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La Casa Vallet, un edificio singular al que ya casi nadie mira en Madrid y que los dueños planean derribar

El edificio, representativo de la arquitectura contemporánea española y objeto de seis tesis universitarias, carece de protección a pesar de los intentos de la ciudadanía y varias asociaciones en defensa del patrimonio

Una mujer camina por delante de la entrada de la Casa Vallet, este lunes.
Una mujer camina por delante de la entrada de la Casa Vallet, este lunes.KIKE PARA

La herrumbre de las ventanas superiores se distingue rápido al girar desde Arturo Soria y tomar la cuesta de la calle de Belisana, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal. La Casa Vallet, ubicada en el número 5, es hoy un edificio deteriorado y casi invisible en una manzana de viviendas con acabados de lujo. Construida en 1956 y destacada por expertos como ejemplo singular de arquitectura contemporánea, hoy en su puerta principal “Los Barbas” anuncian en un folio pegado con adhesivo que vigilan las 24 horas lo que queda de ella.

El muro es visitado de forma asidua no por admiradores de la obra, que ha sido objeto de hasta seis tesis universitarias, o de sus autores, José Antonio Coderch y Manuel Valls, sino por los perros de la zona que desahogan en la fachada sus vejigas. “Pensábamos que era un colegio, no teníamos ni idea de su importancia”, es el comentario que más repiten los vecinos al ser interceptados en sus paseos.

Fachada de la Casa Vallet, en el distrito de Ciudad Lineal, este lunes.
Fachada de la Casa Vallet, en el distrito de Ciudad Lineal, este lunes. KIKE PARA

Hace años que la Casa Vallet se intenta derruir. La empresa promotora Belisana S.L. fue constituida por Vallet Abogados en 2015 para construir y vender 10 pisos y dúplex “de alto nivel de exclusividad” en la parcela. El nombre de la edificación y de la firma legal coinciden, y es que la familia Vallet es la heredera del dueño original de la casa, el ilustre notario Juan Vallet de Goytisolo, para quien fue construida hace 66 años. Todo queda en familia, pues. Los precios de las 10 viviendas varían desde 1,2 hasta 1,96 millones de euros, y los herederos se encargan de su gestión, venta y beneficios. Tres de ellos ya han sido comprados o reservados sobre plano, con fecha anunciada de entrega 2024. El problema es que, siete años después, la familia aún no tiene el permiso de demolición del edificio.

La causa es un expediente atascado desde hace un lustro en la Concejalía de Urbanismo. El estudio se inició tras el informe desestimatorio de la dirección de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, que concluyó en septiembre de 2017 que no se podía declarar el edificio Bien de Patrimonio Cultural por las muchas variaciones que se habían producido entre su planimetría y su construcción final. La principal, un cambio de orientación de los planos, algo que según varios relatos no gustó al arquitecto. A juicio de los funcionarios regionales, esto invalidó la autoría de Coderch, el más reconocido de la dupla de artistas y en defensa de quien el Colegio de Arquitectos de Madrid, el COAM, y la Asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio habían registrado la petición.

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Catálogo de edificios protegidos

Aun así, la Comunidad le pasó la patata caliente al municipio de Madrid, indicando en su resolución que la Casa Vallet podría “ser objeto de algún tipo de protección en el Catálogo Municipal de Bienes y Espacios Protegidos”. Fuentes municipales, a preguntas de este diario, aseguran no haber terminado la investigación cinco años después, y de momento, la parcela de la calle de Belisana número 5 no está incluida en el localizador municipal de edificios que se han propuesto recientemente para actualizar y ampliar el catálogo de elementos protegidos en el Plan General de Ordenación Urbana, el PGOUM, que se mantenía invariable desde 1997.

Aspecto del interior de la finca de la casa Vallet en 2018.
Aspecto del interior de la finca de la casa Vallet en 2018.VICTOR SAINZ

Pintan bastos para la Casa Vallet, teniendo en cuenta, además, que la familia del arquitecto Coderch no incluye referencia destacada a esta construcción unifamiliar en la web en memoria del arquitecto, aunque sí la lista en un modesto documento en formato pdf con el completo de su obra. Asimismo, se incluyen hasta 21 fotografías y varias notas y correspondencias en el archivo de la obra del autor cedido por la familia al Museo Reina Sofía. No está claro entonces si el autor renegó de su obra o la aceptaba como suya. La familia Coderch ha desestimado participar en este reportaje.

“Es cierto que en muchos catálogos no aparece, pero, independientemente de que Coderch se sintiera más o menos orgulloso de ella, cuenta con valores suficientes para ser representativa de la arquitectura moderna española”, explica Sofía Ayllón, coordinadora del proyecto ARCA, de reciente creación, en la Fundación de la Arquitectura Contemporánea. Se trata de una plataforma para la protección del patrimonio arquitectónico contemporáneo de España, y cuenta con el apoyo de más de 20 entidades públicas y privadas, incluyendo colegios de arquitectos. “Justamente nacimos al observar la oleada de obras demolidas o amenazadas en España en los últimos años”, añade y menciona casos en Madrid como las Cocheras de Cuatro Caminos de Antonio Palacios; la modificación del edificio Sollube, en Azca, de José Luis Íñiguez de Onzoño; la antigua fábrica de CLESA o la Casa Guzmán, ambas de Alejandro de la Sota; o la célebre Pagoda de Miguel Fisac, derruida hace más de 20 años.

En 2021 la Fundación firmó un convenio con el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y comenzaron los trabajos. Buscan conseguir la coordinación entre estas asociaciones y entidades que trabajan ya sobre el patrimonio, y que su labor se pueda trasladar a los catálogos de los ayuntamientos para que tengan un efecto legal.

La refriega por la autoría tampoco es significativa para Rafael Munárriz, artista plástico de 32 años que visitó la Casa Vallet hace unos días, y por casualidad. “Estaba por la zona llevando a un amigo a su casa, sabía de la existencia de la obra y quise pasarme, entonces vi el cartel de las obras”, cuenta. Lo subió a sus cuentas personales de redes, intentando llamar la atención sobre lo que él interpretó como un inminente derribo. “Las generaciones jóvenes, como puedo ser yo mismo, no hemos llegado a ver ciertos edificios porque antes de eso el mercado inmobiliario se los está llevando por delante. Madrid es una ciudad donde eso ha sido muy permisible”, se lamenta.

De verdugo a víctima, la historia se repite 58 años después

El edificio más conocido en Madrid del arquitecto nacido en Barcelona José Antonio Coderch es la Casa Girasol, ubicado en el cruce entre las calles de Lagasca y de Ortega y Gasset, en el distrito de Salamanca. Al igual que el proyecto actual que la familia Vallet pretende desarrollar en la calle de Belisana, en 1964 el diseñador catalán planificó un complejo de viviendas de lujo en un solar en el que anteriormente se había ubicado un palacete de 1898 que, a su vez, era una vivienda unifamiliar del mismo tipo que la actual Casa Vallet. Pero no era cualquier vivienda: en ella vivió y murió Francisco Silvela, que fue varias veces ministro y presidente del Consejo de Ministros, entre 1902 y 1903. Además, el edificio se había construido de acuerdo al estilo del marqués de Salamanca. En esta ocasión fue Coderch el que se benefició de la desaparición de un edificio singular y significativo del Madrid del siglo XIX, de la misma forma que hoy su obra, reconocida o no, puede llegar a ser derruida con el mismo objetivo: la construcción de viviendas exclusivas de precios millonarios.

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