El telón se levanta para los musicales en Madrid
Los grandes espectáculos ‘TINA’ y ‘Kinky Boots’ se estrenan este fin de semana en la capital. La cantante Silvia Pérez Cruz presenta ‘Género Imposible’.
Tras 19 meses con las barreras bajadas, el Teatro Coliseum prepara su apertura con su aforo habitual de casi 1.400 personas. En el número 78 de la calle de Gran Vía hay una larga cola de espectadores que auguran volver a disfrutar de los grandes espectáculos musicales de la capital. TINA, Kinky Boots y Género Imposible, de Silvia Pérez Cruz, se estrenan este fin de semana. La programación de las obras musicales, detenida por las restricciones de la pandemia, vuelve de nuevo a brillar en los escenarios de Madrid.
La directora general de la compañía Stage Entertainment España, Yolanda Pérez, recuerda en el estreno que “miles de personas vienen a Madrid para disfrutar de los musicales, que además de cultura ofrecen cientos de puestos de trabajo”. El equipo del musical TINA cuenta con casi 300 personas. Los asistentes se acomodan en las butacas de la platea. Se abre el telón. Tina, interpretada por la catalana Kery Sankoh, baja las escaleras con un deslumbrante vestido rojo. El humo va desvaneciendo entre las luces de colores. Se coloca en el centro del escenario y recuerda su infancia.
Una veintena de bailarines, acompañados por cuatro trompetistas, cantan y bailan al son de Shake a Tail Feather. Los clásicos de Tina Turner sonarán en el Teatro Coliseum de Gran Vía hasta finales de noviembre. La obra, escrita por Katori Hall, cuenta la vida de la reina del rock and roll a través de sus éxitos. Una mujer que desafió los límites del racismo, sexismo y discriminación. “Es muy importante que el mundo conozca la historia de una mujer afroamericana y fuerte, que se enfrentó a muchos obstáculos para convertirse en un fenómeno global”, comenta su directora, Katherine Hare. El espectáculo simboliza la resistencia y la inspiración del triunfo sobre la adversidad: “El reparto se siente muy unido a la historia porque es una forma de representar y dar voz a la comunidad negra en Madrid”. El elenco está formado por 44 personajes. Entre ellos, Juno Kotto King, que hace de Zelma Bullock, Oriol Anglada en el papel de Erwin Bach, y Pedro Martell como Roger Davies.
Rone Reinoso nació en La Habana (Cuba) y lleva poco más de dos años en España. Reinoso interpreta a Ike Turner, músico y exmarido de la cantante: “Ambos se admiraban mucho, pero ni siquiera es una historia de amor. Él le dio el impulso hacia el mundo de la música, aunque representa todo lo oscuro en la vida de Tina”. El actor cubano define a su personaje como una persona manipuladora y violenta.“Ha sido un reto porque nada de eso tiene que ver conmigo”, cuenta Reinoso. Ike se queda ensimismado con la voz de Tina tras su primera aparición en el escenario. Con un cuidado bigote y una elegante boina, canta She made my blood run cool con un micrófono de pie antiguo. Las coristas aparecen con vestidos de volantes rosas y peinados de rizos esculpidos, que recuerdan la moda de los años cincuenta.
El musical aborda diferentes aspectos de la vida personal y artística de Turner. Desde la violencia que sufrió su madre cuando ella tenía 11 años hasta su intento de suicido con 50 pastillas de Valium en 1968. También, recorre su carrera musical a través de los momentos más emblemáticos de su trayectoria, como su primera nominación al Premio Grammy por su álbum The Hunter un año más tarde.
La escenografía se transforma en más de diez ocasiones: la habitación de su infancia, la casa de sus padres, el local de ensayos y un motel sórdido. Iluminados por luces de colores, los personajes interpretan I want to take you higher. La coreógrafa Simone Mistry-Palmer trabajó con la propia Tina Turner hace cinco años: “Tina estuvo muy involucrada en la coreografía y en el proyecto. Vino a Londres al estudio y me invitó a su casa en Suiza”. El musical se estrenó en Broadway en noviembre de 2019. Mistry-Palmer ha formado parte de su producción desde el principio. “La coreografía mantiene la esencia del original con música soul, punk y disco”, cuenta la coreógrafa.
Las lentejuelas del vestido de la cantante principal no paran de moverse en un número repleto de movimiento y energía. Desde un estudio de música, al que se refieren como “pecera”, la protagonista interpreta Rolling on the river. El teatro se convierte en una gran fiesta.
