La crispación de la política nacional se da una tregua en la campaña vasca
La deportividad impera en la primera incursión de Sánchez, Feijóo, Díaz y Abascal en la disputa electoral abierta en Euskadi
Uno de los principales quebraderos de cabeza de Iñigo Urkullu cuando tuvo que poner fecha a las elecciones vascas fue evitar que estas se vieran contagiadas por la crispación que envuelve la política nacional. Si en Madrid hay mucho barullo, el potencial de los nacionalistas se resiente, coinciden estos. No lo tenía fácil el lehendakari. Eligió el día 21 de abril, casi dos meses antes de los comicios europeos, y sin coincidir en el calendario con Galicia, como solía ocurrir hasta ahora. No contaba con que Cataluña iba a adelantar sus comicios al 12 de mayo. Los grandes líderes nacionales ya han pisado el País Vasco este primer fin de semana de campaña y el nivel de los decibelios no ha subido apenas. Se han abierto los micrófonos, por este orden, para Irene Montero, Santiago Abascal, Alberto Núñez Feijóo, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, y queda la sensación de que existe un pacto tácito de no beligerancia. No han saltado chispas, como podía presumirse. Esta suerte de tengamos la fiesta en paz ha permitido que la primera incursión de la política nacional en Euskadi discurra por los derroteros de la deportividad. “¡No al racismo y que gane el mejor!”, proclamó este sábado en Vitoria el presidente del Gobierno, aunque lo hizo en una alusión explícita al duelo que se iba a librar horas después entre el Mallorca y el Athletic Club en la final de la Copa del Rey.
Son los minutos de tanteo de un partido de pronóstico incierto. Nadie quiere cometer un error grueso a estas alturas de la contienda. La presencia de los principales espadas venidos de Madrid no ha conseguido alterar una campaña que marcha al ralentí, sin salidas de tono ni acusaciones sonoras. Estaba por ver si las formaciones estatales iban a aprovechar esta oportunidad para encharcar la pugna trasladando a más de 400 kilómetros de distancia sus peloteras, como sucedió en Galicia con la polémica por la tramitación de la ley de amnistía. Esta vez no ha sido para tanto. Feijóo reunió el viernes en Vitoria a lo suyos para recordarles que el PP (actualmente quinta fuerza política en votos en Euskadi) es “la única alternativa moral en Euskadi” a los “satélites políticos” de Sánchez, en alusión al PNV, EH Bildu, Podemos y Sumar. “El PSOE alimenta el independentismo, y el independentismo es el báculo de Sánchez”, afirmó el líder de los populares en ese mitin.
El presidente del Gobierno no ha querido entrar al trapo. Se ha limitado a acusar a su más directo adversario de querer “embarrar el terreno de juego” y “poner zancadillas” a cada una de las medidas que propone el Ejecutivo. Ha sido el candidato a lehendakari de su partido, Eneko Andueza, quien ha sido claro: “Presidente, ¿se lo vuelves a decir tú o se lo digo yo? ¡No vamos a gobernar con EH Bildu! ¡Que no!”. Sánchez ya había manifestado esta semana que la alianza con el PNV en el País Vasco es “estratégica” y que repetirán si dan los números. Pero en otro punto de la capital alavesa, el líder de Vox ha desconfiado de la palabra del mandatario socialista: “Han dicho tres veces que no van a pactar con Bildu. Ya sabemos lo que va a pasar: van a hacer exactamente lo contrario de lo que promete”, ha avisado Abascal.
No había que moverse de esta ciudad para escuchar a Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, lamentándose del “momento feo” que vive la política española, convertida a su juicio en “un auténtico lodazal del ‘y tú más”, “un delirio”, “un espectáculo donde las palabras ya no importan”. A Sumar le va a costar levantar el vuelo en su estreno en Euskadi. Podrían quedarse fuera del arco parlamentario, aunque su referente ha querido transmitir que son “el futuro” y están para “aportar savia nueva a la política vasca”.
En Vitoria han coincidido este sábado por la mañana Sánchez, Díaz y Abascal en sendos mítines casi a la misma hora. La capital alavesa va a jugar un papel determinante en el resultado de estas elecciones. Aquí fue donde EH Bildu ganó en las municipales del año pasado, aunque los votos del PP permitieron que la alcaldesa sea socialista y gobierne en coalición con el PNV. Y aunque parezca paradójico, a los pocos meses la coalición abertzale es la que ha permitido aprobar los presupuestos municipales de este ejercicio. La circunscripción alavesa supone una cuarta parte de la población de Bizkaia y la mitad de Gipuzkoa, aproximadamente, pero pone en liza 25 parlamentarios, los mismos que las otras dos provincias. El electorado alavés puede decantar la victoria el 21-A si, como dan los sondeos, el PNV se impone de nuevo en Bizkaia y Bildu es primera fuerza en Gipuzkoa.
Y ajenos a estas críticas cruzadas entre políticos aterrizados, el PNV y EH Bildu mantienen el pulso en cuestiones más terrenales. Con la respiración contenida hasta que pase la final de Copa, Imanol Pradales y Pello Otxandiano hablan estos días de programa, programa y programa. Ya lo dijo Arnaldo Otegi a modo de advertencia a sus fieles: “No caigamos en la provocación, no nos contagiemos de la suciedad de la política española”. El discurso combativo, a veces hiriente, que la coalición soberanista solía utilizar en anteriores procesos electorales, ha desaparecido en este, y es una orden que viene de arriba. Otegi se ha encargado de cerrar filas en su partido: Mensajes “en términos constructivos” y debates “tranquilos, profundos y rigurosos”. A estos tampoco les interesa que haya mucho ruido. En este ambiente de contenida concordia, el lehendakari Urkullu ha contribuido este mismo sábado al pedir a la afición del Athletic que no pite el himno de España por “respeto institucional”.
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