Bocata de calamaresColumna
i
La ciudad domesticada
Antes del virus estaba Madrid demasiado asilvestrada, sin rumbo, agresiva y maleducada: igual ahora nos centramos

Me he imaginado muchas veces a Madrid como una bestia rampante sobre dos patas, con las garras amenazantes y las fauces afiladas. Una vez, incluso, soñé que Madrid no era una ciudad, con sus calles y sus edificios, sino una alimaña que no sé si lograba domesticar, porque el sueño se acaba abruptamente igual que se acaba cuando el avión se precipita sobre el océano....
Inicia sesión para seguir leyendo
Sólo con tener una cuenta ya puedes leer este artículo, es gratis
Gracias por leer EL PAÍS