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Un vecino de Lugo halla nueve millones de pesetas en botes de Nesquik al restaurar su casa

Toño Piñeiro pagó la reconstrucción del tejado con los primeros fajos descubiertos hace años, pero el Banco de España ya no cambia la antigua moneda desde julio de 2021

Una persona muestra varios billetes de las antiguas pesetas, mientras espera cola en junio de 2021 a las puertas del Banco de España para canjearlas.
Una persona muestra varios billetes de las antiguas pesetas, mientras espera cola en junio de 2021 a las puertas del Banco de España para canjearlas.Fernando Alvarado (EFE)

Dice el alcalde de Sober (Lugo), que en este municipio de la Ribeira Sacra “no es la primera vez ni la última” que aparecen viejos billetes escondidos en casas deshabitadas. “Aquí y en otros muchos sitios” de Galicia, puntualiza el popular Luis Fernández Guitián. Claro que hasta ahora, el afortunado que descubría un tesoro oculto en una viga o en un colchón de lana solía callárselo e ir a cambiar discretamente las viejas pesetas al banco. Esta vez, sin embargo, Toño Piñeiro, natural de Millán (Sober) y residente en la Comunidad Valenciana, donde trabaja desde joven como albañil, decidió contarlo en el diario El Progreso de Lugo, sin calcular ni de lejos la avalancha mediática que se le vendría encima en los días siguientes. Piñeiro, que restaura a golpe de vacaciones una casa que compró en la aldea abandonada de Pousada hace una década, cuenta que ha encontrado este verano cuatro millones de pesetas (24.040 euros) conservados en botes de Nesquik.

Son billetes de 5.000 pesetas del año 79, con la cara del Rey emérito aún lozano y casi recién llegado a la Jefatura del Estado. Su descubridor los enseña porque ya poco más puede hacer: desde el 30 de junio de 2021 el Banco de España ya no cambia la vieja moneda. En huchas, rendijas, cajones o zulos se han quedado sin cambiar 1.575 millones de euros en pesetas caducadas y no existen excepciones para casos como el de Lugo, en el que el botín perdido equivaldría a más de 24.000 euros. Pero en vacaciones anteriores, Toño Piñeiro reconoce que halló fortuitamente otros cuatro botes de Nesquik, escondidos de dos en dos en diversos lugares recónditos de la casa de piedra que arregla para retirarse —cerca de sus hermanos mayores, que viven en Sober— cuando se jubile. En los primeros hallazgos, el dinero era más antiguo, de finales de la Autarquía franquista. Entre los seis cacharros descubiertos en la casa de Pousada, que salieron a la luz repartidos en tres escondites, de momento suman unos nueve millones de pesetas (54.000 euros).

Igual que los billetes de tiempos de la Transición, el diminuto lugar de Pousada, compuesto por tres casas, quedó congelado en el tiempo cuando perdió a sus últimos moradores. “En Sober hay muy poquitas aldeas completamente abandonadas, pero esta se vació hace 35 o 40 años”, describe Fernández Guitián, enamorado de la historia local. Según ese cálculo, el antiguo propietario de esta casa con sorpresa que compró Piñeiro vivió hasta poco después de la fecha de emisión de los billetes. Ha pasado tanto tiempo que el vecino pretérito es ya una figura borrosa para todos. Según el periódico de Lugo, aquel hombre ahorrador y con evidente poca fe en la banca, que murió sin hijos, era conocido como Manuel do Xentes y compaginaba su empleo en una fábrica de ladrillos con el oficio de tratante de vacas. Para esto, relata El Progreso, no tenía ningún medio de transporte, y acudía a pie a las ferias de toda la comarca. Una hermana de Toño Piñeiro, sin embargo, apunta en conversación con EL PAÍS a otra ocupación totalmente distinta: “Tengo entendido que era molinero”.

Algunos de los fajos, eficazmente conservados en los recipientes del cacao en polvo, aguardaban ocultos en un horno de piedra. Otros, en una artesa en la bodega. Los vecinos dicen que el actual titular de la casa viene “dos o tres veces al año, siempre que tiene vacaciones”, para volcarse en la larga rehabilitación de la casa. Piñeiro localizó el inmueble a través de Facebook, mientras rastreaba en internet propiedades en venta en el corazón de la Ribeira Sacra, un espectacular paisaje de cañones fluviales con viñedos, declarado Reserva de la Biosfera y candidato fallido de España a Patrimonio de la Humanidad, tras su retirada de la carrera en junio de 2021.

Pero, como dice el alcalde, esta casa del tesoro no es un caso tan insólito en Galicia. Ni siquiera la enorme suma de dinero hallada, esos llamativos nueve millones, bate el récord. Dos forenses explicaron a este diario que, en su trabajo cotidiano, al ir a levantar cadáveres de ancianos fallecidos de muerte natural, en la inspección del domicilio no es una excepción encontrar dinero oculto. A veces aparecen “miles de euros” ahorrados, céntimo a céntimo, por personas con pensiones bajas y vidas muy austeras. En el lugar de A Saceda (Lucenza, ayuntamiento ourensano de Cualedro) tras el fallecimiento de un vecino que vivía solo y pobremente apareció un puñado de billetes entre dos piedras de la pared. Intrigados por la posibilidad de que hubiese más, los agentes decidieron revisar la casa entera. La tarea les llevó muchas horas: entre los huecos de los muros de mampostería y las viejas ollas de la cocina cosecharon 10 millones de pesetas en billetes decorados con la efigie de los Reyes Católicos.

Vieja munición hallada en un trastero en Vigo, junto a una treintena de armas de fuego que pertenecieron a un militar fallecido hace 27 años.
Vieja munición hallada en un trastero en Vigo, junto a una treintena de armas de fuego que pertenecieron a un militar fallecido hace 27 años.Cuerpo Nacional de Policía
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Otras veces, en lugar de un tesoro económico en moneda trasnochada, la sorpresa que dejan a los vivos los que ya no están aflora en forma de museo arqueológico, o de arsenal de guerra. El Cuerpo Nacional de Policía en Vigo ha informado este lunes del hallazgo en un trastero del centro de la ciudad de unas 20 armas cortas, un fusil automático y otro de pesca submarina, siete granadas, un proyectil, dos cañones de escopeta y abundante munición de varios calibres. Fueron los propios parientes de un militar jubilado, fallecido hace ya 27 años, los que dieron la voz de alarma cuando se disponían a limpiar el almacén de la vivienda. En 2017, también procedentes de los trasteros de una familia en Vigo, aparecieron en un contenedor de obra 594 hachas líticas y utensilios prehistóricos. Eran la colección reunida en toda una vida por un psiquiatra aficionado a la arqueología, muerto tres años antes. Había piezas del Paleolítico y el Mesolítico, de entre los 300.000 y los 7.000 años antes de Cristo.

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