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ELECCIONES VASCAS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El nuevo candidato de EH Bildu: renovación generacional y apuesta a largo plazo

La figura del ingeniero y profesor universitario Pello Otxandiano rompe con el perfil tradicional de los cabezas de cartel de la izquierda ‘abertzale’

Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu para las próximas elecciones autonómicas vascas, en una imagen facilitada por esta coalición.
Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu para las próximas elecciones autonómicas vascas, en una imagen facilitada por esta coalición.Aritz Loiola (FOKU Korporatiboa)
Luis R. Aizpeolea

La elección de Pello Otxandiano como candidato a lehendakari por EH Bildu para las próximas elecciones vascas de 2024, a falta de que la militancia la refrende, rompe con el carácter transitorio que han tenido sus antecesoras, Laura Mintegi, en 2012, y Maialen Iriarte, en 2016 y 2010. Ambas lo fueron como sustitutas de Arnaldo Otegi cuando trató de romper sin éxito su inhabilitación judicial como candidato electoral. La candidatura de Otxandiano, 40 años, representa una renovación generacional y una apuesta a largo plazo en EH-Bildu que corre paralela al anuncio de Otegi, 65 años, de limitarse a coordinar la coalición con la insinuación de que en dos años no renovará y abandonará el primer plano de la política. Ambos componen una bicefalia, igual que el PNV, con un candidato institucional en ascenso y un dirigente partidista en situación de salida.

Otxandiano, elegido por unanimidad en la dirección de EH-Bildu, rompe con el perfil tradicional de un candidato de la izquierda abertzale. Es doctor en Ingeniería de Telecomunicaciones, profesor universitario que hizo su tesis en la Universidad de Mondragón y en la Universidad de Tecnología Chalmers de Goteburgo (Suecia), interesado en estudiar las políticas públicas de los países escandinavos. Ha combinado su profesión con su dedicación a la elaboración del programa de EH Bildu como cerebro de su estrategia económica lo que le ha permitido estrechar relaciones con los medios sindicales, económicos y sociales vascos a los que ha explicado sus propuestas relacionadas con las políticas públicas.

A su vez, mantiene un fuerte compromiso político con EH Bildu, dónde se presentó como concejal de su localidad, Otxandio (Bizkaia), el mismo año de la constitución de la coalición, 2011. Ascendió a la dirección cuando regresó de Suecia. Sus raíces nacionalistas son familiares: su bisabuelo y dos abuelos maternos fueron víctimas de los bombardeos de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil en Euskadi. De ahí que Otegi defina a Otxandiano como “solvente, comprometido, con alma y una apuesta a medio y largo plazo”.

La encuesta del Sociómetro vasco, publicada el uno de diciembre, apunta que EH Bildu se queda a solo cuatro escaños del PNV cuando en las elecciones de 2020 la diferencia fue de 10 escaños. Con el perfil de Otxandiano, EH Bildu envía un mensaje de futuro, que va más allá de las próximas elecciones vascas. Pretende abrirse a nuevos sectores sociales y apostar por más de una legislatura con la clara pretensión de que Otxandiano sea lehendakari. Pero al esfuerzo de EH Bildu en rejuvenecer y modernizar su imagen, paralelo a una evolución hacia posiciones democráticas y de respeto a la pluralidad, le falta superar un importante escollo: el reconocimiento autocrítico de su pasada complicidad con ETA por parte de su núcleo duro, Sortu. Lo recordó hace unos días el candidato a lehendakari por el PSE, Eneko Andueza, sin cuyo concurso no le será posible a EH Bildu entrar en Ajuria Enea. Ese reconocimiento es necesario, sobre todo, para aclarar a las nuevas generaciones que la violencia no puede servir para lograr objetivos políticos, menos aún en una democracia.

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