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El auge de la escalada amenaza a las crías de aves rapaces en la sierra de Guadarrama

La Comunidad de Madrid prohíbe el acceso a una veintena de tramos del parque nacional durante el periodo de anidación

Un escalador en uno de los riscos más altos de La Pedriza en la Sierra de Guadarrama de Madrid.
Un escalador en uno de los riscos más altos de La Pedriza en la Sierra de Guadarrama de Madrid.Santi Burgos
Patricia Segura

A menos de una hora de la capital, desde la calle del Clavel en Manzanares El Real, se observa el primer risco que aglutina a una decena de escaladores. Al alzar la vista, una bandada de buitres sobrevuelan los puntos más altos de La Pedriza, un enorme batolito granítico situado en la sierra de Guadarrama al que acceden con frecuencia 15.000 escaladores, según la Comunidad de Madrid. El Gobierno regional ha prohibido la escalada en 25 tramos del parque nacional y la ha restringido en otros 18 para que buitres leonados, halcones peregrinos y águilas reales puedan criar a sus polluelos durante el periodo de anidación, que dura siete meses, desde enero a julio. La norma se establece en época de nidificación y reproducción de aves y se modifica cada año, porque los nidos cambian de lugar.

El reglamento publicado en el BOCM indica que “la escalada en los últimos años ha visto incrementado el número de practicantes, en ocasiones con cifras que parecen poco compatibles con la conservación”. El boom de la escalada es una realidad y los datos la avalan como el deporte de moda. Desde el Gobierno regional señalan que de las 240.000 personas que visitan al año La Pedriza, algo más del 6,5% van a escalar, y añaden que “ha aumentado bastante la cifra de los que practican la escalada de bloque”.

También las licencias de montaña en la comunidad se han disparado durante la última década. En 2009 había 8.000 y en 2021 superaban las 21.300, según los datos proporcionados por la Federación Madrileña de Montañismo. Su director, Pablo Santos, confirma que las licencias van en aumento, aunque explica que para poder escalar no es obligatorio estar federado.

En el risco de Gusarapo, el más cercano a la población de Manzanares El Real, uno de los escaladores desciende con una cuerda azul por la pared de piedra inclinada. “Tensa, que voy hacia abajo”, le ordena a su pareja de actividad que asegura la maniobra. Los rayos de un sol radiante y el cielo despejado posibilitan el disfrute de las vistas desde este lugar privilegiado de masas graníticas. Los amantes de la escalada llegan totalmente equipados: pies de gato, arnés, cuerdas, cintas y cascos. Tampoco faltan los aseguradores (conocidos como grigris), que sirven para detener una posible caída.

Para evitar que los escaladores se topen con los nidos, la Comunidad ha propuesto 400 vías alternativas. Aunque, muchos de ellos llegan con la lección aprendida. Con las manos blancas por el magnesio, el madrileño Simón Rojo chequea una guía que indica las zonas restringidas por sectores, señaladas con líneas rojas, y recuerda la importancia de revisar la normativa antes de acceder a la zona de escalada.

Las restricciones están señalizadas con carteles en los que se lee “Área de escalada limitada”, ubicados en los riscos afectados por la normativa que se establece anualmente. Como novedades a destacar para 2022, se ha regulado la escalada en la cara este del Pájaro y en una vía en Musgogénesis. Algunos de los riscos con restricción en esta zona son Cueva de la Mora, Colina Hueca o El Indio.

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Uno de los carteles que indica las zonas donde está limitada la escalada en La Pedriza, en la Sierra de Guadarrama de Madrid.
Uno de los carteles que indica las zonas donde está limitada la escalada en La Pedriza, en la Sierra de Guadarrama de Madrid.Santi Burgos

Canchales y paredes rocosas construyen este berrocal, donde la máxima altura roza los 2.000 metros. Desde las alturas, se aprecia una panorámica de los tejados de las casas unifamiliares que conforman la localidad madrileña junto al formidable embalse de Santillana. La senda empieza en el depósito de agua municipal, junto al que hay un aparcamiento de coches, que está a 10 minutos del primer punto de escalada. Su fácil acceso provoca que este sea uno de los lugares favoritos de los escaladores, senderistas y apasionados de la naturaleza.

El camino de tierra se abre entre brezos, cantuesos y enebros. Tras dos horas de actividad, un grupo de escaladores desciende por el estrecho sendero, repleto de arbustos y matorrales. Sergio García cuenta que empezó a escalar hace apenas dos años. Tanto él como sus compañeros confirman que cada vez son más los que se acercan a esta área natural de formaciones rocosas, que cuenta con 2.000 vías de escalada. El trío pertenece a un grupo de unas 30 personas que organizan salidas entre semana, “porque los fines de semana hay mucha gente”. Como ellos, muchos aficionados se organizan en redes sociales para disfrutar de la experiencia deportiva al aire libre. Todos admiten estar acostumbrados a las regulaciones. El montañero, que visita asiduamente a esta zona, explica que “las restricciones no afectan tanto a la escalada deportiva, de unos 20 metros de altura, sino a la escalada clásica que supera los 150″.

Este es el caso de Diego Rodríguez, que a los 55 años se atreve con las elevaciones más altas. El madrileño, que practica la escalada tradicional desde hace 30 años, lamenta que la época óptima para escalar coincida con la época de anidamiento: “En La Pedriza no se puede escalar en verano porque es un sitio muy cálido, la orientación de las paredes es sur, la piedra está muy caliente y te deshidratas. Con estas restricciones se corta la temporada buena para escalar y se limita solo a tres meses en otoño”.

La asociación Escalada Sostenible, que acoge a 750 socios, se encarga de negociar con el comité técnico del parque, que se ocupa de revisar los nidos, para llegar a un consenso. Su portavoz, José Luis Núñez, cuenta que las restricciones les afectan de manera simbólica: “Hay una regulación flexible y la respetamos. Nos limita, pero no mucho, solo de manera simbólica”. El montañista José Martín, de 39 años, que vive en el municipio vecino de Soto del Real y lleva cinco años practicando la escalada, coincide con su compañero: “Hay riscos emblemáticos restringidos como el de Peña Sirio, pero la gente lo respeta”.

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