Un mundo feliz y oscuro
La exposición situada en la librería Cervantes y Compañía reflexiona sobre como afecta la tecnología en la sociedad con un toque irónico
Luis Sánchez Parejo está rodeado de tecnología por su trabajo como ilustrador en el periódico El Mundo, aunque al mismo tiempo le atormenta ser consciente de que está al servicio de empresas como Google. Esta reflexión la ha querido reflejar en la exposición Un mundo feliz, que estará hasta el 28 de agosto en el sótano de la Librería Cervantes y Compañía. Sus técnicas abarcan distintos formatos como el dibujo, la fotografía, la escultura o la animación, por eso en la muestra ha incluido tres videoinstalaciones. Las obras sirven de guía a los espectadores hasta el interior de su cerebro a través de obras oscuras que se rebajan con un tono de humor.
El nexo entre las obras es la alienación tanto cultural como tecnológica y también la atención fragmentada. “Estamos a mil cosas a la vez y sujetos a las redes sociales y la tecnología. No atendemos a nada”, señala el artista. La pieza destacada se titula Un mundo feliz, que muestra una animación de un esqueleto mirando un móvil mientras un hámster da vueltas en su cabeza. Con ella, quiere transmitir que la gente está enganchada al móvil y el tiempo pasa sin que se den cuenta. “A Google, Facebook y otras empresas les damos todos nuestros datos y les permitimos que controlen nuestra privacidad. Quizá la obra más representativa es el código de barras de una huella digital”, asegura. Otra de las ilustraciones simula una casa llena de orejas que Parejo relaciona con el asistente de voz virtual Siri o Alexa. “Cuantas veces has hablado de algo y de repente encuentras en tu móvil anuncios. Al final saben más que tu madre”, indica.
El artista cuenta que la exposición surgió gracias a su perro de raza teckel llamado Manolo: “Se comió una pelota y la dejo tirada. Se me ocurrió meter un ojo hecho con silicona y hacer una animación como que está atrapado dentro”. Luis Martínez, crítico de cine, considera que esta videoinstalación refleja el germen de la muestra: “Lo siniestro acecha desde cualquier lugar. Nos observa para advertirnos del miedo cotidiano que siempre nos acecha. Un golpe de revés y el mundo queda convertido en pesadilla”.
El título de la exposición, Un mundo feliz, hace un guiño al escritor Aldous Huxley. “Es perfecto porque las obras son oscuras, pero las trato con ironía. No es felicidad, sino un desastre lo que te encuentras aquí”, señala Parejo que admite influencias de la cultura pop y del surrealismo. Quiere que los visitantes se sorprendan y se pongan en su lugar para comprender las obras, pero no olvida el resquicio de humor para que no generen rechazo. Una de las más oscuras reflexiona sobre las fiestas de Navidad. “Siempre reparto a mis amigos christmas en esas fechas como el que tengo expuesto. Soy un poco como El Grinch con la Navidad y quiero hablar sobre lo que significan esos días en los que tienes que ver a gente que no te apetece, brindar como si fuera tu último día y consumir”.
Para contrastar ese toque de tensión y oscuridad, cada una de las imágenes cuentan con un código QR donde se puede escuchar comentarios de algunos de sus amigos como si se tratase de una audioguía. “Ha quedado una cosa marciana pero muy interesante. Han participado 20 personas mandando escritos y todas estaban encantadas de hacerlo. La gracia es que no tiene carácter académico, sino sus opiniones sobre las obras. Ya no son solo mis ideas, sino las de más personas”, explica Parejo. Su compañera del periódico Maite Vaquero se encarga de dar voz a esos textos con un tono museístico.
Parejo ya ha expuesto en otra ocasión en Madrid. Cuando cumplió los 40 años vivió un mal momento y decidió hacer el Camino de Santiago en bici para reencontrarse. Durante el trayecto tomó varias fotografías y se le ocurrió introducir objetos paranormales como Ovnis, Godzilla o enanitos del bosque. “Así cree una serie que mostré en Filete Ruso. Todo muy surrealista, pero que le gustó a mucha gente”, señala el artista que añade que unas 50 personas se llevaron algunos de sus ilustraciones. Eso es algo que le reconforta no solo por la parte económica, sino por pensar que alguien va a tenerlo en el salón. En esta ocasión, las obras vuelven a estar a la venta con un precio entre los 100€ y los 200€, a excepción de la animación del esqueleto que da título a la exposición que cuesta un millón de euros: “Sé que no lo voy a vender, así que me he dado el lujo de ponerle ese precio”.
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