Una estrategia sin prisa: cómo ha llegado EH Bildu a disputar la hegemonía en Euskadi al PNV
Los candidatos a lehendakari de seis partidos, sociólogos y votantes ofrecen claves para analizar este pulso inédito
Errenteria. Lunes 25 de marzo. Siete de la tarde. El centro cultural Niessen está lleno. Unas 200 personas, más o menos. Hay gente de todas las edades, pero se ven muchos mayores de 50, de 60, de 70. Han ido a escuchar a Pello Otxandiano. Chaqueta gris, camisa blanca, vaqueros y gafas de pasta. Un aire a Íñigo Errejón en el aspecto y en las formas. Habla despacio y tranquilo. En euskera y en castellano. Sin ningún tono de exaltación preelectoral a pesar de que faltan menos de dos semanas para que empiece el próximo viernes la campaña para las elecciones autonómicas vascas del 21-A. Ni una palabra más alta que otra. “Creemos que se está abriendo un nuevo ciclo político”, comienza. “Hay un crecimiento homogéneo de la izquierda soberanista muy importante. Incluso sorprendente. En Gipuzkoa y en Gasteiz se han superado las expectativas. Y en La Rioja alavesa. Son realidades que eran impensables hace 20 años”. Otxandiano, 41 años, ingeniero y doctor en telecomunicaciones, candidato a lehendakari por EH Bildu, se refiere a los resultados de esta coalición en las elecciones municipales y forales de 2023 y a los sondeos de las autonómicas, que plantean un escenario de empate técnico con el Partido Nacionalista Vasco (PNV). La encuesta de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER otorga a ambas formaciones 28 escaños y da al PNV una ventaja mínima en intención de voto: 34,2% frente al 33,7% de EH Bildu. Efectivamente, algo impensable hace 20 años. Una situación inédita.
Otxandiano habla para su público del auge de la extrema derecha en el mundo, de responsabilidad con el momento histórico, de transformaciones globales, de empleo, de vivienda, de sanidad, de educación, de transición ecológica. Usa varias veces la frase “visión de país”. También habla de “ambición nacional”, de más autogobierno como “palanca de transformación”, y de “instrumentos de soberanía”. Pero no menciona la independencia. Está jugando en casa. EH Bildu gobierna Errenteria con el 41% de los votos, y lo lleva haciendo cuatro legislaturas. El acto forma parte de una serie de presentaciones que está haciendo Otxandiano de un libro que ha escrito para explicar su proyecto: Begirada, una mirada al país para el futuro. “Estamos acertando y siendo referencia de cada vez más sectores sociales”, dice durante la charla. “Nos estamos preparando para gobernar”.
El PNV lleva gobernando Euskadi desde 1980, salvo los tres años en los que fue lehendakari el socialista Patxi López, entre 2009 y 2012. Ahora, EH Bildu aspira a convertirse en primera fuerza. En las elecciones de 2012, el primer año tras el cese definitivo de la violencia por parte de ETA, logró un 25% de los votos. Bajó al 21% en 2016 —un año en el que Podemos irrumpió en el Parlamento vasco con un impresionante 14,9%—, y volvió a subir hasta el 28% en 2020. Pero, hace cuatro años, aún estaba a 11 puntos del PNV. No había sorpasso a la vista. ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo ha llegado una coalición de partidos que incluye a los herederos de la antigua Batasuna a disputar la hegemonía política en Euskadi al PNV? Hemos preguntado a los candidatos de los partidos, a sociólogos, a votantes. Y hemos recorrido el corazón de Euskadi. Estas son algunas respuestas.
El desgaste de gobernar durante 40 años
Cuarenta años gobernando pasan factura a cualquier partido. Por eso, en Euskadi no solo está en alza EH Bildu. También está a la baja el PNV. Según el sondeo de 40dB., la formación podría retroceder 4,5 puntos y perder tres parlamentarios respecto a 2020. Y hay franjas de edad que se les están escapando. Tradicionalmente, el partido asumía que el voto nacionalista más joven podía estar más cerca de la izquierda abertzale en sus diferentes siglas, pero sabían que esos votantes solían pasar al PNV cuando se emancipaban, empezaban a trabajar, formaban una familia. Sin embargo, ahora mucho de ese voto no cambia; se queda en EH Bildu.
