De vender 300 kilos a enviar cinco surtidos. Las tradicionales violetas buscan salida en internet

Don Mariano Gil y doña Pilar Termiño inauguraron la famosa tienda de caramelos La Violeta, en el centro de Madrid, hace 105 años. Parece que el tiempo no ha pasado por ella. La fachada de madera, la lámpara de araña, los escaparates de cristal y los expositores siguen intactos. También mantiene el modelo de negocio tradicional. Desde la producción de los caramelos hasta el embalaje de las cajas donde se distribuyen, todo se lleva a cabo de manera artesanal, hasta el punto de rechazar numerosas ofertas para distribuir sus productos por no poder controlar el proceso de venta. Pero el coronavirus ha reducido las ventas a cero y la tercera generación de la familia de don Mariano y doña Pilar han empezado a explorar nuevos canales de venta.

Mónica de Prado es una de las tres nietas al frente del negocio de los simbólicos caramelos de la capital. Decidieron adelantarse un día al cierre generalizado de comercios ante la escasez de clientes, la mayoría turistas. “Mucha gente tiene el recuerdo de que venían sus padres a Madrid y les llevaban los caramelitos. El turista nacional siempre ha estado ahí, pero ahora la mayoría eran clientes de fuera”, reconoce Mónica. “Cuando volvamos no sabemos lo que va a pasar, porque el turismo supongo que brillará por su ausencia”, asegura consciente de que es uno de los sectores más castigados por la crisis.

Por eso, La Violeta ha decidido centrarse en sus clientes más fieles. Desde la semana pasada, el centenario comercio ha rescatado su tienda online. Dispone de ese canal desde 2004, pero hasta ahora era un mero complemento del establecimiento físico. “No llegaba ni al 5% de las ventas porque a la gente lo que le gusta es venir a la tienda”, explica la dueña. Ahora es su único recurso, así que desde la semana pasada, La Violeta ha empezado a realizar envíos online cada martes hasta que retome la actividad. “De vez en cuando nos llegaban mails preguntando si podíamos hacer envíos y decidimos desplazarnos un día a la semana a la tienda para hacer los pedidos que van llegando", aclara Mónica.

El martes del estreno el comercio efectuó cinco pequeños pedidos a domicilio. Antes de la pandemia vendían más de 300 kilos semanales. Sus caramelos con esencia de violeta en forma de flor se han convertido en un dulce típico de Madrid y son muchos los competidores que han intentado imitarlos, pero, según la nieta los creadores, los suyos “tienen una forma y un sabor especial”. La producción está parada desde hace más de un mes, por primera vez desde que se puso en marcha, y los envíos los completan con las existencias que todavía sobran después de cerrar las puertas del establecimiento.

Mónica cree que cuando por fin vuelvan a abrir “las ventas serán bajitas”. Descartada la vía del turismo, confía en la de las celebraciones: “las comuniones ya están perdidas este año, pero los bautizos, bodas y eventos se reanudarán y son una clientela importante”. Dice que fue su abuela la que dio a conocer las tradicionales violetas. Le gustaban tanto que empezó a darles un sitio preferente en el escaparate, hasta que el mismísimo Alfonso XIII los acabó comprando para su esposa, según cuenta la familia. Ahora el escaparate de La Violeta se traslada a una página web.

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