_
_
_
_
ESTACIÓN EN CURVA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La historia de todos

Las continuas huellas de Lorca en Madrid recuerdan un pasado que tiene mucho de presente

Varios jóvenes sostienen pancartas durante una manifestación en Madrid para condenar el asesinato de Samuel, un joven de 24 años, debido a una paliza.
Varios jóvenes sostienen pancartas durante una manifestación en Madrid para condenar el asesinato de Samuel, un joven de 24 años, debido a una paliza.Alberto Ortega (Europa Press)
Antonio Ruiz Valdivia

“¡Marchita!” María León se revuelve por el suelo, se desespera, grita, enloquece, se ahoga, se retuerce, se recrimina. Canta, barrunta, solloza, calla. De negro entre las lunas que no quieren alumbrarla. Y se emociona cuando las luces se encienden y el público se pone en pie. No puede sujetarse las lágrimas. Está estos días reviviendo a Yerma en los teatros del Canal, con una versión libre de Lola Blasco, junto a Jorge Monje y Lucía Espín. Sacando lo que lleva dentro, sin artificios grabados y con lleno en las butacas.

Anda muy lorquiana Madrid este mes de julio. Este mismo domingo se despide del Teatro Español Una noche sin luna, de Juan Diego Botto. Un monólogo que colgó el todo vendido desde su arranque y que ha hecho llorar en la oscuridad a media ciudad. Porque la historia de Federico García Lorca es la de toda España. Por el patio andaban hace unos días sentados viendo ese ayer tan de hoy la que era todavía vicepresidenta, Carmen Calvo, y el exministro José Guirao. No sabían el terremoto a lo Bernarda Alba que se avecinaba en Moncloa. Para arriba ahora dos miembros del PSOE madrileño: Félix Bolaños y Pilar Llop.

Los rastros de Lorca salpican toda la ciudad, desde su estatua en la plaza de Santa Ana hasta el número 96 de la calle de Alcalá

Los rastros de Lorca salpican toda la ciudad, desde su estatua en la plaza de Santa Ana hasta el número 96 de la calle de Alcalá, entre Narváez y Felipe II, donde vivió hasta el estallido de la Guerra Civil. De allí saldría hacia su Granada, para morir más tarde escuchando “maricón”. Las historias más tristes se siguen repitiendo. La Puerta del Sol durante esta semana ha clamado por Samuel y por ese asesinato al mismo grito que tuvo que escuchar el poeta. Un dolor y una realidad que la sociedad no quiere ver de lleno. Porque sí importa lo que se dice cuando se mata a alguien.

Los libros de tapa negra de Cátedra con las obras de García Lorca marcarían también para siempre a Elena Medel, escritora andaluza que también ha acabado en Madrid. Tras las vicisitudes de la pandemia, ha podido recoger esta semana el premio Francisco Umbral por su novela Las maravillas. Ella misma confiesa que lo iba a llamar Ideología y recoge esas diferencias de clase que reinaron y siguen gobernando en Madrid. Ella siempre escribe con las persianas bien subidas para que se cuele lo que dicen los vecinos en su Carabanchel.

Y, de nuevo, a Sol. Como todos los jueves, extienden su tapiz de rostros perdidos bajo la estatua de Carlos III, con el objetivo de buscar “verdad, justicia y reparación”. Son los familiares de los desaparecidos y asesinados durante la Guerra Civil. “Este país tiene la memoria del franquismo, la memoria democrática no existe”, dice Ildefonso, nieto de fusilado e hijo de represaliado. Tomi está muy cerca de él y sigue esperando encontrar los restos de su abuelo Juan, de Valverde de Llerena (Badajoz). Su historia y la de Lorca es la de España, la de todos.

Suscríbete aquí a nuestra nueva newsletter sobre Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_