Almeida facilita un ‘pelotazo’ que rechazó Carmena: dos rascacielos en Madrid Río para un magnate venezolano
El Ayuntamiento de Madrid prepara la recalificación del centro comercial La Ermita, sin apenas actividad, en suelo urbanizable en contra de la mayoría de las asociaciones del barrio
Ni rastro de los clientes. Más que un centro comercial, La Ermita es un gigantesco velatorio sombrío incluso a plena luz del día. En los alrededores de Madrid Río, este esquinazo languidece entre una muchedumbre de palmeras gigantes desde hace 15 años. Por sus anchos pasillos con suelos de mármol rojizos y grises asoman ahora 30 locales abandonados que durante un tiempo acogían a familias, por allí correteaban niños, se besaban adolescentes o acudían jóvenes a beber cervezas y a contonear caderas en la mítica Aqualung, la mejor sala de conciertos que tuvo la capital hasta 2006. Aquí, todo ya fue.
Deambular hoy por estos rincones es un viaje al pasado o hacia una película de suspense: carteles de otra era, restaurantes sin camareros, mesas vacías, luces de neón apagadas, escaparates de cristal que esperan maniquíes… Un centro comercial en pausa, anclado en el tiempo, uno más entre aquellos que brotaron salvajemente o resucitaron de nuevo por los extrarradios de aquella España pujante y altiva de principios de los 2000. Aquí sobreviven —aunque más bien amortiguan las cuentas― un gimnasio privado de dos plantas con piscina, el teatro Goya, un gran supermercado Día, una bolera y un local de coches de kart alquilado por Carlos Sainz para fanáticos del motor. Ahora, la idea es empezar de cero. Plantar dos rascacielos de 28 y 18 plantas. Esta es la historia del último ‘pelotazo’ urbanístico de PP y Ciudadanos para un magnate venezolano que ya rechazó Manuela Carmena.
Hay tantas ganas de dejar morir a este enclave comercial, que incluso las redes sociales del centro permanecen calladas desde el 28 de febrero de 2021. “Los domingos en La Ermita están llenos de opciones. Japonés, Americano, Italiano, Mexicano, Internacional”, se lee en el último post del perfil de Facebook como si fuera un epitafio. Hoy la única opción de los vecinos, visitantes e incluso algunos inversores consultados es comprender qué sucede con este inmenso solar de casi 50.000 metros cuadrados en el corazón de Madrid. ¿Por qué no se instalan nuevos empresarios?, ¿por qué no hay nuevas tiendas? “Si La Ermita funcionase tendríamos una rentabilidad, pero no la hay”, cuenta un portavoz del grupo de inversión que compró este centro comercial en 2012 por unos 16 millones de euros. “No podemos tener un 100 Montaditos porque no hay clientes”. Tampoco otros fogones. Ya no queda ni un solo restaurante. Dice que si nunca hubo cines ni tiendas de ropa es porque no se les permitió: la burocracia de las licencias. Un emprendedor que se interesó hace dos años por un local cuenta que solo le ofrecían contratos de un año. La muerte de estas paredes era terminal desde el principio. ¿Empujada por sus dueños? Quizá. La competencia se encargó del resto.
Este centro se encuentra en mitad de dos transatlánticos del comercio. Plaza Río II, que invirtió más de 200 millones de euros para atraer a miles de madrileños y empresarios, y Príncipe Pío, ya renovado y a solo un par de zancadas de la nueva Plaza de España. Aquí, en la Ermita, el último local que abrió hace 10 meses es una sede de la hermandad de la Virgen del Rocío de Huelva que impregna el local con un fuerte incienso desde primera hora de la mañana, quien sabe si a modo de último responso.
Los dueños de La Ermita formaron una socimi (sociedad cotizada de inversión inmobiliaria), un conjunto de sociedades anónimas que explotan activos inmobiliarios a través de arrendamientos. Este régimen societario contempla muchísimas ventajas fiscales. Desarrollos Ermita del Santo, SOCIMI, S.A. la componen cinco empresas. La más relevante, con un 30%, es Ibemetex, cuyo propietario es Alberto Enrique Finol Galué, un empresario venezolano de 87 años que se mueve como pez en el agua entre las trincheras del poder. Vive a caballo entre Estados Unidos y Madrid. Posee empresas farmacéuticas, lácteas y petroquímicas. Finol, al que todos llaman Beto, también cuenta con otro centro comercial en España, el Aqualón de Huelva, que tras años en caída libre trata de remontar con firmas nuevas y pequeñas reformas con vistas al río Odiel. La historia empresarial de Finol aflora en una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas con una cuenta bancaria en un paraíso fiscal del Caribe. Lo mismo sucede con otros administradores de la socimi.
Según la revista económica Ejeprime, La Ermita cerró el primer semestre de 2021 con 275.890,44 euros de pérdidas, frente a los 273.471,04 euros del mismo periodo de 2020. La última estimación de activos de la compañía es del 30 de abril de 2021, cuando su cartera estaba valorada en 16,8 millones de euros. ¿Y ahora? Ahora la socimi quiere transformarse. Ha convencido al todopoderoso Ayuntamiento de Madrid para que el paisaje de Madrid Río y de este barrio de 60.000 habitantes del sur cambie por completo. Pretenden levantar 584 viviendas con dos torres gigantescas. Una de 26 pisos y otra de 18. “La promoción va a ser nuestra”, cuenta el portavoz de la sociedad. “Se va a desarrollar con medios propios”.
