Madrid borra una polémica obra de un artista urbano en Lavapiés
La Junta Municipal de Distrito Centro considera que puede incitar al odio y aumentar la conflictividad social de la zona
C.A.L.L.E es un festival que lleva ocho años celebrándose en el madrileño barrio de Lavapiés y en el que los artistas urbanos toman las calles en mayo para vestir con colores los cierres de comercios y las fachadas grises. El Ayuntamiento de Madrid dirigido por la exalcaldesa Manuela Carmena otorgó el año pasado, la última edición debido a la pandemia, el permiso para que se realizase una intervención en los lugares designados, como el muro colaborativo de la corrala del Sombrerete. Ahí se encontraba la obra del artista urbano Guillermo J Bueno, en la que aparecían tres policías reduciendo a un robot. El actual Ayuntamiento ha borrado la pintada de ese muro dejando un espacio en blanco a mediados de este mes de agosto. La Junta Municipal de Distrito Centro ha declarado que “la Policía Municipal hizo un seguimiento de las redes sociales entendiendo que podía incitar al odio y aumentar la conflictividad social de la zona”.
Para Guillermo J Bueno su pieza no tiene ese componente de incitación al odio como para que se pueda obviar el derecho a la libertad de expresión: “Es verdad que hay una lectura crítica, pero no atenta contra los derechos humanos, que es ahí donde debería estar el límite”.
Este artista plástico ganó en 2018 el Festival Galería Urbana de Salamanca. Comenta al otro lado del teléfono que un amigo le contó que su pintada traía polémica en las redes sociales a raíz de que se quejara la Plataforma del Barrio de Lavapiés. Partidarios y detractores estaban opinando sobre lo que quería transmitir con ella. “Hay quien piensa que denuncio la brutalidad policial, pero hubo otra persona que interpretó que el robot era Iron Man, ese héroe que representa todos nuestros sueños, y el sistema, que era la policía, nos impedía realizarlos”, explica J Bueno.
NSN997, miembro del colectivo El Keller que estuvo a cargo de este mural participativo, indica que no hubo tiempo de consultar las piezas con los vecinos porque el proyecto tuvo que organizarse en menos de una semana. Sergio Sancho, director de Urvanity art, una feria de arte paralela a Arco, señala que en ciudades como Nueva York se está empezando a contar con asociaciones de vecinos para que puedan votar las creaciones que se van a colocar en un espacio público. “Se trata de que la gente dé su validación porque al final es una obra que interactúa a diario con la gente del vecindario”, declara.
Desde el colectivo Madrid Street Art Project que también colabora con el festival C.A.L.L.E, Guillermo de la Madrid lamenta que la gente se quede en la superficie y solo vea a tres policías y un bulto en el suelo. “Quizás ni se han fijado en que es un robot. La cosa está en que consumimos las imágenes de manera muy rápida, quedándonos en el primer vistazo, pero hay que ir más allá”. Añade que si se cortase todo lo que es expresión en la calle, el arte urbano se convertiría en una cosa descafeinada y decorativa, lejos de su esencia más reivindicativa.
Guillermo J Bueno cuenta que creó la pieza un año después de que Mame Mbaye, un mantero de origen senegalés de 35 años, muriese de una parada cardíaca en la calle del Oso tras una supuesta redada policial en Lavapiés. La Audiencia Provincial descartó en abril de 2019 esa vía y ratificó que la persecución no tuvo nada que ver. J Bueno, sin embargo, reconoce que sí hay una crítica a ese “estado policial” que sufría el barrio. Pero aclara que el título es Oda a la policía protegiendo al Skynet y que representa un mundo futurista en el que el robot está mal programado o incluso ha sido programado por un grupo criminal para robar y la policía lo está deteniendo con el saco.
La trayectoria de este artista urbano va enfocada en esa línea. Su colección, I, Robot, hace un llamamiento a que la sociedad tome conciencia de que la cuarta revolución industrial está por venir, una revolución socioeconómica para la que nadie se está preparando y que terminará destruyendo a la clase media. “Estamos educando a los chavales para trabajos que no existirán en el futuro”, alerta.
El artista madrileño opina que el acto de borrar su obra no hace más que retratar al Gobierno de Madrid en su manera de contemplar la libertad de expresión o la posible crítica hacia ellos, hacia algo que se salga de la norma o les pueda dejar en evidencia. “Han quitado la pieza pero no pueden quitar las fotos de Internet, no pueden evitar que la gente siga reivindicando cosas. La silueta sigue ahí y es una metáfora bonita”, concluye.
Vivir del arte
El reconocimiento del arte urbano ha ido creciendo en los últimos años en España, también porque las instituciones se han dado cuenta del interés que suscita. Los colectivos que apoyan a los creadores declaran que aunque se percibe una mayor apertura por parte de los gobiernos a la hora de conceder permisos a intervenciones, siguen sin ayudar económicamente a los proyectos. Por eso, demandan una mayor inversión pública y una bajada de los tipos impositivos para incentivar que la gente coleccione arte y que se establezca un mercado más grande donde los artistas puedan profesionalizar su trabajo.
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