber todo el voto que quede de Ciudadanos, atraer parte del de Vox y esperar a ver si Podemos logra o no representación en la Asamblea. Su problema es que no tiene otro socio posible que el de la extrema derecha. Si necesita pactar el gobierno, tendrá que hacerlo con Vox o con Vox. Y eso obliga a que nadie pueda cerrar en público la puerta a un gobierno de coalición.

Como dijo el miércoles el portavoz gubernamental, Enrique Ossorio, al ser preguntado al respecto: “Vamos a esperar al 28 de mayo [día de las elecciones] y entonces veremos a ver”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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