“El gran reto lo tenemos con la gente de 30 a 45 años”, explica Imanol Pradales, el candidato elegido para suceder a Iñigo Urkullu. “Ahora se ve lo público como un prestador de servicios, y si no te da aquello que crees que te tiene que dar, te distancias. Se está produciendo una desideologización de la gente de 45 años para abajo. Tenemos que hablar de los temas que preocupan a esa generación, y hacerlo de la manera en la que ellos reciben la información. Hemos sido un partido en las instituciones, ocupados en gobernar, y nos hemos comunicado de una forma clásica a través de los medios de comunicación. Pero la gente joven no se informa así. Probablemente, en este punto EH Bildu ha tenido una capacidad de anticipación superior a la nuestra. De todas formas, la capacidad de adaptación del PNV nos ha permitido leer siempre bien la evolución de la sociedad vasca, y ahora lo estamos haciendo. Por eso hemos llevado a cabo un cambio generacional con mi aparición”.
Poco después de esta conversación, Pradales se dirige a un acto con las juventudes del partido en la plaza de Indautxu, en Bilbao. Con jersey azul de rayas y aspecto juvenil y cercano, habla fundamentalmente de políticas públicas. De empleo, de acceso a la vivienda, de igualdad en el deporte, de políticas verdes. Aún no ha empezado la campaña, pero el lugar por el que pelea el PNV con EH Bildu no está en las banderas, sino en la gestión. Y en mantener un equilibrio a veces complejo, como defender soluciones basadas en la colaboración público-privada en un territorio en el que el electorado se coloca en un 3,9 en el eje izquierda-derecha (siendo 0 la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha) frente al 4,8 del conjunto de España, según 40dB.
“Nosotros creemos que esta colaboración público-privada es mucho más eficaz”, responde Pradales. “Pero no somos un partido conservador y la sociedad vasca no nos percibe así. Eso es una etiqueta de fuera de Euskadi. Si alguien ha sacado adelante políticas sociales, hemos sido nosotros. Hemos sido, por ejemplo, el primer lugar del Estado en el que se puso una renta de garantía de ingresos”.
“Siempre ha habido el mito de que el PNV es un partido de derechas, pero si te fijas en lo que hace, no lo es”, dice Olatz, de 22 años, estudiante de Derecho y Relaciones Laborales y una de las asistentes al acto de Indautxu. “Los jóvenes ven Bildu como algo más revolucionario y muchas veces es hasta difícil defender al PNV en las cuadrillas de amigos. Pero tienen un proyecto coherente y pensado, y saben gobernar”.
Frente a los postulados del PNV, Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu, opina sin embargo que ese partido no está sabiendo leer “el momento histórico que vive Euskadi”. Atiende a EL PAÍS en la sede de la coalición en San Sebastián. “En este país había una excepcionalidad: que había un partido que siempre ganaba, el PNV”, sostiene. “Y esto no pasa en ningún sitio. Hasta el PRI mexicano perdió. Yo creo que se han confiado y no han visto que el mundo y la sociedad vasca están cambiando de forma muy acelerada. Dicen que son grandes gestores, pero se les han abierto grietas importantes. Por ejemplo, con la sanidad pública. Osakidetza era la joya de la corona. Ha entrado en crisis, el PNV no ha sabido gestionarla y eso enfada a todo el mundo. Cuando vas al ambulatorio y está cerrado, da igual que seas de izquierdas, de derechas, soberanista o no. Tienes un problema que no te resuelven”.
Osakidetza sale prácticamente en cualquier conversación, a la izquierda y a la derecha del PNV. “Tenemos problemas serios, déficit de médicos de atención primaria, de especialistas, de pediatras, un problema grave con la salud mental, falta de psicólogos y de psiquiatras”, sostiene el candidato socialista, Eneko Andueza. “Un sistema de salud que ha sido ejemplo para toda España ahora mismo tiene listas de espera por encima de la media y la gente se siente desatendida”. Alba García y Miren Gorrotxategi, candidatas por Sumar y Elkarrekin Podemos, o Javier de Andrés, candidato del PP, aunque planteando distintas soluciones, también coinciden en denunciar lo que consideran una mala gestión de Osakidetza.
