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La cola del cáncer en el hospital de Santiago: “¿Quién puede pagar un TAC y una revisión en la privada cada cinco meses?”

Pacientes y supervivientes de la enfermedad arrastran retrasos de hasta ocho meses en sus consultas oncológicas. El centro defiende la “excelente calidad” del servicio

Milagros, paciente afectada por los retrasos en las revisiones oncológicas del hospital de Santiago.
Milagros, paciente afectada por los retrasos en las revisiones oncológicas del hospital de Santiago.ÓSCAR CORRAL
Sonia Vizoso

A Milagros G. F. le detectaron cáncer de colon en 2022 por un cribado de la sanidad pública. Llegó la quimio, la operación y luego más quimio. Esta gallega de 59 años arrancó 2023 sin el tumor en su cuerpo, pero su oncóloga del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) le advirtió de que había que estar alerta: cada cinco meses, TAC y revisión. No ha sido así. Desde que acabó el tratamiento hace casi año y medio, su médica solo la ha visto una vez. Le tocaba en febrero, pero aún no le han dado cita. Confiesa sentir pánico a que el cáncer “vuelva a salir y, como es muy agresivo, ya no tenga solución”. Su hermano acaba de morir por la misma enfermedad. Ella es solo una de las afectadas por el atasco de las revisiones en el servicio de oncología de este hospital público, un problema que se arrastra desde hace dos años y que está amargando la vida a las pacientes y supervivientes al cáncer del área sanitaria de Compostela. “¿Quién puede pagar un TAC y una revisión en la privada cada cinco meses? Eso no hay bolsillo que lo resista”, protesta Milagros.

El número de personas a las que el hospital de Santiago no está sometiendo a las revisiones oncológicas prescritas se desconoce. La gerencia del centro dependiente del Servizo Galego de Saúde (Sergas) no lo revela. Un grupo de 15 afectadas, todas mujeres, han decidido movilizarse. Han unido fuerzas a través de la Asociación de Pacientes e Usuarios do CHUS y, además de varias reclamaciones particulares, han presentado una queja colectiva ante la Valedora do Pobo (equivalente gallego al Defensor del Pueblo). El portavoz de esta entidad, Fernando Abraldes, denuncia la “absoluta vulnerabilidad” de las pacientes, víctimas de un incumplimiento de sus derechos sanitarios que tienen además para ellas un “precio psicológico”. La causa, sostiene, es un “problema estructural” de insuficiencia de plantilla. “Se están vulnerando protocolos clínicos” y la cola del cáncer en la capital de Galicia es ya “un problema de naturaleza legal serio”, alerta. Abraldes exige al hospital que “redimensione” el servicio de oncología y lo adapte a la demanda creciente: “La plantilla no puede ser la de hace 10 años”.

Milagros, paciente afectada por el retraso en las revisiones oncológicas del hospital de Santiago.
Milagros, paciente afectada por el retraso en las revisiones oncológicas del hospital de Santiago.ÓSCAR CORRAL

La gerencia del hospital defiende la “excelente calidad asistencial” del área de oncología y asegura que cuenta con “unos tiempos de diagnóstico y tratamiento a la altura de los servicios más prestigiosos de España”. Reduce los retrasos en las consultas a una incidencia puntual de los “últimos meses” y los atribuye a la “imposibilidad” de cubrir las “ausencias” de los oncólogos porque “no hay” médicos con esta especialidad en las listas de contratación. Sus responsables han impulsado un plan de peonadas (horas extra) para intentar recortar las esperas fijando citas por las tardes. Sostienen que esta medida iniciada a principios de abril “está permitiendo un incremento importante de la actividad diaria”. Tanto la asociación de usuarios del centro como las afectadas consultadas por este periódico creen, sin embargo, que el remedio no será suficiente debido a la demanda creciente y la magnitud del atasco. La crisis ha estallado justo cuando acaba de tomar posesión un nuevo conselleiro de Sanidade, Antonio Gómez Caamaño, que procede precisamente del Área de Oncología de este hospital, donde era jefe del Servicio de Oncología Radioterápica.

La gerencia sostiene que las demoras no afectan a ningún paciente en tratamiento, pero EL PAÍS ha hablado con afectadas que están con medicación hormonal. Mirian, de 39 años, toma este tipo de fármacos desde junio de 2023 después de un cáncer de mama de origen genético y una doble mastectomía. Esa terapia, que tiene efectos secundarios y precisa ajustes, tenía que haber sido revisada en octubre. Para ello, en septiembre se hizo una analítica y una densitometría ósea. Pero la cita no llegó hasta el pasado febrero y solo después de que su ginecóloga, indignada, levantase el teléfono y llamase al servicio de oncología del CHUS. Aquel día la doctora advirtió a su interlocutor de que su paciente tenía pendiente una consulta “muy importante” y que no la dejaría marchar de su despacho sin una cita. Surtió efecto. Con todo, Mirian duda de que su revisión de febrero se haya hecho en condiciones porque las pruebas estaban desactualizadas. Y su angustia continúa ante la incertidumbre de si llegará a tiempo la siguiente cita, la de mayo: “Es un sinvivir. Tengo un camino muy largo por delante y, aún encima, estos retrasos con las citas lo alargan y dificultan más”.

En estas colas del cáncer, hay un tormento que a Milagros G. F. le afecta especialmente. “Lo que más me enloquece es que tengamos que dar la cara continuamente para reclamar un derecho”, lamenta. Ella se plantó un día en la gerencia el hospital y abordó a Eloína Núñez, su máxima responsable desde 2017 y prima del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Le transmitió lo que estaba sufriendo por los retrasos de las revisiones oncológicas: “Me lo negó con todo su papo. Me dijo que no era verdad que hubiera retrasos, que no podía ser, que le diera mi nombre y que no me preocupase. ‘¿Cómo me lo puedes negar si lo estoy sufriendo yo?’, le respondí”. De las reclamaciones presentadas ante el Sergas, las afectadas han recibido respuestas mecánicas de corta y pega. También “falta de humanidad” y transparencia. En la última contestación que le llegó a Milagros hace solo unos días, la Administración sanitaria se permitía incluso sacar pecho: “Seguimos trabajando diligentemente para abordar esta situación”.

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Después de superar un cáncer de útero y ovarios hace cuatro años, Ana Freire ha pasado ocho meses sin ningún tipo de control por parte de su oncóloga, todo pese a su propensión genética a esta enfermedad. Se operó en 2020 y en lo peor de la pandemia tuvo sus revisiones sin problema cada tres meses, con analítica y colonoscopia incluidas. Todo empezó a fallar en 2022, cuenta. Estuvo entre octubre de aquel año y junio de 2023, esperando por su consulta trimestral y, de nuevo, desde esa última fecha hasta hace solo unos días. Le llegó la cita y acudió con un TAC que le realizaron en octubre (y del que no sabía resultados) y sin la correspondiente colonoscopia. Por esta última prueba lleva esperando 10 meses. “Para octubre, Ana”, le dijo su oncóloga el pasado 17 de abril sobre su próxima revisión. “¿De qué año?”, contestó ella.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.
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