Pedro Casablanc: “Me cansa la perfección del cine actual. Ya no sé si es artesanía o magia”
El actor participa este lunes en un ciclo en el Teatro del Instituto Francés de Madrid, donde un invitado presenta su película francesa favorita, en su caso ‘La Sirena del Mississippi’ de Truffaut
Al actor Pedro Manuel Ortiz, más conocido como Pedro Casablanc, le apasiona el cine serie B y las películas clásicas en blanco y negro: “La perfección del cine actual es impersonal. Ya no sé si es artesanía o magia”. Con una predilección por el cineasta francés François Truffaut, el actor define la película La Sirena del Mississippi como una creación “imperfecta y extraña” en la que se aprecia el fallo de la autenticidad del cine. En homenaje a su protagonista, Jean-Paul Belmondo, fallecido en septiembre, Casablanc participa este lunes en el ciclo cinematográfico Carta blanca a… en el Teatro del Instituto Francés de Madrid, donde cada mes un invitado presenta su película francesa favorita en una conversación con el director Floreal Peleato.
El actor, nacido en Casablanca (Marruecos), admite ser un amante del cine francés desde que era muy joven. A sus 58 años, cuenta que Belmondo estaba “muy de moda” por sus películas de aventuras, que lo convirtieron en un icono de los años setenta. En este ciclo, la producción se analiza a través de la relación del director, el actor y la actriz Catherine Deneuve. “Me llama mucho la atención que Belmondo haga el papel de hombre virgen medio tonto cuando tiene cara de sin vergüenza. No le pega nada”, señala entre risas.
El largometraje, estrenado en 1969, cuenta la historia de una pareja que pacta su matrimonio sin conocerse. Louis es un hombre adinerado y propietario de una gran plantación de tabaco en la isla de Reunión, en el archipiélago de las Mascareñas al este del continente africano. Él desea casarse con una mujer europea y publica un anuncio en el periódico. Julie Rousell le responde y ambos establecen su relación mediante cartas. “El método epistolar de ahora es el Tinder”, comenta sarcástico Casablanc. La mujer decide visitarlo, pero esconde un gran secreto que se va descubriendo a lo largo de la trama, marcada por una vida de huidas y una engañosa historia de amor. “Es una película muy ingenua que va directamente a lo que el director quiere contar”, declara.
François Truffaut (1932-1984) es una de las figuras más relevantes de la nouvelle vague, un grupo de cineastas que criticaban el excesivo academicismo del cine francés: “Él era un gran admirador de Orson Welles y de Alfred Hitchcock y se propuso romper con todo lo anterior”. Las obras del cineasta se basan en las emociones de situaciones íntimas y cotidianas en espacios naturales, lejos de los formalismos impuestos en su época.
La juventud de Casablanc guarda una similitud con el estilo revolucionario de Truffaut. A sus 17 años, se trasladó para estudiar Bellas Artes a Sevilla, donde empezó a trabajar en pequeñas compañías independientes de teatro: “A principios de los ochenta no era fácil encaminarse hacia este oficio. El objetivo de nuestra generación era llegar a ser funcionario, que es el cáncer de este país. Afortunadamente, no salió bien y me dediqué a ser actor”.
Afincado en Torrelodones (Madrid), el intérprete mantiene una estrecha vinculación con Francia desde muy pequeño, puesto que se crio en un ambiente francófilo. “Soy un amante de lo francés”, confiesa. Entre los momentos más felices de su carrera profesional, recuerda el estreno de Le Prix Martin, dirigida por Peter Stein, en el templo de la comedia francesa, el teatro del Odéon de París. Posteriormente, trabajó en la serie de televisión francesa Cannabis. Hace unos meses terminó el rodaje para la próxima película de la directora Lucie Borleteau. Entre la larga lista de producciones españolas en las que ha participado, recuerda con especial cariño su interpretación en La Fortuna de Amenábar.
Con la misma emoción con la que enumera sus trabajos más preciados, Casablanc describe su casa con huerto, naranjos y animales en Alicante, donde hace poco ha estado recogiendo aceitunas: “Es una desconexión absoluta de la gran ciudad”. El actor lo define como su lugar de meditación y relajación donde entra en contacto consigo mismo, al aire libre y cerca del mar. “No tiene nada que ver con Madrid, donde todo está enfocado al trabajo”. Actualmente, está de gira con la obra teatral de Benito Pérez Galdós, Torquemada, con dramaturgia de Ignacio García.
El actor llega al Instituto Francés con sus maletas desde Atocha. Ha estado grabando un corto en Sitges y cuenta que ha dormido apenas dos horas. Su cuerpo se siente cansado, como lo está su mente de la perfección con la que se hace el cine actual: “Con tanto croma, nunca sabes qué es verdad o qué es mentira”. Esto le recuerda por qué la creación de Truffaut es su película francesa favorita: “Me gusta que se vea el truco y el artificio”.
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