La “estrategia de centralidad” de EH Bildu
Frente al desgaste de los 40 años de gobierno del PNV, EH Bildu ha optado, desde hace tiempo, por una estrategia calmada y lenta que Otegi califica como “de sirimiri”. Tratan de convencer a amplias capas de la sociedad vasca, poco a poco, de que solo hay una alternativa posible al PNV en Euskadi: ellos. “EH Bildu ha dejado de ser un partido nicho”, opina Braulio Gómez, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Deusto. “Tiene, y quiere, un electorado heterogéneo y amplio. Por eso no hace una enmienda a la totalidad al PNV, porque aspira a sustituirlos de forma tranquila. Es una estrategia muy inteligente, y en la que llevan años. Un recorrido a cámara lenta, con visión a largo plazo. En esta campaña no van a sacar la artillería de combate porque lo que les conviene es generar una atmósfera de sosiego, que se vea con naturalidad que ellos gobiernen. Y no tienen prisa alguna. La estrategia de EH Bildu es ocupar la centralidad: no quieren ser extrema izquierda ni tampoco atascarse en el debate sobre la independencia, que saben que ahora no toca”.
“Nuestro objetivo es ganar las elecciones, pero no queremos construir este país a espaldas del PNV”, dice Otxandiano. “Aunque sí creemos que 40 años de gobierno son un lastre y que genera redes clientelares en el sistema institucional. Pero nuestra base social tampoco piensa en términos de ganar, ganar, ganar. La gente está ilusionada porque se ve que esto es algo histórico, un ciclo nuevo, y que podemos jugar un rol que hasta ahora no hemos jugado. La alternativa somos nosotros, no hay ninguna otra. Y nuestra forma de hacer política es calmada, sin ruido, explicando lo que queremos hacer y por qué”.
En esta estrategia de búsqueda de la centralidad, los partidos coinciden en que han sido importantes los acuerdos en Madrid de EH Bildu con el Gobierno de Pedro Sánchez. Unos los critican. Otros los defienden.
“A Bildu le ayuda mucho el blanqueamiento que le viene desde Madrid, desde el Congreso de los Diputados, la negociación con el Estado”, opina Pradales. “Esto no había ocurrido hasta que llegó Pedro Sánchez. Les han colocado como un interlocutor más”. “Al PNV le está costando digerir que tiene que compartir la interlocución con el Gobierno”, opina Otxandiano. “Antes estaban solo ellos, representaban a Euskadi en España. Pero ahora esa interlocución es compartida. Es algo normal, pero ellos lo llevan mal. Ya no son el único centro mientras los demás somos periféricos”.
María Silvestre, catedrática de Sociología y directora del Deustobarómetro social, una encuesta semestral de la Universidad de Deusto, sostiene que “la triple estrategia de cambiar los modos y poner a más mujeres y a más jóvenes; de cambiar las prioridades y tener una mayor agenda social y de competir de tú a tú en Madrid con el PNV” les ha salido bien. “Tienen un voto más trasversal. Les están votando hijos de votantes del PNV pero también algunos hijos de votantes del PSE. Dejar en segundo plano el debate soberanista en este momento es un acierto porque saben que puede generar polarización. Euskadi se mira en el espejo de Cataluña”.
Una sociedad que no quiere mirar al pasado violento
El elefante en la habitación es ETA. EH Bildu es una coalición de partidos entre los que se encuentran Sortu, Eusko Alkartasuna (EA), Alternativa y Aralar. Formaciones con muy distinta trayectoria en relación con la violencia terrorista. Dentro de ellas, es Sortu —que tiene un papel preponderante— la que puede considerarse como la heredera de la antigua Batasuna.
“A EH Bildu le ayuda que empiecen a votar nuevas generaciones que no tienen memoria”, dice Pradales. “El terrorismo está ya muy descontado. Y cuanto más lo saca el PP, peor”. Los partidos que se enfrentan en estas elecciones a EH Bildu les reclaman una reflexión ética sobre el pasado y su relación con la violencia. Piden una condena clara de ETA y que den pasos que aún no se han producido. “Que digan que matar está siempre mal sería un gran paso”, defiende Alba García, candidata de Sumar. Es una exigencia compartida. Pero, a partir de ahí, la posición de cada uno es muy dispar. El PP y Vox rechazan de plano tratarlos como partidos homologables a los demás. Javier de Andrés, candidato por el PP, defiende que no se puede omitir este debate. Que el pasado de EH Bildu es el que es y que si Pedro Sánchez en Madrid usa sus votos para gobernar, la obligación de su partido es denunciarlo. Por eso defiende frases como la de “que te vote Txapote”, que usó la presidenta popular madrileña, Isabel Díaz Ayuso. “Entiendo que es incómodo para el Partido Socialista, pero es que están pactando con ellos. Respetar a las víctimas pasa por no hacer como si la violencia terrorista no hubiera existido”.
