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Ruido y contaminación por exceso de velocidad en una calle de Madrid de 800 metros: “Es una pista de carreras”

Los vecinos reclaman señalizaciones y pasos elevados para calmar el tráfico en la carretera de Boadilla del Monte, por donde pasan 30.000 vehículos diarios

Manuel Corral, de 69 años, vecino del barrio de Campamento, frente a la carretera de Boadilla del Monte en Madrid.
Manuel Corral, de 69 años, vecino del barrio de Campamento, frente a la carretera de Boadilla del Monte en Madrid.KIKE PARA
Patricia Segura

Manuel Corral (Salamanca, 69 años) vive desde hace dos décadas en primera línea de la carretera de Boadilla del Monte, en el distrito de Latina. Desde el salón de su casa, asegura que el ruido de los vehículos que circulan por esta recta de un carril por sentido es una molestia constante: “Se oyen motos que aceleran hasta que se pierden. Cuando no hay tráfico es una pista de carreras”. Los vecinos denuncian el ruido, la contaminación y el peligro en esta vía de apenas 800 metros, por la que transitan 30.000 vehículos al día. Los que sufren las consecuencias del tráfico en esta carretera que conecta con la capital por la A-5 cuentan su resquemor: cuando está despejada, los coches incumplen el límite que marca la ley (30 kilómetros por hora) y, en horas punta, el sonido de los motores de coches, autobuses y camiones es incesante.

Esta vía de tránsito se ha convertido en una barrera para los vecinos de la zona, que aglutina varias instalaciones municipales: un colegio, un centro de mayores y unas pistas deportivas de fútbol y de baloncesto. Andrés Piñeiro, de 55 años, vive aquí desde que tenía dos. “Casi nadie pasea por esta calle porque hay tanto ruido y tanto coche que es muy desagradable”, cuenta. El presidente de la Asociación Vecinal de Campamento atribuye el aumento del tráfico al crecimiento de las poblaciones de los municipios con los que conecta: Boadilla del Monte (60.000 habitantes) y Pozuelo de Alarcón (87.000). “La carretera se construyó antes de que existiera el barrio, pero cuando yo era un niño no pasaban tantos coches y había muchos peatones”, recuerda nostálgico.

Los vecinos llevan reclamando desde julio al Ayuntamiento de Madrid que haga cumplir la norma del límite de velocidad de 30 kilómetros por hora, con la instalación de señalizaciones, pasos de cebra elevados para calmar el tráfico y más tiempo de paso para los peatones en los semáforos. Casi un año después, desde el Área de Movilidad y Transportes aseguran que “se están estudiando diferentes medidas”.

De momento, hay tres señalizaciones: una de color azul que recomienda no pasar de los 20 kilómetros por hora y otras dos que indican precaución por el tránsito de mayores y niños. Pero, ante la omisión por parte de los conductores de las advertencias, los vecinos han colgado sus propios carteles que señalan en rojo el límite de velocidad de 30 kilómetros en hora en las farolas de la avenida.

En esta carretera la exposición al ruido de tráfico rodado durante el día es de 70 decibelios, según el último Mapa Estratégico de Ruido de Madrid. Aunque, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es de 53 decibelios. Con el fin de evitar las molestias ocasionadas por la contaminación acústica, algunos de los residentes han decidido instalar ventanas con doble acristalamiento. Como María García (Toledo, 48 años), que cuenta que se gastó 6.000 euros en el montaje y aun así duerme con tapones por el ruido. Ella vive con su marido y su hija en un primer piso con cuatro habitaciones, pero una de ellas está inutilizada: “No se puede dormir ahí porque el ruido es atroz”. La vecina explica que a las seis de la mañana empiezan a llegar un coche tras otro: “A las diez se para el tráfico, pero es peor porque la calle está vacía y los coches pasan a más velocidad”.

Atasco de coches en el inicio de la carretera de Boadilla del Monte, en el barrio madrileño de Campamento.
Atasco de coches en el inicio de la carretera de Boadilla del Monte, en el barrio madrileño de Campamento. KIKE PARA

En el caso de Antonio Gómez (Barcelona, 82 años), que vive en un tercer piso, la angustia empieza cuando cae la noche: “Hay veces que te levantas asustado”. Al estruendo de los vehículos que pasan a toda velocidad, se le suman los problemas que tienen los peatones y las bicicletas para transitar por la zona. “Yo voy a trabajar en bicicleta todas las mañanas y es terrible, pero es la única manera que tengo de salir del barrio”, explica Raquel Piqueras (Madrid, 50 años).

Muchos mayores acceden por esta vía al parque de Casa de Campo para pasear y realizar su actividad física diaria. Como Luisa Álvaro (Madrid, 75 años), a quien lo que más le preocupa es la falta de tiempo, que ahora es de 17 segundos, para cruzar desde el otro lado de la vía a la entrada principal del centro de mayores, que cuenta con 3.900 socios: “Los semáforos tendrían que dar más tiempo para que las personas mayores pasemos con más tranquilidad”.

Un sosiego que también exigen las familias del colegio Hermanos Pinzón, donde estudian 300 alumnos de educación infantil y primaria. Carmen Santibáñez, que recoge a su hija de ocho años, evita pasar por la carretera que inquieta a los vecinos y da la vuelta por una de las calles aledañas para volver a casa: “Hay que ir con mucho cuidado con los niños. Al final puede pasar algo grave, por eso intentamos prevenirlo”.

Los que frecuentan la carretera de Boadilla del Monte en coche aseguran que no se cumple el límite de velocidad. “Si vas a 30 kilómetros por hora, los coches te pitan”, dice Piñeiro. Desde mayo del año pasado el límite de velocidad en vías urbanas de un único carril por sentido es de 30 kilómetros por hora. Tras un año en vigor, esta medida ha reducido la siniestralidad en las ciudades españolas. De mayo a diciembre de 2021 el número de fallecidos se redujo en un 14%, según la dirección general de tráfico (DGT). “Es un problema de salud y seguridad”, concluye el vecino.

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