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Maquinista jefe: “Nos decían que en la curva había que atarse los machos, por si las moscas”

La sesión sobre el accidente de Angrois se convierte en un juicio paralelo a los conductores de tren. “Con los tecnicos que tiene ADIF, que seamos los maquinistas quienes tengamos que decir dónde poner las señales...”, protesta el testigo

Juicio Alvia
El maquinista jefe de tren Manuel Mato Varela y el jefe y formador de maquinistas Juan Carlos Cons Iglesias llegan este martes para testificar en el juicio del Alvia que se está celebrando en Santiago de Compostela.XOÁN REY (EFE)

“Pensaba que iba muy segura en el tren”, ha llegado a comentar esta mañana la magistrada que debe sentenciar el caso Alvia, María Elena Fernández Currás. Hoy no ha sido solamente la abogada del Estado que defiende a ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) y que en todas las sesiones se muestra implacable con los representantes de Renfe. También el fiscal y la propia jueza han protagonizado un duro interrogatorio a los testigos, especialmente en el caso de la larga declaración del maquinista jefe Manuel Mato, conductor de trenes Alvia y conocedor de la línea Ourense-Santiago en la que se produjo la catástrofe. Parecía como si el juicio al maquinista Francisco Garzón Amo —que iba a los mandos el 24 de julio de 2013, cuando descarriló el Alvia en la curva de A Grandeira— se transformase, sin señales de aviso como la propia vía, en una causa general contra el gremio. La sesión de este martes del macroproceso por el siniestro en el que perdieron la vida 80 personas y otras 145 resultaron heridas dio lugar a una serie de reproches, dirigidos al maquinista jefe, sobre la supuesta responsabilidad que tenían de haber presentado denuncias a sus superiores por la peligrosidad de la curva. Esa curva que esperaba a la salida de un túnel, desprotegida de ERTMS, que ADIF no había señalizado y que inmediatamente después del accidente fue debidamente blindada con limitaciones de velocidad y balizas.

“Con todos los técnicos que tiene ADIF, que cobran su nómina... ¡Que tengamos que ser los maquinistas los que digamos dónde hay que poner las señales...!”, ha acabado protestando Mato ante el cerco tendido a medias por el fiscal jefe de Santiago, Mario Piñeiro, y la jueza. “Pues alguien tiene que ser, porque llevan a cientos de personas”, ha respondido sin pensárselo dos veces la titular del juzgado de lo Penal número 2. En otro momento del tenso interrogatorio en el que el maquinista jefe se ha mantenido firme, Fernández Currás ha comparado la situación del accidente con la que podría sufrir un conductor de autocar en una carretera: “Y si uno lleva un autobús y coge el teléfono, y se desubica y llega a una rotonda, será responsabilidad del conductor, digo yo”.

Parecía toda una declaración de principios. Pero a diferencia de la mayoría de las rotondas en las carreteras, en el tramo del accidente no había señales de reducción de velocidad, por mucho que el monitor y jefe de maquinistas José Ramón Iglesias Mazaira hubiese difundido un correo electrónico a su superior directo en el que advertía del riesgo y reclamaba placas de aviso. Ese correo llegó a otros mandos, y sin embargo no se tuvo en cuenta. Se le respondió de palabra a Mazaira que la falta de señales era legal, y los maquinistas, según han declarado ya varios en este juicio, entendieron que se les cerraban todas las puertas. “Nuestros mayores hacen un informe sobre la peligrosidad de la curva y no les hacen caso, ¿qué vamos a hacer nosotros?”, ha respondido Mato a los reproches. “Yo hice comentarios sobre la peligrosidad de la curva, por ejemplo con Abel Fortes, que era mi formador, y como yo imagino que todos. Estoy seguro, segurísimo, de que los maquinistas a los que hicieron acompañamientos personal de seguridad de Renfe o de Adif harían el comentario. No lo hicimos por escrito porque ya sabíamos que estaba denunciado” y cuál había sido “la respuesta”, ha insistido varias veces el maquinista jefe ante las preguntas, también insistentes, de la fiscalía o de la abogacía del Estado.

En aquella línea, tal y como ha contado Mato este martes, los formadores les “decían que había que atarse los machos, por si las moscas”. Es decir, que a falta de las tres señales (y balizas de limitación de velocidad) de preanuncio, anuncio y ejecutiva que pusieron tras el accidente, se buscasen un punto de referencia con unos cuatro kilómetros de antelación para iniciar la curva de frenado para reducir de 200 a 80. Esto, a pesar de que en ese tramo se fuesen a encontrar, siempre en verde, la señal semafórica de vía libre.

Además de Mato, que fue interrogado durante tres horas, en la sesión que se alargó hasta la tarde han testificado Abel Fortes y Juan Carlos Cons, ambos formadores y jefes de maquinistas, actualmente jubilados, todos citados a petición de la defensa de Francisco Garzón. En el proceso también está acusado Andrés Cortabitarte, jefe de Seguridad en la Circulación en el momento de puesta en marcha de la línea 082 y único cargo de responsabilidad en el banquillo.

“En boca de todo el personal”

“Estaba en boca de todo el personal” el aviso por escrito de Mazaira sobre la peligrosidad del tramo. “Todos veíamos lo que pasaba en esa curva”, ha defendido. “¿Podría afectar a cualquier maquinista?”, le ha preguntado el abogado de Garzón. “Sí, porque en la vía no había nada que protegiera”, ha respondido el testigo. “Si tienes un fallo, te desubicas”, ha dicho el veterano maquinista, “si [Garzón] se desubicó y no estaba seguro de dónde estaba, pues puede pasar eso”. “Pero uno se desubica porque coge una llamada. ¿Eso no es nada? ¿Para usted es irrelevante?”, ha incidido la jueza, que hoy ha terciado en muchos momentos de las declaraciones. Mato, al igual que los dos monitores que le siguieron luego, ha confirmado que los maquinistas estaban “obligados” a atender las llamadas en el teléfono corporativo, una “herramienta de trabajo” que siempre deben llevar activada en la cabina. La llamada que recibió Garzón antes del descarrilamiento era del interventor, y se alargó 100 segundos en el tramo en el que debía prestar más atención a la vía.

El maquinista jefe ha defendido también, en la línea de anteriores testigos del juicio, que con las medidas que se pusieron poco después de la tragedia, el accidente “no pasaría”: “Ahora el ERTMS te suelta a 120 [kilómetros por hora] cuando transitas a Asfa, no a 200 como te soltaba antes”, y “llegas a la curva a 60, porque es lo que permite el sistema”. “¿Qué hacíamos?” hasta entonces ante el riesgo de un descarrilamiento por exceso de velocidad en la curva, “procurar que no nos pasara”, ha respondido el maquinista al fiscal, enrocado en la pregunta de por qué no presentaron denuncias individuales si todos los conductores veían el grave peligro. “¡Pero si estaba denunciado! Hacen un informe sobre la peligrosidad de la curva, no les hacen caso y ¿nos lo van a hacer a nosotros?”, ha exclamado el testigo.

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