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La crisis de Madrid examina al nuevo Cs

Arrimadas intenta combinar sus acercamientos puntuales al PSOE con la defensa del Gobierno regional que le une al PP

Juan José Mateo
Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado, en una imagen de archivo.
Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado, en una imagen de archivo.Jesús Hellín (Europa Press)

Los conflictos internos del Gobierno que han formado PP y Cs en Madrid, y la amenaza de un adelanto electoral o una moción de censura, han provocado que las direcciones nacionales de los dos partidos intensifiquen sus contactos con los representantes regionales para calmar las aguas. El consenso, por ahora, es dejar las cosas como están. Ni un arriesgado adelanto electoral que pudiera favorecer al PP, ni el doble salto mortal de una moción de censura de Cs con el PSOE. Pero los dos partidos siguen mirándose de reojo. Madrid se ha convertido en el vestigio de un tiempo político muerto. Ya no está Albert Rivera. Su veto a pactar con el PSOE, que impidió gobernar a Ángel Gabilondo, se conjuga en pretérito. Y con Inés Arrimadas votando a favor de seis prórrogas del estado de alarma y del decreto para la llamada nueva normalidad del Gobierno de Pedro Sánchez, la crisis regional examina los nuevos tiempos de Cs.

“Somos un gobierno sólido y cohesionado y una fórmula de éxito; no somos dos gobiernos dentro del mismo gobierno, sino un solo gobierno que adopta sus decisiones solidariamente y corresponsablemente”, dijo el lunes Edmundo Bal, portavoz de Cs en el Congreso, cuando le preguntaron por la división del Ejecutivo madrileño.

La afirmación no solo palidece en comparación con los numerosos conflictos públicos que protagonizan Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado, los representantes de los dos partidos en Madrid, por temas tan nucleares como la gestión de las residencias —donde han muerto 6.000 personas durante la pandemia—, la política fiscal, o la posibilidad de negociar los Presupuestos con la oposición. También contrasta con el tiempo que le dedican las direcciones de los dos partidos a auscultar la salud de la alianza en Madrid.

Porque la Comunidad es un bastión electoral para las dos formaciones.

El PP lleva gobernando en la región 25 años seguidos, los que van de Alberto Ruiz-Gallardón a Isabel Díaz Ayuso. La presidenta regional habla con frecuencia con Pablo Casado, el líder nacional de su partido, y hasta sus conversaciones ha llegado el vértigo que recorre a los cargos medios de la formación conservadora. Por muy tentador que pudiera ser adelantar elecciones, la mayoría absoluta es una quimera, y solo una suma con Vox permitiría mantener el Ejecutivo. Demasiado riesgo cuando ya se ocupa el poder.

Aguantaré lo que haga falta, pero la estrategia de Cs muchas veces es incomprensible”, dijo Díaz Ayuso el lunes.

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Por eso, en el PP sufren pensando que si hay un volantazo para cambiar de posición bajo el liderazgo de Arrimadas, será en Madrid. Cs despegó aquí fuera de Cataluña, consiguiendo su mejor resultado electoral (26 diputados y casi el 20% de votos) en el último ciclo de comicios autonómicos (solo superado por el triunfo en las catalanas de 2017). Pese a que cogobierna con el PP en Andalucía, Castilla y León y Murcia, ningún otro Ejecutivo regional sirve mejor que el de Madrid como escaparate para la reconstrucción de un partido que vive instalado en la crisis desde que se dejó la friolera de 47 diputados entre las elecciones generales de abril y las de noviembre de 2019.

Da igual que la líder de Cs se haya comprometido en público a mantener el acuerdo con el PP: “Nuestros gobiernos siguen adelante sin ninguna duda”, dijo Arrimadas. En la formación conservadora no dejan de observar señales inquietantes.

Pactos con el PSOE

Primero, a Cs negociando y apoyando los decretos del Gobierno central (formado por PSOE y Unidas Podemos) en el Congreso. Luego, a Aguado ofreciéndose a orquestar con Gabilondo un pacto transveral para la reconstrucción social y económica de la región.

El vicepresidente regional, y su número dos, César Zafra, también están en contacto diario con la dirección nacional, como corresponde a los representantes del territorio en el que Cs tiene un mayor peso institucional. Hoy apuestan por agotar la legislatura. ¿Y mañana?, se preguntan el PP y el PSOE.

“Tenemos una voluntad firme y sincera de llevar a cabo el acuerdo de Gobierno”, dijo el martes Aguado. “No va a haber moción de censura, no va a haber elecciones anticipadas”, aseguró. “La voluntad, tanto de la presidenta como mía, es agotar la legislatura, y cumplir los puntos del acuerdo de gobierno”, añadió el líder de Cs. Y recordó: “En este momento tenemos que estar centrados en lo importante, sacar adelante la gestión de esta crisis, que ha sido devastadora”.

Las negativas persepectivas electorales de Cs que reflejan las encuestas desaconsejan apuestas a todo o nada. Incluso para quienes siempre abogaron por el entendimiento con el PSOE.

“Mi prioridad siempre había sido negociar con el partido que ganó las elecciones y sobre todo para regenerar unas instituciones en las que el PP lleva décadas tratando como un cortijo”, recuerda Juan Carlos Bermejo, el rival que perdió con Aguado las primarias para ser el candidato autonómico de Cs. “Dicho esto, el partido decidió cerrar un acuerdo con PP y Vox”, sigue. “En mi opinión la dirección nacional debe mantener los pactos, por dignidad, salvo causa mayor, y Cs debería comunicar al PP la decisión de sustituir consejeros de Cs de Madrid por otros de la confianza del partido y con la competencia que los que hay no están demostrando”.

Espíritu fundacional

Sobre el papel, la actual situación —pactos puntuales con el PSOE y Podemos en el Congreso, acuerdos permanentes con el PP en Madrid— podría recordar al espíritu original de Cs. La formación que entonces comandaba Rivera se expandió en 2015 por toda España invocando su capacidad para acordar con los dos grandes partidos a cambio de imponerles un programa de reformas. Sin embargo, la práctica no se compadece con muchos de los principios teóricos que guiaron entonces la implantación nacional del partido. Y pocos lugares lo reflejan mejor que Madrid.

En 2015, Cs apostó por negociar preferentemente con el ganador de las elecciones en aquellas regiones en las que tenía posibilidades de decantar el Gobierno: en 2019, sin embargo, pactó con el PP, que había perdido unos comicios madrileños por primera vez desde 1987. Y en 2015, Cs subrayó la regeneración como principio básico de cualquier acuerdo: en 2019, no obstante, prefirió no propiciar un cambio en el poder tras 25 años de gobiernos de la formación conservadora.

En medio, aquel partido que nació definiéndose como de centro, y vinculado al socialismo democrático, eliminó esa expresión de su ideario, para abrazar el “liberalismo progresista” en 2017. Así, desde 2019 ya solo participa, fundamentalmente, de alianzas de derechas. Y en 2020 afronta una nueva reconstrucción, con Arrimadas al frente y Aguado bajo los focos: de lo que se decida hacer en Madrid antes de las próximas elecciones dependerá mucho del futuro de Cs.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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