Podemos y Sumar, por otro lado, los reconocen como interlocutores válidos —”están en las instituciones, la gente les vota, y en este país ya no se mata”— pero también les piden una reflexión.
El PSE, que es quien va a tener la llave de la gobernabilidad, asegura que cualquier pacto de gobierno con ellos aún no es posible. Que mucha gente en sus filas ha llevado escolta, ha muerto asesinada, y que no se entendería este pacto mientras no den más pasos hacia la autocrítica del pasado terrorista. “EH Bildu no tiene valor para afrontar su pasado”, señala Andueza, su candidato. “Lo que no puede ser es que llegue el candidato de EH Bildu y diga que ETA ha sido un ciclo político y que él generacionalmente no tiene ninguna responsabilidad. Yo me tiré nueve años escoltado y he visto morir asesinado a un compañero. No pueden rehuir ese debate”.
Desde el otro lado, Otegi responde que este tema “se usa como ariete político”. “Esto puede ser difícil de creer, pero nosotros no nos enteramos durante las municipales de que en las listas iban condenados con delitos de sangre. Lo supimos a posteriori y tomamos una decisión para que no sucediera por respeto al dolor de las víctimas. Puede haber aún cosas que hay que hacer en este ámbito, y que haremos. Pero el discurso del Partido Socialista nos parece incoherente. ¿Cómo justifican que en Pamplona nos hayan dado la Alcaldía? ¿O que en Madrid usen nuestros votos? ¿Se puede pactar con nosotros o no?“.
Este reproche no se lo hace solo EH Bildu. Javier de Andrés también opina que por un lado hay un “blanqueamiento” de EH Bildu tanto del PNV como del PSE, pero que por otro, se rasgan las vestiduras porque no condenen el terrorismo.
¿Dónde queda la independencia?
La respuesta más rápida a esta pregunta sería: aparcada, pero por ahora. Tanto Otxandiano como Otegi aseguran que no renuncian a ella. “En España hay que abrir de una vez el debate territorial”, defiende Otxandiano. “Es un debate pendiente que debería abordarse de forma democrática, normal. Las encuestas dicen que la gente quiere más y mejor autogobierno”. En la encuesta de 40dB., la mayoría de la población se pronunciaba por conseguir más autonomía (37,5%), uno de cada tres se conformaba con mantener la actual y solo un 13% quería un Estado independiente.
“Pero es que cuando ahora se pregunta por la independencia, la gente tiene en el imaginario Cataluña”, dice Otxandiano. “Y la gente lo que no quiere son las consecuencias que tuvo este proceso. Otra cosa es si se les preguntara por una relación confederal con el Estado español. Nosotros no renunciamos a la independencia, pero esto tiene que ser algo gradual, y ahora mismo no estamos ahí. España debería estar dispuesta a asumir que no es única y que, en su caso, será la suma de las partes, si es que las partes así lo deciden. Nosotros queremos desde luego más autogobierno. ¿Hasta dónde? Hasta lo que demande la sociedad vasca por medio de la expresión democrática”.
Otegi habla también de la independencia como una aspiración, pero de futuro y consensuada: “Lo que decimos nosotros es que Euskadi necesita recuperar soberanía. Porque cuando hubo una pandemia no podíamos decidir muchas cosas. El primer paso es que España se reconozca como Estado plurinacional. Y, a partir de ahí, construir un nuevo estatus político y que se reconozca a la nación vasca. Pero no estamos formulando ahora que la solución al modelo territorial sea que los vascos seamos independientes. No es que hayamos dejado de aspirar a ello, pero no estamos ahí. Y tampoco tenemos prisa con nada de esto. Creemos que, con calma, se puede encontrar algún tipo de fórmula entre todos, una solución de mínimos para todo el mundo”.
