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Los huesos rotos que deja atrás ‘Filomena’

Los hospitales públicos madrileños atienden a más de 2.000 pacientes con fracturas por caídas en las calles tras el paso del temporal

Juan Diego Quesada
Una paciente que sufrió hace dos días una fractura de tobillo por una caída abandona el hospital de La Paz, este martes.
Una paciente que sufrió hace dos días una fractura de tobillo por una caída abandona el hospital de La Paz, este martes.David G. Folgueiras

Cuando la gente vio la nieve por la ventana pensó que era un buen momento para revolcarse en ella, hacer un muñeco con nariz de zanahoria y ojos de pepinillo o incluso de sacar los esquís del trastero. Juan Carlos Rubio, sin embargo, vislumbró un montón de huesos fracturados.

El jefe de sección de la Unidad de fracturas y politraumatismos de La Paz no es que adivine el futuro, más bien conoce su oficio. Los hospitales madrileños han atendido desde el lunes más de 2.000 traumatismos. El Summa 112, el servicio de emergencias, recibido 7.500 llamadas de auxilio, de las que 146 fueron por caídas en la calle. El tráfico de llamadas marca un récord desde el inicio de Filomena, según las autoridades, un nivel solo comparable a la primera ola de la covid.

Con la nieve y el hielo que colapsan Madrid las caídas llegan en cualquier momento. María Dolores Córdoba, de 64 años, salió ayer a comprar cuando se resbaló en el portal. Por acto reflejo apoyó la muñeca. “Fractura del radio discal derecho con desplazamiento del cúbito”, lee Córdoba en el parte.

El portero del edificio le ayudó a levantarse. Por el dolor intenso fue consciente de que podría tratarse de una rotura. “Duele un poquito”, dice. Está tomando calmantes. Se acaba de hacer un PCR por si está contagiada, y si el resultado es negativo la operarán mañana mismo. “La sala de espera de urgencias está llena de gente que se ha caído”, añade José María Cuadrado, su esposo.

El doctor Rubio cuenta que las pruebas para detectar la covid demoran entre seis y diez horas las intervenciones quirúrgicas urgentes. “Incordia a la organización del hospital”. El lunes recibió en su unidad 117 pacientes con traumatismos, un 30% de todos los que acudieron a Urgencias en La Paz. De esos, 70 sufrieron una fractura del radio discal o fractura de colles, lo que viene a ser una rotura de muñeca, como la de la señora que iba a la compra. Es el accidente más común.

Además, 15 se han fracturado tobillos. Es el caso de Ana, conocida en el barrio de El Pilar como Triana. Este periódico contó hace dos días la historia de cómo un 4x4 conducido por dos jóvenes la recogía en su casa de manera altruista para llevarla al hospital. Se había demorado 24 horas en pedir ayuda por Telegram, porque creía que mucha gente la necesitaba más que ella. “Yo soy muy fuerte y si la gente tenía ictus o ataques del corazón, cosas más graves, no quería colapsar las urgencias. Puse el tobillo en alto y le apliqué hielo”. Pero no pudo aguantar. Esta mañana se iba del hospital escayolada y en una silla de ruedas, empujada por su hermana mayor.

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El acceso a las urgencias de traumatología del Hospital de La Paz.
El acceso a las urgencias de traumatología del Hospital de La Paz. David G. Folgueiras

La conductora de ambulancias Rosa Mariño lleva un gorro quirúrgico psicodélico del que cuesta apartar la mirada. Se dedica a hacer traslados de pacientes entre hospitales. “En una hora he visto siete fracturas, seis de muñeca y una de tobillo”, cuenta, confirmando la estadística. Alberto Canóniga también ha hecho este tipo de traslados, aunque él es taxista. Hace un rato recogió a una mujer que yendo a trabajar se cayó y se rompió el pie. La acaba de dejar en la puerta de urgencias.

Rubio tiene 63 años y de estos 39 en traumatología. Según las circunstancias, explica, saben el tipo de paciente que va a aparecer ese día en urgencias. Si hay lluvia, muchos golpes de coches, aunque sea de poca intensidad, por el frenado o la poca visibilidad. Los fines de semana en verano, comas etílicos, peleas y también algún accidente de tráfico. Así que al ver caer los copos de nieve no le costó mucho proyectar lo que iba a venir.

La buena voluntad de los vecinos que han salido a despejar sus calles se ha cobrado sus víctimas. Miguel Ruiz, abogado de 60 años, despejaba la suya cuando una vecina, Eli, se ha caído y se ha roto la muñeca. Ruiz sacó su todoterreno y la llevó al ambulatorio del pueblo, pero allí le dijeron que no podían atenderla con ese cuadro médico. “Nos estamos cargando la sanidad pública. Vamos para atrás”, afirma a través de la ventanilla, mientras busca sitio donde aparcar cerca de urgencias. Dejó allí a su vecina, y ahora irá a ver en qué puede ayudarla.

Las fracturas de colles son típicas de personas mayores, explica Juan Antonio García-Torres García, fisioterapeuta. Cuenta que el hueso se deforma al romperse por el peso del cuerpo y que es importante acudir pronto al hospital para que los médicos lo vuelvan a colocar en su sitio. La escayola se pone entre seis y ocho semanas y después hay un proceso de recuperación de otros dos meses en los que se trata de recuperar la movilidad y reforzar la musculatura de la muñeca.

¿Cuál es la mejor forma de evitar este tipo de accidentes? “Quedándose en casa, como dicen los gobernantes”, contesta Rubio el jefe de traumatología. “Pero es exigirles demasiado en estas circunstancias. Deberían limpiarse las calles lo antes posible. Han pasado 48-72 horas desde la nevada y los alrededores de Madrid siguen impracticables”.

La nevada, además, dificulta la actividad diaria del hospital. Todavía hay ingresados pacientes de alta desde el viernes, a los que las ambulancias no han podido llevar a casa. Las cirugías se demoran por los test, no hay suficiente banco de sangre ni de instrumental quirúrgico para operar. Filomena ha dejado a su paso un buen número de huesos quebrados y escayolas que colocar. El doctor Rubio lo vio venir.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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