La batalla de las parcelas: otros terrenos con polémica en Madrid más allá del proyecto de Nacho Cano
A final de mes abrirá en Delicias un macroespacio de ocio patrocinado por Ibercaja, mientras que los vecinos se han organizado en una plataforma para exigir servicios públicos
Varias carpas blancas se levantan en el terreno que hay entre las vías del tren de la estación de Delicias, en Madrid, y el museo del Ferrocarril. En solo unas semanas, estas estructuras albergarán un nuevo macroespacio de ocio patrocinado por Ibercaja. Abrirá sus puertas a finales de septiembre para traer un musical y una exposición de Van Gogh al barrio. A solo unos metros, alrededor de 200 vecinos se concentran a ritmo de charanga con un mensaje claro: “Queremos dotaciones públicas”. “La parcela de Nacho Cano es la mediática, pero aquí también tenemos una lucha”, explica Miguel Martínez, uno de los portavoces de Stop Espacio Delicias, la plataforma que ha creado un grupo de vecinos para exigir que se construyan las instalaciones que el distrito exige desde hace años y que no son una carpa para musicales.
Para entender por qué ha llegado antes el espacio de ocio que la biblioteca o el centro de mayores hay que tener en cuenta todos los actores que están implicados en la historia. El terreno está dividido en dos parcelas de 31.926 y 26.923 metros cuadrados, separadas por una zona verde. Pertenecen a Adif. El Plan General de Ordenación Urbana de 1997 ya contemplaba que en este enclave se debían construir equipamientos para el barrio. Pero no fue hasta 2018 cuando el Ayuntamiento de Madrid, Adif y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) suscribieron un Protocolo General de Actuación para activar el uso de las parcelas. En 2019 se produjeron dos reuniones entre todas las partes para tratar de avanzar y en la última de ellas, llegaron al acuerdo de que el consistorio elaboraría un informe con las necesidades de la zona.
Antes de ese último encuentro, el operador ferroviario ya había sacado a concurso público la explotación del espacio para uso cultural. Desde Adif, destacan que el pliego de condiciones recogía explícitamente que esta explotación sería de carácter temporal y siempre sujeta a los avances del protocolo de actuación en el que trabajaban las tres partes implicadas en la historia. El concurso lo ganó Iñaki Fernández, un conocido empresario que ya ha traido a Madrid espectáculos como The Hole y que también explota las instalaciones de la antigua estación de Príncipe Pío.
¿Por qué Adif sacó a concurso público el uso de unos terrenos cuando estaba en marcha una negociación a tres para desatascar por fin la situación? “El objetivo fundamental de esta actuación no es la obtención de ingresos sino el dar una utilidad a estos terrenos y, sobre todo, evitar usos indebidos de los mismos”, detallan desde el organismo. El uso indebido al que hace referencia el operador ferroviario son los asentamientos ilegales que durante todos los años de parálisis florecieron en las parcelas. Llegaron a levantarse medio centenar de chabolas. “Generaron un problema de orden público y de sanidad”, cuenta Martínez, el portavoz vecinal. “Nos consta que gracias a la vigilancia de este arrendatario y la colaboración vecinal se ha logrado impedir hasta el momento la vuelta de esos ocupantes irregulares”, recalcan desde Adif.
El documento municipal con las necesidades primordiales del barrio fue enviado en julio de 2020. “Después de que protestáramos”, afirma Martínez. El informe del Ayuntamiento contemplaba la construcción de un centro de mayores, un instituto con Formación Profesional (FP) y un centro multicultural con biblioteca. “En estas consideraciones está muy presente también la oportunidad que supondría para Madrid una ampliación del eje cultural Recoletos-Prado hacia Méndez Álvaro, Delicias y Legazpi, en el entorno de la estación de Delicias”, recalcan fuentes municipales. La concejala del PP Cayetana Hernández de la Riva, al frente de Arganzuela, mostró en una entrevista en julio en 20 minutos su voluntad de que el distrito se convirtiera en el “Music Hall de Londres”.
No es la primera vez que el uso de las parcelas que quedan libres en Madrid saca a unos ciudadanos deseosos de instalaciones públicas a la calle. Los vecinos de Hortaleza combaten desde hace años la instalacion de un macropárking de 400 plazas en la zona de Mar de Cristal, a unos metros de la pirámide azteca que pretende construir Nacho Cano. En mayo, los residentes de Latina se alzaron contra la subasta de unos terrenos del Ministerio de Defensa al considerar que detrás de la operación había fines especulativos. Los vecinos de Chamberí batallaron durante años en los tribunales para conseguir que declararan ilegal el campo de golf que Esperanza Aguirre construyó en el corazón del distrito. Ganaron y ahora ven cómo avanzan las obras de sus instalaciones deportivas.
Estos ingredientes han levantado las suspicacias y los temores de los vecinos. Más allá la oposición a este proyecto, lo que subyace en las protestas ciudadanas es la frustración al ver cómo ha avanzado antes una iniciativa privada que sus ansiadas instalaciones. “El Ayuntamiento y Adif se están desentendiendo y están boicoteando el proyecto. Nuestros hijos no verán construida su biblioteca porque están posponiendo las necesidades de un distrito”, recalca Martínez. En Arganzuela viven 158.420 personas, según los datos municipales. El distrito tiene dos institutos públicos, de los que solo uno cuenta con estudios de FP. Madrid adolece de falta de plazas para estos estudiantes, una cuestión que está siendo investigada por el Defensor del Pueblo. En el último curso, 7.000 jóvenes se han quedado sin plaza.
Adif recalca el “carácter provisional” del alquiler de estos terrenos al empresario de ocio. Algo en lo que no creen los vecinos críticos, que piensan que se usarán argucias urbanísticas para perpetuar las instalaciones. Iñaki Fernández, el empresario al frente del espacio, asegura que entiende los motivos de las protestas, pero pide un voto de confianza después de un año complicado para el sector cultural. “Sé que quieren más dotaciones, yo también porque soy vecino del barrio, pero hemos montado unas estructuras efímeras, hemos ganado un concurso y estamos dentro de la legalidad”, defiende. El empresario destaca los acuerdos a los que han llegado con empresas de trabajo temporal de la zona para emplear a residentes en el área cuando se ponga en funcionamiento, que mostrarán en su web los negocios locales a los que acudir en los alrededores del espacio y que enviarán a sus clientes un código de buenas prácticas para no molestar a los vecinos. “Que nos dejen ganar su confianza. Cuando el barrio vea lo que estos espectáculos traen, estarán contentos”, señala. Fernández no esconde que les gustaría que esa fuera su ubicación fija, “pero de momento es lo que hay”, apunta.
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