El paraíso de los aficionados del tren abre en la Casa de Campo: 27 kilómetros de vías ferroviarias con reproducciones a escala de toda España
Fabricantes y aficionados al modelismo pretenden reunir el mayor número de modelos de los últimos 10 años
El modelismo ferroviario es una afición antigua. En muchos casos es una pasión que se remonta a la infancia, como le ocurre a Manuel Garrido, de 68 años, que recibió su primer tren de juguete a los seis. Este viernes viajaba desde Linares (Jaén) a Madrid para acudir al Pabellón de Convenciones del Recinto Ferial de la Casa de Campo, que acoge este fin de semana una nueva edición, la primera después de la pandemia, de la Exposición nacional de modelismo ferroviario ExpoModelTren. Allí Garrido expone la ciudad de su niñez. Construyó artesanalmente con paciencia y minuciosidad la estación de Paseo de Linarejos, conocida en su ciudad como la estación de Madrid, que dejó de funcionar como tal en los años ochenta. La fachada del edificio es idéntica a la que se puede observar en una postal colocada en la base del modelo, aunque el edificio más importante de la maqueta es otro. “Yo nací aquí, en esta casa que hace esquina, y esta ventana era del dormitorio donde yo veía pasar los trenes”, recuerda emocionado Garrido, mientras enseña el lugar donde empezó esta pasión.
Este reencuentro de maquetas ferroviarias, en el que participan fabricantes y aficionados de toda España, quiere reunir el mayor número de modelos de los últimos 10 años: 300 metros de vías a escala —que equivalen a 27 kilómetros reales— y cerca de 60 módulos construidos por apasionados del coleccionismo. Se pueden admirar reproducciones de ferrocarriles que cruzan toda la península: la estación de Cotos en la provincia de Segovia, los toros de Osborne de los paisajes andaluces o el paso del primer tren turístico de la historia de España, el Limón Exprés, por la costa valenciana.
Alberto Aluma, de 67 años, debe su amor a los trenes a su padre, que trabajaba en el sector. “Era ingeniero de exportación, y por esto viajaba mucho a Alemania y traía trenes que decía que eran para mí, pero no me los dejaba tocar, jugaba él”, afirma entre risas. En su casa de Barcelona construye maquetas y colecciona locomotoras desde siempre. Sin embargo, en ExpoModelTren no hay nada suyo, solo ha ido a disfrutar. “Cuando se habla de modelismo ferroviario, la gente cree que el espacio representa un gran problema. En esta feria te das cuenta de que cualquiera puede traer un trocito de modelo que hizo en su casa, lo engancha a las piezas de todos los demás y así se obtiene la maqueta”, explica.
Los aficionados que quieren participar tienen que respetar unas medidas, para que cada módulo pueda encajar con el siguiente a la hora de montar el recorrido. Todos los demás detalles son arbitrarios, según el gusto de los creadores. Hay quienes recrean paisajes rurales —con los pastores y el ganado que bloquean el paso a un coche de la Guardia Civil— y quienes prefieren las fábricas y los viaductos del entorno urbano. En los 300 metros de vía a escala circulan sobre todo trenes de vapor, los favoritos por los coleccionistas más nostálgicos, pero de vez en cuanto se pueden ver transitar reproducciones de los AVE. Tampoco faltan los guiños al mundo cinematográfico. Una reproducción del famoso coche DeLorean de Retorno al Futuro espera paciente el choque con un tren, como ocurre en el final de la tercera película de esta saga.
Una afición que nunca muere
Además de los aficionados, proveedores y fabricantes toman parte a la exposición para promover una actividad recreativa que, según las ventas de los últimos años, es más fuerte que nunca. Nadine Nadrag (38 años) es la representante para el mercado español de Roco, uno de los mayores productores de juguetes del modelismo ferroviario en el mundo. La empresa, que tiene sede en Austria, exporta en más de 40 países al rededor del globo, de los cuales España resuelta ocupar el séptimo puesto por demanda de importación. “Desde que trabajamos con el mercado español, la demanda ha sido más o menos constante, aunque es verdad que con la pandemia el interés ha crecido. La gente tiene más tiempo para vivir esta afición”, reconoce Nadrag. “Pero en general, es un nicho estable, algo que nunca muere”.
Lo sabe bien Manuel Garrido, que terminó su obra maestra de la estación de Linares —que empezó hace nueve años— justo durante el confinamiento. En los andenes ha colocado unas miniaturas de su abuela Mercedes y de sí mismo de niño. “Cuando llegaba la hora de arreglar la casa, mi madre me echaba a la calle y mi abuela, que vivía con nosotros, me llevaba a la estación a ver los trenes pasar”, cuenta Garrido. No ha conseguido traspasar su amor para el ferrocarril a sus tres hijos. “Cada uno de nosotros tiene un frikismo distinto. Ellos prefieren los mangas o coleccionar figuras de personajes de películas. Pero los trenes siempre serán lo mío”, concluye.
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