La izquierda no soberanista se fractura
EH Bildu se está beneficiando también de otra circunstancia sobrevenida: que Podemos esté a la baja y que además este partido y Sumar no se presenten juntos a las elecciones. Una división que dificulta sus opciones de conseguir representación parlamentaria porque necesitan llegar cada uno a un 3% del voto para tenerla. “En Euskadi ha habido históricamente siempre una Izquierda Unida, un partido comunista, un Euskadiko Ezkerra, identitariamente españoles y que no se sienten cómodos con EH Bildu”, opina Pradales. “Pero es cierto que el cainismo entre Podemos y Sumar, y el hecho de que se estén autodestruyendo, claro que les puede dar votos”. El sondeo de 40dB. otorga a Podemos entre 0 y 1 escaños, a Sumar entre 0 y 2 y apunta a que EH Bildu, aparte de captar abstencionistas y un 5% del voto de quienes dieron su respaldo en 2020 al PNV y al PSE, se podría llevar también una buena parte de los antiguos votos de Unidas Podemos, el 15%.
“En Euskadi existe un espacio clarísimo que representa Podemos”, señala Miren Gorrotxategi, candidata de Elkarrekin Podemos. “Ganamos dos elecciones generales. Pero es verdad que EH Bildu ha tomado nota. Siempre se ha hablado de la podemización de Bildu. ¿Qué es esto? Aparcar el eje soberanista como eje principal y apoyarse en el eje social, más de izquierdas. Pero hay diferencias en la educación, en el cambio climático. Ellos están diciendo que quieren gobernar con el PNV, y nosotros criticamos la debilidad a la que están sometiendo a los servicios públicos o la transición energética”.
¿Y cómo es posible que hayan pasado de un 14,9% del voto y 11 escaños en 2016 y del 8% y 6 escaños en 2020 a poder quedar incluso sin representación parlamentaria? “En la caída de Podemos hay un factor externo que es el acoso al que hemos sido sometidos, un acoso feroz”, dice Gorrotxategi. “Pero también hay que hacer autocrítica: nuestra división interna y el airear nuestros problemas nos ha hecho muchísimo daño. Otros partidos también tienen divisiones, pero no se dan a conocer. Y todos los conflictos en el seno de nuestro partido han servido para desmovilizar. No acudir juntos creo que es un gran error de Sumar. Yo tengo la conciencia tranquila porque lo hemos intentado absolutamente todo”. Desde el otro lado, la candidata de Sumar, Alba García, señala que no es posible un acuerdo cuando no hay confianza. “Es un requisito imprescindible y no se daban las condiciones”. García defiende también la existencia de un espacio electoral propio, distinto del de EH Bildu: “Nuestro modelo es una apuesta por lo público como forma de garantizar una sociedad más justa”.
Un votante: “Ya no me incomodaría votar a EH Bildu”
Jesús Mari Ordoñez procede de Ermua, vive en Vitoria y tiene 60 años y dos hijas que en alguna ocasión han votado a EH Bildu. Tienen 30 y 27 años. “Ellas ven el pasado terrorista como algo lejano, y ven a este partido como más cercano que el PSE. En mi caso, ETA ha sido algo muy presente en mi vida. Yo conocía a Miguel Ángel Blanco, era vecino. Me gustaría que EH Bildu dejara claro que ese fue un periodo negro de nuestra historia, que hizo mucho daño a mucha gente, pero sí creo que están haciendo un esfuerzo por dejar todo eso atrás. Mientras ETA mataba, yo ni me planteaba votarles. Pero ahora sí lo hago, ya no me incomoda”. Está dudando en estas elecciones sobre si votar al PSE o a EH Bildu. “Eso sí, me gustaría que Otxandiano no dijera barbaridades como que ETA fue un ciclo político. Creo que eso fue una metedura de pata importante”.
Ordoñez no es independentista. “Me parece un debate obsoleto en los tiempos que corren”. Pero esto tampoco le impediría votar a EH Bildu. “Creo que, aunque hablen de ello como algo a largo plazo, el pragmatismo se acabaría imponiendo”. A él no le disgusta la gestión del PNV. “Ha habido estabilidad durante estos 40 años”, dice. Pero cree que lo que está pasando es una evolución social y política natural: “Probablemente Euskadi no esté preparada para tener ahora mismo un lehendakari de EH Bildu, pero están haciendo un tránsito, un proceso para que sí lo pueda haber en 2028″. Ellos, queden como queden ahora, seguirán con su estrategia de largo plazo. Sin prisa pero sin pausa. Como decía Otxandiano en el acto de Errenteria, están convencidos de que gobernarán. Cuando sea.
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