El movimiento es un trampolín de ganancias. Implica multiplicar de golpe el valor de este suelo privado. Si ahora el uso autorizado es deportivo y comercial, toca modificarlo a residencial en el plan urbanístico del Ayuntamiento para que las grúas y los albañiles se pongan a trabajar. La recalificación es un pelotazo inmobiliario que ha puesto patas arriba al vecindario y a la oposición. El suelo del magnate pasaría de 16 millones de euros a más de 80 millones, según los expertos inmobiliarios consultados. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, está de acuerdo con el cambio: “Es un proyecto de regeneración urbana que mejorará la zona. Sé que hay vecinos que discrepan, pero les animo a que nos hagan sugerencias”. Sin embargo, la idea de Beto, el empresario venezolano, no es nueva. Hace ocho años también convenció a la entonces alcaldesa Ana Botella para llevarla a cabo.
Corría 2014 cuando, según narra el portavoz de la socimi, algunos concejales del PP se pusieron en contacto con el magnate:
―¿Estás dispuesto a iniciar un estudio para cambiar esa parcela en viviendas?
El movimiento de los ediles y el sí del empresario se produjo solo dos años después de la compra del centro comercial. Botella estaba muy interesada en levantar nuevas viviendas en este punto de Madrid Río. Pretendía revalorizar la zona a golpe de ladrillo. El proyecto de entonces, según un documento enviado por la socimi a este periódico, contaba con la construcción de una torre de 28 pisos, los mismos que ahora, con 615 viviendas, 25 menos que el proyecto de 2022. El PP aprobó el plan sin contar con viviendas sociales, ni plazas de aparcamiento para los vecinos, tan solo un 8% de zonas verdes y un 21% de la parcela destinada a suelo público. Pero el magnate y el PP se dieron de bruces con las elecciones de mayo de 2015. La victoria de Manuela Carmena (Ahora Madrid) esfumó de golpe los planes previstos para este rincón de Madrid Río.
“Tuve varias reuniones con Beto”, recuerda José Manuel Calvo, por entonces concejal de Urbanismo en el equipo de Carmena. “Me decía que quería vender el centro comercial a toda costa. Lógico. Esto es muy goloso. Estamos hablando de cientos de viviendas en pleno centro de Madrid”. La iniciativa de cambiar el suelo deportivo y comercial a residencial, recuerda Calvo, — que ahora forma parte del Grupo Mixto en el Ayuntamiento tras su marcha de Más Madrid— debe de estar amparada en el interés general de los madrileños. Al revisar todos los documentos, Calvo entendió que ese interés general no se sostenía por ningún lado. El empresario pidió entonces una última reunión con él en su despacho:
— Mi centro no es rentable y este proyecto es muy bueno para la ciudad.
— No, vamos a desistir.
El 28 de abril de 2016, Carmena anunció que no habría recalificación posible en la Junta de Gobierno. Algunos medios titularon: “Carmena paraliza la construcción de 750 viviendas”. El PP apenas hizo ruido desde la oposición. Durante este tiempo, el centro comercial ha tratado de sobrevivir a duras penas, golpeado como todos por la pandemia y con cierres constantes de locales. La socimi, sin embargo, encontró de nuevo una rendija para el proyecto tras la llegada al poder de PP y Ciudadanos en 2019. Dos años después, su plan fue aprobado de nuevo el pasado 28 de julio, pero con otro diseño. Si en 2014 el proyecto incluía 615 viviendas, ahora serán 584. Se levantarán en dos torres, sí, una de 28 pisos y otra de 18. De estas 584 casas, 157 pasarán a ser de titularidad municipal, más económicas. Del resto... El portavoz de la socimi prefiere utilizar el primer mandamiento del manual del empresario:
―El precio lo marcará el mercado.
Si en el proyecto de 2014 apenas había zonas verdes en la parcela, ahora, en teoría, será más de un 20%. Si el barrio no cuenta con un centro deportivo municipal, el gimnasio del centro comercial, según el Ayuntamiento, también pasará a ser de titularidad pública. “Esto es necesario”, cuenta Mariano Fuentes, el actual concejal de Desarrollo Urbano, de Ciudadanos. “Gracias a este proyecto, el 43% de esta parcela privada pasará a ser pública”. Los vecinos, eso sí, no se creen ya casi nada. Están en pie de guerra con pancartas de protesta en balcones, árboles y farolas del barrio: “PPelotazo”.
Argumentan que este proceso se ha elaborado con muchísima opacidad por parte del Ayuntamiento. Que no han sido informados de él hasta hace unas semanas. Que estos terrenos, pese a ser propiedad privada del magnate venezolano, rodean a aquellos que fueron declarados Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid en 1993 y que, por si fuera poco, se encuentran en una zona orográfica calificada de “peligrosidad alta”, más aún si se quieren construir dos rascacielos. Otros vecinos se quejan de la sombra que se generará en sus salones y balcones con semejante pirulí de pisos. Los propietarios de la parcela creen que todo se está tergiversando. Las previsiones más optimistas hablan de 2029 como fecha para fotografiar los rascacielos.
“El progreso tiene que llegar al barrio. Necesitamos colegios, guarderías y centros de salud, no estos pisos enormes”, cuenta Paco Gago, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio de Goya. Juan de Justo, vicepresidente de la Asociación de Vecinos Caramuel-Avenida de Portugal-Juan Tornero, sí está a favor: “Galileo ya dijo que la tierra se mueve si hay sombra. Este barrio está muerto”. El próximo 14 de noviembre los técnicos del Ayuntamiento que han supervisado el proyecto irán a un local de la zona a responder las dudas de los vecinos. Mientras tanto, estos días se ha celebrado en el teatro Goya del centro comercial una convención nacional de inmobiliarias.
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