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Así congeló Madrid ‘Filomena’: hasta un 80% menos de movimientos y dos semanas para recuperar la normalidad

Un mes después de la nevada, un estudio muestra que la nieve colapsó especialmente el sudeste de la Comunidad y encerró a los ciudadanos en su casa como durante el primer confinamiento

La ciudad de Madrid, rodeada de contaminación y nieve.
La ciudad de Madrid, rodeada de contaminación y nieve.PEDRO ARMESTRE (EFE)

No hubo aplausos a las 20.00, ni djs en los balcones, pero la nieve de Filomena logró a principios de enero de 2021 lo mismo que el miedo al coronavirus en marzo de 2020: el primer día laborable tras la histórica nevada que ahogó Madrid con hasta 50 centímetros de nieve dejó tan pocos desplazamientos en la región como los que hubo cuando el Gobierno central ordenó el confinamiento de todos los ciudadanos para combatir la expansión de la pandemia. Ese descenso medio del 65% en la movilidad de la hora punta del lunes 11 de enero por la mañana (frente al 14 de diciembre) es la principal conclusión de un estudio de Nommon, una tecnológica española que trabaja con datos anonimizados de móviles para registrar los viajes de más de 500 metros y establecer patrones de movilidad. Pero no la única. Justo un mes después de la gran nevada, estos son los datos que fotografían cómo congeló Filomena Madrid

El primer aviso llegó el jueves 7, cuando los niños aún jugaban con los regalos de los Reyes Magos: un manto blanco cubrió la capital y la región, y convocó a miles de paseantes la mañana del día 8, cuando parques y calles se llenaron de ciudadanos listos para disfrutar de la nieve. Todo se aceleró durante la tarde de ese viernes, cuando Filomena llegó para golpear con toda su fuerza a Madrid. Fueron 30 horas seguidas de nevada. Un continuo de copos sin casi precedentes en la región que redujo un 45% los viajes respecto al promedio de los fines de semana antes de la pandemia. Y entonces, lo nunca visto: tras todo el sábado 9 nevando, el domingo 10 acabó con las carreteras bloqueadas, cientos de coches varados en los arcenes de las autopistas y millones de empleados sin saber cómo podrían acudir a sus puestos de trabajo al día siguiente. Fue una región luchando contra el colapso.

“El primer día laborable tras el paso de la borrasca, el lunes 11 de enero, registró un número total de viajes similar al registrado los lunes de marzo de 2020, en pleno confinamiento domiciliario: alrededor de 10 millones de viajes (una media inferior a 2 viajes por habitante) en todo el día”, detalla el informe de Nommon. “Este volumen de viajes es aproximadamente la mitad de los registrados en una semana laborable antes de la irrupción de la pandemia, y un 40% inferior al registrado en el último lunes de diciembre previo a los periodos festivos navideños”, añade. “En este sentido, la caída en términos porcentuales fue incluso superior a la del fin de semana”.

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Pero Filomena no afectó por igual a todas las ciudades de la región. Al sureste de la Comunidad el tiempo quedó paralizado, y todo se detuvo. La caída en la movilidad fue superior al 80% en partes de ese área. Un reflejo de la dependencia de las carreteras que hay en algunas de esas poblaciones, alejadas de las estaciones de trenes de Cercanías, y huérfanas del Metro, el medio de transporte que ayudó a mantener la actividad en la capital.

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Allí, y en el resto de la región, la normalidad quedó congelada durante dos semanas. Mientras los peatones se jugaban la vida andando por las carreteras, con las aceras conquistadas por la nieve, los coches intentaban abrirse paso, y las familias, organizar el caos que supuso que las clases estuvieran suspendidas durante más de una semana. Las aulas volvieron a abrir el miércoles 20. Fue un boom: la reapertura provocó 300.000 viajes más entre las 6 y las 10 de la mañana de un día para otro. Impulsada por la vuelta a las clases, el viernes 22, dos semanas después de la llegada de Filomena, la movilidad recuperó niveles equiparables a los del viernes 18 de diciembre.

Sin embargo, también en eso hubo diferencias. Los ciudadanos de los distritos del sur de Madrid se empezaron a mover antes que los del norte. Así, una semana después de la nevada, los viajes con origen en Usera eran únicamente un 19 % inferiores a los del viernes previo a las Navidades, mientras que en Chamberí la cifra subía al 30 %.

“Mientras que el lunes 11 los distritos del sur y del norte de Madrid redujeron su movilidad a primera hora de la mañana de manera similar respecto a la media del conjunto de la Comunidad, el resto de días la reducción fue mayor en los distritos del norte, muy posiblemente debido a que el perfil laboral de los residentes en estas zonas ofrece más oportunidades para el teletrabajo”, opinan los autores del estudio, que detallan que los residentes de Usera ya se desplazaban como lo hacían antes de la nevada el jueves 21.

Ha sido un tsunami”, dijo en los peores momentos el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida. “La nevada ha triplicado las previsiones”, aseguró la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, pese a que los meteorólogos advertían de que las precipitaciones serían históricas ya en diciembre.

Un mes después de esas palabras, ya no hay nieve en las calles de Madrid, que sí siguen llenas de ramas rotas que cortan el paso tras quebrarse bajo el peso de Filomena. Los efectos ambientales (con millones de árboles destrozados) del temporal solo se conocerán en el largo plazo. Lo mismo ocurre con las consecuencias económicas de una gestión que dejó a la región paralizada durante varios días, y sin recuperar su movilidad habitual durante dos semanas. Mientras tanto, una cosa es segura: cuando los madrileños dejaron atrás el fin de semana jugando en la nieve, y quisieron ir a trabajar, no pudieron mover sus coches.

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