Tercer domingo de protestas: “¡Almeida, escucha, el Rastro está en lucha!
Los vendedores ambulantes se manifiestan contra la propuesta del Ayuntamiento para reabrir y los comercios del barrio lamentan un bloqueo que creen perjudicial para todos
“El domingo pasado entró una pareja de ingleses y casi les doy dos besos”. El anticuario de Nuria Palacios, de 58 años, está medio desierto desde que reabrió tras el estado de alarma. Echa de menos especialmente a los extranjeros. Por las ventanas que dan a la calle Ribera de Curtidores entra la luz de este domingo por la mañana. Se iluminan los cuadros y los muebles, los rosarios y las cuberterías de plata, los candelabros… Palacios, enamorada de los restos policromados y el arte oriental, pertenece a una familia con tres establecimientos en estas calles desde hace casi ocho décadas. Su padre, de 95 años, sigue acudiendo a trabajar.
Pero aunque los comercios del Rastro lleven varias semanas funcionando de nuevo, no se acaba de recuperar su pulso y la zona continúa muy lejos de su habitual ajetreo del último día de la semana. Muchas de las tiendas no han reabierto, al menos este domingo, y el bullicio de decenas de miles de personas que atraen los puestos de todo tipo no regresa. Van 19 semanas sin el popular Rastro dominical.
Hay un millar de titulares de licencias de comercio ambulante que siguen a la gresca con el Ayuntamiento. Este domingo se han manifestado por tercera vez convocados por la Asociación El Rastro Punto Es al grito de “¡Almeida, escucha, el Rastro está en lucha!”. Unas doscientas personas han celebrado un acto de protesta en la plaza de Cascorro y pasado el mediodía han descendido por Ribera de Curtidores. Llevaban numerosas pancartas y carteles y el principal objetivo de sus consignas ha sido el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, al que consideran responsable de no poder regresar a sus puestos de venta. “Almeida amenaza el Rastro histórico” o “De Cascorro no nos moverán”, se lee en algunos carteles.
Varios agentes de Policía Nacional y Municipal observan mientras se lanzan arengas por el altavoz y se recogen firmas de apoyo y nuevos inscritos en la asociación. Jorge Cotrina, artesano de bisutería de 46 años, ocupa desde hace año y medio un puesto en la plaza de Cascorro que pertenecía a un vendedor que se jubiló. Acude a la manifestación con su pareja. Ambos son partidarios de seguir presionando a las autoridades. A unos metros, Carmen Crespo, de 61 años, y su marido, Antonio Jiménez, de 62, defienden la postura de no aceptar el cambio de ubicación que propone el Ayuntamiento. Regentan un puesto de complementos y regalos desde hace varias décadas a la altura de Ribera de Curtidores 35.
El presidente de la asociación Nuevo Rastro, Manuel González, que agrupa a parte de los establecimientos del barrio que funcionan toda la semana más allá del domingo, se queja del bloqueo en las negociaciones. Estos comerciantes no quieren polemizar con los ambulantes, pero creen que estos deberían aceptar lo que les ofrece el Gobierno Municipal al igual que los hosteleros o el sector del espectáculo.
El Ayuntamiento les ha ofrecido reabrir con la mitad de los vendedores diseminados por cinco zonas que serían valladas y tendrían un aforo de personas limitado que los propios comerciantes tendrían que controlar. Conforme se alejara la crisis sanitaria irían regresando a sus sitios. Los comerciantes ambulantes desconfían de las promesas y no aceptan esa propuesta porque desvirtúa el actual Rastro. Primero, no están dispuestos a dejar los lugares que ocupan habitualmente y ocupar por sorteo unos nuevos más alejados y, segundo, creen que al tratarse de un lugar público debe ser la Policía Municipal la responsable de controlar los accesos y salidas. Pero la pandemia no solo golpea a los titulares de los puestos.
En el número 21 de la calle Bastero abrió en 2013 Colindante, un espacio de restauración, diseño y reciclaje. Su responsable, Santiago González, jiennense de 42 años, ha decidido echar el cierre. Renqueaba desde hace un año y el virus lo ha rematado. El presidente de la asociación Nuevo Rastro, Manuel González, lamenta que este y otros establecimientos no aguanten la crisis y reclama al Consistorio ayuda para reflotar la actividad económica del barrio. “Liquidación por cierre. Seguimos online”, se lee en la fachada de Colindante. Dentro, González discute con un cliente el precio de dos piezas en una escena digna de un zoco marroquí.
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