Por un puñado de turistas
La ausencia de visitantes extranjeros amplía la rivalidad y la tensión entre los guías turísticos y los historiadores del arte, que acusan a los primeros de acoso mientras enseñan el patrimonio de la ciudad
Olivia Sánchez es historiadora del arte y por 80 euros enseña a turistas extranjeros el Museo del Prado en dos horas. Los guías turísticos lo hacen por 120 euros. A los turistas españoles el servicio les sale por 50 euros y lo contratan en una famosa plataforma de venta de entradas. Hace unas semanas acompañaba a una pareja de turistas filipinos que querían conocer Las Meninas, cuando uno de los guías turísticos con carné de la Comunidad de Madrid, que suelen estar apostados a la entrada del museo para ofrecerse como acompañante por las salas, se abalanzó contra los clientes de para denunciar que Olivia Sánchez no era competente porque no es una guía turística con carné. No es la primera vez que sucede el enfrentamiento entre historiadores y guías, pero la ausencia de turistas y de trabajo ha elevado la tensión entre ambos colectivos.
“Es algo habitual, nos increpan y acosan cuando nos ven con un grupo concertado a la entrada del museo, como si no tuviéramos derecho a trabajar. Los clientes no entienden lo que ocurre y tienes que explicarles que la ley nos ampara”, cuenta Sánchez. La informadora se refiere a la Ley de Medidas Liberalizadoras y de Apoyo a la Empresa, aprobada por la Unión Europea en 2006, que obligó a modificar la Ley de Ordenación del Turismo de la Comunidad de Madrid, tres años después. Desde entonces cualquiera puede guiar a un grupo y mostrar el patrimonio de la ciudad. Los guías, a los que el Prado ha permitido ofrecer sus servicios en el interior de las instalaciones y a todo visitante que acceda, se quejan de intrusismo. Los historiadores denuncian la agresividad y las lagunas de preparación en historia del arte de los guías.
“Somos las Kellys del patrimonio”, resume la situación Pepe Castillo, presidente de la Asociación Profesional Española de Historiadores del Arte (Aproha), que sufren desde hace más de una década la persecución de los guías. “Es una situación que se alarga demasiado. La mayoría de las Comunidades Autónomas no han roto con el monopolio con el que acabó la normativa europea. Pedimos que se acaba con el abuso de poder de los guías y sus lobbies”, apunta. Por eso crearon la asociación, para defenderse. Lamenta que en España no se regule la difusión del patrimonio, a pesar de ser el tercer país con más bienes Patrimonio de la Humanidad del mundo. Es un combate en las alturas, entre los ministerios de Cultura y Turismo: el primero no lo contempla en la Ley de Patrimonio y el segundo, ante el silencio del otro, se queda con el sector. Castillo usa un silogismo para aclarar el problema, si el profesional competente en un yacimiento es un arqueólogo, en un museo lo es el historiador del arte.
Los historiadores denuncian que quieren obligarles a convertirse a otra profesión y hacerse con el carné de guía para aplicar sus conocimientos, pero la ley les ampara. “El problema es que hay ayuntamientos que acuerdan con los empresarios turísticos usar la policía municipal para acosarnos mientras hacemos nuestro trabajo. Lo que pasó en el Prado es habitual, en las taquillas nos gritan: “¡Intrusos!”, sostiene Castillo. Por eso pide competencias para reglar las prácticas de difusión del patrimonio al Ministerio de Cultura y a las Comunidades Autónomas. “Lo más indignante es la ausencia de reconocimiento y la ausencia de profesionalización”, añade.
Precisamente, hace unos días la Asamblea de Madrid ha votado a favor de regularizar el sector, con una PNL presentada por el grupo Unidas Podemos. Sin embargo, la diputada Carolina Alonso defendió su proposición ante el intrusismo en el sector de los guías turísticos. Podemos pidió la protección de los guías turísticos porque “nos encontramos personas que desempeñan su actividad sin ningún tipo de acreditación, titulación” y sin poder demostrar que prestan un servicio de calidad. Más Madrid y PSOE apoyaron con su voto la propuesta y, por sorpresa, también Vox. El PP se opuso con énfasis, a pesar de que en 2016 propuso una PNL similar a la de Podemos: “En la Unión Europea se trata de derribar muros y no de levantarlos. Por eso en los países socialistas siempre fracasan y crean pobres por millones”, argumentó la diputada Negro Konrad. La Comisión de Cultura aprobó con 11 votos la regulación del oficio.
En Madrid hay cerca de 450 guías con carné y una caída del 65% de la facturación del turismo. Antonio Sánchez es el vicepresidente de la Asociación Profesional de Guías de Turismo (APIT) en esta comunidad y sostiene que no ven el conflicto con los historiadores, porque “en todo momento garantizamos el buen comportamiento de nuestros socios”. Aunque también marca distancias con su competencia: “Los visitantes no vienen a que les den lecciones”. Dice que desde 2009 su colectivo sufre “el mayor acoso de intrusismo”. Ahora cualquiera puede trabajar como guía, pero el peor enemigo son los “free tour”, que hacen recorridos a cambio de una propina. El coronavirus lo ha empeorado todo y hay guías que no trabajan desde que se canceló el turismo en marzo. “Y tampoco tenemos perspectivas laborales para 2021”, dice Sánchez. Ahora que el turista no llega a la capital y dependen del mercado de proximidad. Enseñan Madrid a los madrileños.
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