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Miles de alumnos de 43 colegios en Madrid siguen sin incorporarse a las clases por los daños causados por la nieve

La dirección y los padres de un centro escolar se lo encuentran precintado a la hora de entrar a clase sin recibir aviso previo

El colegio CEIP Rosa Luxemburgo cerrado por la nieve este miércoles 20 de enero
El colegio CEIP Rosa Luxemburgo cerrado por la nieve este miércoles 20 de enero David G. Folgueiras
Berta Ferrero

Karima Chelid vistió a sus dos hijos, de 3 y 5 años por la mañana para ir al cole. Se había convertido en un día especial. Por fin. Después de 10 días de retraso por el temporal Filomena. Después de haberse unido a otros padres y profesores el viernes pasado para limpiar los accesos y el centro. Después de haber sufrido “la ineficiencia de las administraciones, que no se pusieron a trabajar hasta el sábado pasado”. Después de ver cómo la educación a distancia, con niños de esa edad, es un comedero de cabeza. Por fin había llegado el día. Y los padres como ella, que trabaja en banca, podían recuperar su día a día en sus centros de trabajo. Pero el destino tenía preparada una sorpresa de última hora. “Pensaba que me estaban vacilando”, cuenta Chelid, la presidenta del Ampa del colegio público bilingüe Ausias March. Cuando llegaron los primeros niños, a las 7 de la mañana, cuando se reparten los desayunos, se encontraron el centro precintado. La sorpresa fue mayúscula. Y comenzó el caos y la desesperación.

La Comunidad de Madrid comunicó el martes que 43 de los 2.550 centros educativos de la región madrileña no podrían abrir este miércoles sus puertas. De esos, 29 pertenecen a la capital, a los que se suman ocho escuelas infantiles. Según estimaciones de la Federación Francisco Giner de los Ríos, que aglutina a la mayoría de asociaciones de padres, este miércoles se han quedado sin poder entrar en el colegio unos 27.000 menores.

Puerta del colegio Ausias March acordonada esta mañana
Puerta del colegio Ausias March acordonada esta mañanaAmpa Ausias March

Muchos padres, como los del Rosa Luxemburgo, recibieron una nota la tarde anterior de la vuelta a clase. Con poco margen de maniobra. No habría colegio hasta nuevo aviso. A los del Ausias March, sin embargo, no les comunicaron nada. “La Junta [de Villaverde] nos ha dicho que había un listado de centros que estarían cerrados y había cuatro de nuestro distrito, pero el nuestro no estaba entre ellos”, cuenta Chelid. Por eso los padres de los 700 alumnos de este colegio se afanaron en preparar a sus hijos y en recuperar su vida laboral. La sorpresa, por tanto, fue mayúscula. Pero no solo para ellos, también para la propia directora, que no entendía qué había pasado y por qué no podía abrir su centro.

La sucesión de hechos fue la siguiente. La empresa de catering que ofrece los desayunos llega un poco antes de las 7 de la mañana para abrir el centro. En ese momento se encuentra el acceso precintado. Llaman a la directora, que no da crédito porque nadie le había avisado. Acto seguido, empiezan a llegar los primeros padres. Alucinan. Deciden llamar al agente tutor, como se denomina a la figura de la policía local que tiene facultad para abrir o no el centro. Se persona el agente, comprueba las instalaciones y quita el precinto. Los niños entran a desayunar y los padres se van a trabajar, con retraso. A las 8.50 les llaman de nuevo. Tienen que recogerlos. Los padres que llevaban a sus hijos a las 9 ya están en ese momento en la puerta y les impiden el paso, a pesar de que hay algunos alumnos dentro. Y se monta el lío.

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“Por lo visto, anoche, a las 24.00, se hizo una inspección y se decidió que el centro se cerraba. Avisaron a la Dirección de Área Territorial y listo. Pero ningún miembro de la dirección los supo”, explica la presidenta al teléfono, que en ese momento se encuentra sentada junto a la directora del centro, que trata de desentrañar in situ lo que ha pasado, entre llamadas y llamadas a distintas administraciones. “Lo que no puede ser es que la semana pasada vinieran dos técnicos el jueves y esta semana otro el lunes y dijeran que se podía abrir sin problema. Había un canalón de un patio que tenía mucha nieve y se decidió precintar el patio, cerrarlo directamente, pero el resto, el edificio, todo está perfectamente. Yo soy la primera interesada en que ante todo mis hijos tienen que estar en un centro seguro. Pero esto no tiene nombre. Y lo peor, sin avisar a los padres”, se queja y apunta a la “dejadez” de las administraciones, “que no han hecho nada en toda una semana”. La presidenta añade que: “La gestión de la crisis es lamentable. Han esperando a que la nieve se derrita sola y no se han puesto a hacer nada hasta el sábado, pero claro, no ha habido tiempo porque hay muchos centros”.

“Hay gente que se ve en la obligación de dejar a sus hijos menores solos en casa porque tienen que ir a trabajar”, dice la presidenta de la Federación Francisco Giner de los Ríos

Igual de lamentable le parece la gestión a Ainhoa Aranzadi, presidenta del colegio público Rosa Luxemburgo. No para de recibir correos de padres preocupados y pidiendo información. Pero tienen poca. Un día antes de la vuelta a las aulas, Ainhoa habló con la directora del centro -donde hay matriculados alrededor de 450 alumnos y donde acogen además a 60 del instituto Ana Frank, cuyo edificio no se ha empezado a construir todavía- y le dijo que todo seguía su curso. Durante la semana pasada habían ido una arquitecta y un aparejador y no habían visto daños importantes. La sorpresa llegó por la tarde. Cambio de planes. El centro cerraba sus puertas hasta nuevo aviso y avanzaba que repartirían ordenadores y tablets para los alumnos más vulnerables y que el día 25 comenzarían las clases como si estuvieran confinados, de 9 a 14 horas.

“Hay gente que se ve en la obligación de dejar a sus hijos menores solos en casa porque tienen que ir a trabajar. Si luego pasa una desgracia, a ver qué pasa, son capaces hasta de quitarnos a nuestros hijos”, lamenta la presidenta de la asociación de padres, que tiene un hijo de 10 años. Ella regenta una pastelería donde solo tiene una empleada a la que le ha tenido que reducir las horas y su marido trabaja en una empresa. “Hasta el lunes teletrabaja, luego tendrá que volver”, dice, a la vez que recuerda que con la situación actual del covid “no podemos tirar ni de abuelos ni de familiares. Es un desastre”. Lo que piden, por tanto, es que “la administración se dé prisa en solucionar el problema. Por lo visto, en este tiempo han salido unas grietas por el peso de la nieve. Si la hubieran retirado a tiempo no estaríamos en esta situación, claro, pero ya que estamos que lo solucionen cuanto antes y si no, que nos habiliten otro espacio”, pide.

La desesperación se repite entre las 27.000 familias repartidas por la región. Este martes, los padres del centro Bilingüe Rufino Blanco recibieron un comunicado de su directora que anunciaba de todos los desperfectos: riesgo de cubiertas por embalsamamiento de agua, calefacción con fallos y riesgo de caída de tejas por desprendimiento. “Como directora del centro no puedo informarles del periodo de tiempo que va a suponer porque ni los propios técnicos me lo pueden informar”, decía en la misiva. La desesperación se extiende. Y la sensación de mala gestión de las administraciones se multiplica.

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Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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