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Natalia Lacunza: “Si fuiste un acosador no vale con que te pongas una faldita y des un discurso de libertad”

La artista navarra hace una de sus últimas paradas en Madrid para dar un concierto antes de dedicarse a su nuevo disco, en el que estrenará una canción contra las actitudes machistas

Natalia Lacunza, cantautora.
Natalia Lacunza, cantautora.JORGE RICO

Natalia Lacunza es de Pamplona, tiene 22 años, ha concursado en Operación Triunfo (OT), ha sacado dos EP —Otras alas y EP2—, da un concierto este domingo en Conde Duque (Madrid) y está trabajando en un disco para el que ha escrito una canción en la que confiesa su hartazgo frente al machismo. “En esta industria hay secretismo y blanqueamiento de muchos violadores y maltratadores. A los sellos discográficos y a las radios les da igual; ellos están vendiendo un montón de entradas, son los amos”. A la cantante le da miedo ese abuso de poder y que no haya consecuencias. “No puedo hacer nada más que saber de quién puedo rodearme e informar a la gente. A nivel legal es muy complicado porque si digo un nombre y una acción probablemente me perjudique. No hay manera de justificar muchas cosas. Las que tenemos las de perder somos nosotras, y por eso es tan difícil denunciar”, reconoce este miércoles, en una videollamada.

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Al día siguiente, el jueves, su nombre y el del artista Pol Granch se hacían virales en Twitter por un vídeo en el que él canta un tema de ambos, En llamas, en el festival Starlite en Marbella. En las imágenes, el músico, quien es su expareja, interpreta la parte de ella con una voz impostada, lo que provocó que las redes se llenaran de críticas que lo tildaban de imitación burlesca. En esa misma plataforma, hace unos meses la cantante Sara Socas reprobaba la actitud de Granch: “No solo me has tratado mal a mí, que me faltaste el respeto y me empujaste varias veces, sino a muchas chicas de distintas formas y mucho peores”. Lacunza la defiende: “La pobre Sara se comió toda la mierda ella sola. Hay personas involucradas que no pueden decir nada. Yo lo he pensado muchísimo y ahora mismo no voy a hablar. Ella me parece muy valiente y probablemente se la culpe más que al otro y se la tache de oportunista. Y es como… ¡Madre mía, si supierais toda la verdad!”.

La compositora no es capaz de verbalizarlo, pero lo cantará en este nuevo tema que “necesitaba escribir”. Se lo propuso una persona de la discográfica y ella, con ironía, respondió que así se arreglaría todo. “He cogido toda esa rabia. Veo que pasa tan a menudo que me siento parte de algo muy grande, por desgracia”, resume, aunque no quiere dar más detalles.

Con el mismo aplomo insiste en que ella quiere estar tranquila y no sufrir por lo que no está en su mano: ”Ahora mismo sé que no tengo fuerzas para exponerme. Necesito ser feliz, que no se me cuestione y disfrutar de mi trabajo”. Este domingo tiene su última parada en Madrid hasta el año que viene, en un espectáculo de Veranos de la Villa. “Hemos tocado en muchísimos sitios y lo hemos pasado genial porque mi banda es increíble, somos como una familia y estar de gira es como estar de campamento”, comenta.

La pandemia ha hecho que la artista navarra viva como en una ficción. Ha empezado a tocar en solitario con medidas de seguridad, mascarilla, distancia. “Todavía no sé lo que es dar una actuación con la gente de pie, toda junta, bailando y chocándose. Aun así, lo he disfrutado un montón, yo creo que me voy a desmayar cuando dé el primer concierto normal”, afirma. Tiene las expectativas puestas en su nuevo álbum, en el que lleva trabajando desde principios de año. “Estoy intercalando la gira con sesiones de composición y producción con Pau Riutort, que trabajó conmigo en A otro lado. Viene de hacer mucha banda, ha sido guitarrista y es muy bueno. Además, ha trabajado con Bad Gyal, tiene una mezcla muy guay y conecto mucho con él”, apunta sobre su eclecticismo; esa misma cualidad se la atribuye a su próximo trabajo. “Tiene variedad y color. Me encanta porque yo escucho las nueve canciones que tengo y siento que he avanzado escribiendo. Y en cuanto a géneros, el dream pop puede ser el que lo englobe”, añade.

Su fama despegó en su paso por el concurso de OT, en el que cantó temas como Toxic o The Scientist. A través de las pantallas los espectadores pudieron acercarse a esa joven con tatuajes que ha explorado con su pelo en color y forma —ahora lo tiene entre rojizo y rosado—, que no dudó en compartir que era bisexual y que acabó como uno de los iconos del colectivo LGTB+ en el programa televisivo. “En ningún momento voy a dejar de decir quién soy. Estoy orgullosa de lo que me gusta y de a quien quiero. Eso lo compartimos en nuestra generación”, señala. Y añade que a los jóvenes les ha tocado pelear contra estigmas, rechazo, pero precisamente eso les ha hecho alzar la voz. “Pablo Alborán igual podía ver en peligro su carrera por ser homosexual. Si no lo dijo antes será por culpa de lo amenazado que se sentía”, apuntala sobre el famoso cantante que el año pasado habló de su sexualidad en un vídeo de Instagram.

A veces, se siente dentro de una pompa de gente tolerante. Mientras, fuera siguen las amenazas. “Pensamos que es algo extendido y no es así, siguen asesinando y discriminando por la orientación. El siguiente paso es que la gente que no pertenece al colectivo diga a sus amigos homófobos que lo son” describe Lacunza.

Este debate y sus vertientes son su “pan de cada día”. Está a favor de la deconstrucción del prototipo de hombre hetero duro y poco sensible. Lo que le parece mal es “la hipocresía”. “Si fuiste un acosador no vale que ahora te pongas una faldita, te pintes las uñas y des un discurso de libertad”, sentencia sobre quienes se lucran de la imagen de chico femenino y emotivo. Se muestra determinante, pero se aleja de la cultura de la cancelación; cree que las personas pueden cambiar. “Todo el mundo tiene derecho a reeducarse y pedir disculpas. No es necesario crucificarles: si están arrepentidos, ya es un castigo la vergüenza”.

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