De mantones y luces navideñas
Mario Vaquerizo proclamó en su pregón de las fiestas de agosto que Madrid es ‘el lugar donde nunca nadie te pregunta ni a dónde vas’. Que se lo digan al pintor Antonio López
En Vigo ya ha comenzado de forma oficiosa la Navidad, con su alcalde Abel Caballero inaugurando un montaje de luces tan ambicioso que sería capaz de atraer la mirada de Jeff Bezos en uno de sus viajes espaciales. En Madrid no podemos estar pensando en pleno agosto en tales festividades, a no ser que la colaboración público-privada que tanto defiende nuestra presidenta Ayuso dicte lo contrario. Aquí aguardamos, sobre todo, por no saltarnos las verbenas.
La web municipal creada para la ocasión está controlando de forma estricta el aforo de las actividades culturales del programa de este año por las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. En ese aspecto, sí se ofrece sensación de seguridad sanitaria. Pero la nuestra sigue siendo una de las comunidades más laxas en sus protocolos contra el coronavirus, con restricciones mínimas que hacen que los agentes de policía no puedan controlar desde hace semanas las fiestas nocturnas en la plaza de Pedro Zerolo. Ni si quiera con refuerzos.
No ayuda tampoco a lanzarse a las calles adornadas con mantones de colores el caos con la segunda pauta de vacunación de los menores de 40, que deberían completar su pauta precisamente en estas fechas. Mi experiencia no pudo ser mejor. El mensaje de texto llegó puntual. Acepté la propuesta de cita, aunque me era muy complicado asistir a ella, por miedo a que la contraoferta no volviera a llegar a mi teléfono. Llamé al número 900 habilitado por la Comunidad y allí me sugirieron contactar con mi centro de salud, donde sus impecables sanitarios se encargaron de pincharme casi de inmediato. Amigos de mi misma edad no han tenido esa suerte. O nunca les llegó el mensaje de texto o su centro de salud no pudo ofrecerles la misma alternativa que a mí, sin que haya una explicación clara de tales diferencias.
A pesar de todo, las celebraciones veraniegas han arrancado en este año de semiesperanza con Mario Vaquerizo dando el pregón de este viernes. Invitado por el gabinete de alcaldía, vestido de chulapo con un traje encargado para la ocasión y con su habitual melenón a lo Norma Duval recogido esta vez bajo una parpusa, el showman fue pura colaboración público-privada, una exitosa empresa en sí mismo proclamando las excelencias de la capital sobre un escenario de la plaza General Vara de Rey. Dijo que Madrid es la ciudad más cosmopolita y más desprejuiciada que conoce. “El lugar donde nunca nadie te pregunta ni a dónde vas, ni de dónde vienes”, proclamó el de Vicálvaro. Se estaría refiriendo a la gente que está de botellón frenético en la Pedro Zerolo, porque si eres Antonio López y te da por ir la Puerta del Sol con un pincel en la mano, entonces la Policía municipal te pide los papeles. Y le da igual que seas Van Gogh o una Nancy Rubia. Así, sin quererlo, el octogenario pintor nos ha brindado otra imagen hiperrealista de la ciudad frente a la cuña publicitaria de Vaquerizo.
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