La celebración continúa a cuatro kilómetros del Teatro Coliseum. En el Paseo de las Delicias, Daniel Diges, Tiago Barbosa y Angy Fernández estrenan el musical Kinky Boots. Diges se convierte en Charlie Price, el protagonista de la obra. Una historia real, inspirada en el libro de Harvey Fierstein y la película de Geoff Deane, que se instala en el espacio Ibercaja Delicias hasta el 31 de octubre. El musical de Broadway aterriza en Madrid al son de las canciones de Cindy Lauper como Everybody Say Yeah.
Price hereda la fábrica de zapatos de su padre, pero el negocio está en bancarrota y decide viajar a Londres para encontrar nuevos inversores. Diges aparece encima de una gran escalera, con un chaleco de traje gris y una camisa blanca: “Está asustado porque tiene que despedir a todos los trabajadores y cerrar la fábrica. Se ve envuelto en un lío hasta que conoce a Lola y le ayuda a fabricar los zapatos que le salvarán de la ruina”. Unas botas de tacón altas de color rojo con cordones negros y lentejuelas doradas, que el protagonista acaba calzando.
El brasileño Tiago Barbosa interpreta a Lola. Una drag queen que luce una larga peluca castaña y cambia de vestuario varias veces durante la obra. Lola deslumbra sobre el escenario con un vestido rojo de lentejuelas brillantes. Más tarde, desfila con un vestido de encaje con plumas negras.
El nuevo espacio Ibercaja Delicias se convierte en una fábrica antigua con un techo construido por arcos de aluminio. Al fondo, tres grandes cristaleras de color rojo, verde y azul iluminan a los artistas. La escena se llena de vitalidad cuando los bailarines bailan y cantan sobre una barandilla de acero. Se mueven con agilidad por las cintas transportadoras, como si se tratara de una gran pasarela. La historia representa la transición de lo artesanal hacia la comercialización imprevisible de la modernidad.
Su director, Ricky Pashkus, explica los tres ejes principales de la trama: mandato familiar, entorno rural y discriminación por identidad. “La obra es una articulación de lo profundo, lo espiritual y lo reflexivo, pero vivido de una manera celebratoria”, comenta el argentino.
Pashkus cuenta que, tras nueve meses cerrados en Argentina por la pandemia, buscaba desesperadamente un futuro para su compañía. En abril, desarmaron la escenografía del Teatro Astral en Buenos Aires, donde se instaló el musical con el cómico Martín Possi, y la enviaron a España. A sus 66 años, el director confiesa que su mayor miedo era el cambio cultural: “Tenía que crear un discurso que empatizara y tuviera afinidad con la cultura española”.
Además de estos grandes espectáculos, Madrid también acoge este fin de semana nuevas propuestas musicales como Género Imposible de Sílvia Pérez Cruz. La cantante presenta una creación escénica multidisciplinar a partir de su último trabajo discográfico, Farsa, en las Naves del Español en Matadero. Ella se coloca en una pequeña casita de madera, decorada con una cama alzada, libros, un piano y unas zapatillas de ir por casa. Su voz, suave y melódica, inunda la sala.
La artista creció entre canciones populares ibéricas y latinoamericanas y se educó en el clásico y el jazz. Sus canciones se mezclan con otras disciplinas, como el teatro, la danza y el cine. La cantante lo define como un género líquido: “Siempre estamos definiendo y separando las cosas entre estilos. Vivimos en un mundo muy polarizado. Aquí defendemos la belleza de los grises”.
Su último disco, un proyecto de 13 canciones que surge tras el diálogo con otros artistas, habla de la dualidad humana. De la diferencia que hay entre la fortaleza que mostramos y la fragilidad que nos define. “Dejamos espacio a la palabra, el gesto y la imagen”, cuenta Pérez. Tres locuras, creada para la película La noche de 12 años de Álvaro Brechner o Mañana, del documental Ana María Moix, son algunas de las melodías que componen esta producción.
El discurso es absorbente por su gran sensibilidad poética: “Es un diálogo que está en constante transformación, como yo misma”. La cantante, iluminada por un foco en el centro del escenario y rodeada de una escenografía simple pero acogedora, comenta que se siente libre. “Siempre había querido tener intimidad sobre el escenario”, explica la catalana.
De la búsqueda de esa intimidad nace el número musical. Pérez empezó a trabajar en él en 2019, pero este no salió a la luz por el confinamiento. El espacio en el que se creó la función guarda grandes similitudes con la escenografía. En una cabaña de madera en la montaña cerca de Barcelona, la artista probaba los instrumentos con sus canciones en crudo junto al director Pablo Messiez y la coreógrafa Elena Córdoba. “Compartimos una manera de crear que es cero posesiva y se basa en saber escuchar y entender qué sitio ocupa cada cosa”, explica con pasión. La cantante se traslada a esa caseta, rodeada de naturaleza, y destaca uno de los momentos más mágicos de la obra: “Cuando veas las estrellas, ahí pasa algo especial”, concluye Pérez.
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