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La espuma de los días
Columna
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La defensa de Wuhan

Madrid es una ciudad que sabe muy bien qué es una guerra y sin embargo es muy difícil encontrar lugares que honren su memoria en los escenarios donde se produjeron las batallas más crueles

Raquel Peláez
Varios hombres en un pub de Londres, en 1941, con el cartel de 'Keep Calm and Carry On'.
Varios hombres en un pub de Londres, en 1941, con el cartel de 'Keep Calm and Carry On'.Print Collector (Getty Images)

El día que instalé el ordenador de la redacción en mi casa y empecé ese viaje lisérgico llamado teletrabajo volví a colgar un cartel que tenía escondido en un armario porque me daba vergüenza que lo viesen las visitas. Cuando lo compré en el Imperial War Museum de Londres el póster todavía funcionaba como un código sabihondo para hipsters que nos sentíamos especiales por saber que aquel mensaje emitido por Jorge VI, el rey que se negó a marcharse de su ciudad durante los bombardeos, era un símbolo de resistencia. Originalmente impreso por el Gobierno británico al inicio de la Segunda Guerra Mundial y redescubierto en el año 2000 en una librería de viejo reza así: ‘Mantén la calma y sigue adelante’ (Keep calm and carry on).

Con el paso del tiempo el gran vicio hipster, la ironía, convirtió el cartel en un meme ridículo que se podía encontrar hasta en las churrerías: ‘Keep calm y cómete una porra’. Cuando lo retiré de las paredes hace diez años no podía imaginarme que algún día Madrid se llenaría de pósters que, sin ironía alguna, nos recuerdan que no debemos abrazarnos. Como Londres, esta es una ciudad que sabe muy bien qué es una guerra: vivió sitiada por los fascistas de noviembre de 1936 a marzo de 1939. Y sin embargo es muy difícil encontrar lugares que honren la memoria de aquellos días tétricos en los escenarios donde se produjeron las batallas más crueles.

No hay carteles en el parque del Oeste anunciando que allí cayeron cientos de soldados. En la Ciudad Universitaria no se nos avisa de que la facultad de filosofía y letras tuvo sus sótanos blindados para proteger los incunables que se guardaban en su biblioteca o que “la facultad de Medicina sirvió de reducto a los guerreros del Sáhara que parapetados en los quirófanos defendían la civilización occidental” (lean por favor La defensa de Madrid de Chaves Nogales, espectacular narración del sitio de Madrid en fascículos). No hay un museo de la Guerra Civil pero sí una cultura del olvido fomentada supuestamente en favor de “todos” que ha borrado recuerdos importantes. Por ejemplo, que en Madrid hubo brigadistas del Partido Comunista Chino que cuando volvieron a su país contaron la larga resistencia de la ciudad y que esta sirvió de modelo a las tropas chinas durante una de las batallas más sangrientas de la guerra contra Japón.

Tuvo lugar de junio a octubre de 1938 y se libró en una ciudad a la que los sóviets orientales conocían como “El Madrid del este”. La ciudad se llamaba Wuhan. Los soldados que participaron en aquella contienda entonaban una especie de copla cuyo estribillo decía así: “Al igual que los españoles defienden Madrid / Acabaremos con el ataque enemigo”. Si no me creen pueden leerlo con todo lujo de detalles en este artículo académico de 2017. ¿No es el colmo de lo irónico? Aquel póster que compré en Londres nunca volverá a darme vergüenza.

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Sobre la firma

Raquel Peláez
Licenciada en periodismo por la USC y Master en marketing por el London College of Communication, está especializada en temas de consumo, cultura de masas y antropología urbana. Subdirectora de S Moda, ha sido redactora jefa de la web de Vanity Fair. Comenzó en cabeceras regionales como Diario de León o La Voz de Galicia.

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