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Horcajuelo de la Sierra: reservas con meses para disfrutar de la naturaleza sin salir de Madrid

Las casas rurales y los escasos alojamientos de este municipio de 86 habitantes cuelgan el cartel de completo

Horcajuelo de la Sierra
Hilera de coches aparcados en la entrada de Horcajuelo de la Sierra, pueblo de menos de 100 habitantes.David Expósito
Idoia Ugarte

Horcajuelo de la Sierra es uno de esos pueblos de la Comunidad de Madrid que muchos coches pasan de largo, aunque desprenda un halo de cuento, con sus casas bajas y sus calles empedradas, con las sillas colocadas a la entrada y la ropa tendida oreándose al sol. Se respira una tranquilidad tan solo rota por el repicar de las campanas de la Iglesia de San Nicolás de Bari. Pero los cierres perimetrales decretados por el Gobierno regional durante los puentes y las vacaciones, y el miedo a viajar a otras comunidades, han propiciado que los madrileños descubran este pequeño enclave de 86 habitantes, y acudan en masa a disfrutar de sus sendas y sus paisajes. Esta pasada Semana Santa era misión imposible encontrar una mesa para comer. Las casas rurales y los escasos alojamientos también colgaban el cartel de completo.

La terraza de la Posada de Horcajuelo el pasado 3 de abril.
La terraza de la Posada de Horcajuelo el pasado 3 de abril.

El Bulin de Horcajuelo, que dispone de hasta 24 plazas de alojamiento, afirma que desde que se terminó el confinamiento en mayo han tenido la misma demanda, que ha sido mucha, y que todos los turistas que reciben son madrileños. “Quitando octubre que estuvimos un poco parados por las restricciones, estamos llenos los fines de semana y hasta entre semana. Algún día hay suelto, pero es que son necesarios para efectuar las limpiezas”, indican. En la Posada de Horcajuelo, un hogareño hotel rural de piedra y madera, tienen reservadas todas las habitaciones incluso para el puente de mayo.

La vecina Mari Carmen Mesto, sentada en la entrada de su casa en Horcajuelo de la Sierra.
La vecina Mari Carmen Mesto, sentada en la entrada de su casa en Horcajuelo de la Sierra.David Expósito

A pesar de todo el turismo que recibe, resulta curioso que Horcajuelo de la Sierra, situado a 94 kilómetros al norte de la capital por la autovía de Burgos (A-1), no haya tenido casos de coronavirus. “En cuanto vemos que la gente llega nos escondemos en nuestras casas”, explican los vecinos, un poco molestos por la invasión de coches que tienen que soportar, mal aparcados enfrente de sus viviendas sin respetar las señales de no estacionar. Aún así, este hecho no erosiona la buena convivencia. “Cuando vienen hay mucha vida en el pueblo y eso siempre es bueno. Lo veo bien porque la gente necesita este aire”, dice Mari Carmen Mesto.

Esta vivaracha señora de 77 años es la encargada de abrir y cerrar la Iglesia de San Nicolás de Bari, aunque allí son devotos de San Antonio de Padua. “El más guapo que hay”, opina Mari Carmen, que va guardando con mimo los candelabros, los manteles y tapices de la misa que se acaba de oficiar. Señala una pequeña cúpula del siglo XIV que se descubrió hace unos años. “Durante la época de la gripe española se tapó y no lo sabíamos. Se encaló la iglesia entera para desinfectarla, la cal mata todo, era como el gel hidroalcohólico de entonces”, explica.

Jaime Grabalosa se ha venido con su familia a Horcajuelo de la Sierra durante las vacaciones de Semana Santa.
Jaime Grabalosa se ha venido con su familia a Horcajuelo de la Sierra durante las vacaciones de Semana Santa.David Expósito

Delante de su casa, esta veterana monaguilla que ha nacido en este pueblo, al igual que sus antepasados, tiene dos sillas para tomar el sol y echar la tarde. “Montamos el tenderete aquí para que no nos aparquen”, confiesa en bajito. Cuando hay mucha gente que quiere visitar la iglesia a veces la cierra y se va a casa directa para evitar contagiarse.

“Venimos porque no podemos ir a otro sitio, es la primera vez y reservé en enero porque ya intuíamos que no íbamos a poder salir. Conociéndonos, no hubiésemos venido en la vida si no hay una pandemia”, cuenta Jaime Grabalosa, que está con su familia y son del centro de Madrid. Reconoce que sus amigos han intentado reservar hace un mes y no han podido. “No solo en la sierra del Rincón, sino en toda la Sierra Norte. Llevo tres semanas llamando a restaurantes y sin hueco. Nos va a tocar improvisar”, apunta con humor. Han ido a visitar también otros pueblos y se han encontrado con muchos jóvenes que han alquilado casas rurales y con padres con hijos como ellos.

Por una estrecha calle, sentado en un banco de madera está Armando Martín, de 88 años, una persona mayor que siente pasión por su tierra, y que ha vuelto por fin a su casa tras recibir la vacuna. Ahora vive en una residencia en la capital con su mujer. Apoyado en su bastón, recuerda los tiempos duros en los que no había trabajo y le tocó emigrar a la ciudad: “Después de la guerra aquí lo pasamos muy mal”.

Armando Martín sentado en el banco de la entrada de su casa.
Armando Martín sentado en el banco de la entrada de su casa.

Las consultas por teléfono a la Reserva de la Biosfera, categoría otorgada por la UNESCO en 2005, han aumentado considerablemente. Desde aquí intentan diversificar para que no se concentren los turistas en el mismo pueblo y ofrecen información sobre las 24 sendas disponibles. A su vez, Verde Serrano, un proyecto que se ha creado con el objetivo de poner en valor y visibilizar la transición ecológica que hay en toda la Sierra Norte de Madrid, confirma que no hay alojamientos debido a la creciente demanda de los últimos meses.

“Con el tema de la pandemia, la sierra siempre ha sido un lugar de ocio, pero vivido desde un enfoque de venir a comer”, comenta Aránzazu Burgos, una de las socias de Verde Serrano, que piensa que la crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto que “los ecosistemas enfermos ponen enfermas a las personas”. Por eso, apuesta porque estos pueblos de la Comunidad de Madrid, como el de Horcajuelo de la Sierra, se cuiden con inversiones públicas para que los madrileños más urbanitas se conecten con los bellos entornos naturales que tienen a tan solo una hora de la capital.

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