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A palos con la basura en medio de las elecciones de un pueblo de Valencia

El sistema de recogida de residuos puerta a puerta aumenta el reciclaje de la población Meliana pero divide al pueblo y la oposición deja calles con decenas de bolsas

Meliana
Bolsas de basura en las calles de Meliana (Valencia), en una imagen tomada el pasado lunes.Kike Taberner

Pasear por Meliana es ahora hacerlo por dos pueblos distintos. Este pueblo valenciano de algo más de 10.000 habitantes lleva meses divido por la basura. La implantación de un sistema de recogida puerta a puerta por el que cada vecino saca por la noche la bolsa de un tipo de basura y la deja frente a su casa ha hecho desaparecer los contenedores de sus calles, pero la alegría va por barrios. El paisaje despejado y limpio del casco antiguo y la notable mejoría en las cifras de reciclado que ofrece el ayuntamiento contrastan con las decenas de bolsas de basura que se ven cada día alrededor de los palos que se han instalado para facilitar la recogida en las calles de edificios algo más altos y, por tanto, con mayor densidad de población.

Todo empezó en la semana de la ciencia de 2019 que dedicaron al reciclaje, cuenta su alcalde, Josep Riera, de 55 años. “Vimos que no íbamos bien. Los resultados con el sistema de contenedores abiertos eran pésimos. No habíamos introducido aún el marrón y había entre un 10% y un 11% de separativa cuando el objetivo que marca la UE para 2030 es de un 60%”, apunta.

La conciencia medioambiental y el notable incremento de la tasa de vertido que debe pagar cada municipio por cada tonelada de basura que llega al verdadero animaron al cambio. “Pedimos asesoramiento externo. Nos dijeron que para un pueblo como Meliana el más eficaz era el de puerta a puerta. Para organizarlo se ha hecho un calendario. Hay tres días de orgánico, dos de resto y de plásticos y uno de papel y cartón. Luego hay unas áreas cerradas a las que acudir si por lo que sea no puedes”, desgrana. Cada noche en la zona antigua los vecinos dejan la basura en la puerta de su casa y en la zona de edificios más altos las deben sacar en unos pequeños contenedores que repartió el consistorio y dejarlos colgados del famoso tótem.

Los resultados son al mismo tiempo esperanzadores y preocupantes, explica. “En el primer mes, pasamos del 11% al 57% y nos convertimos en el primer municipio de más de 5.000 habitantes del País Valenciano en separación”, apunta. Esa cifra se ha estabilizado ahora en torno a un notable 50%. Con esas cifras, Meliana pasará de pagar cerca de 70.000 euros por la tasa a 30.000. Pero no todo huele tan bien. “Hay resistencias. Existe una minoría considerable, de entre el 20% y el 30%, que está alimentada por algunos partidos”, lamenta el alcalde.

“Con las elecciones el tema se ha desbordado”, admite una vecina que prefiere no dar su nombre. “La gente no solo no recicla, sino que baja la basura cuando quiere y eso hace que haya zonas que estén llenas de bolsas”, explica. Desde el PP, principal partido de la oposición, su candidata, Trini Montañana, ha prometido que si gobierna acabará “con la dictadura de la basura”. Es el tema estrella de las elecciones.

Uno de los cubos para basura reciclada en Meliana.
Uno de los cubos para basura reciclada en Meliana.Kike Taberner
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“Entre los que se oponen hay de todo”, explica el alcalde. “Está el tema ideológico, pero es verdad que hay un porcentaje que no es anecdótico, que no quiere que entre en casa un cubo que ha estado en la calle. Luego están los tierraplanistas, que digo yo. Como hay un código de barras en los cubos que se asocia al domicilio, piensan que el CNI va a estar revisando la basura y que un chip lo va a controlar todo. Finalmente, hay quien no ha reciclado en su vida y dice que no lo va a hacer”, desgrana Riera. La resistencia ha llevado al consistorio a multiplicar las áreas cerradas de aportación o de emergencias, es decir, zonas en los extremos del pueblo donde hay contenedores tradicionales abiertos. Hay dos abiertas y dos en construcción y en junio habrá nueve en total.

Puri Peris, 64 años, cree que el puerta a puerta es “el mejor sistema para que recicle un pueblo como Meliana, aunque puedan faltar detalles”. Ella vive en el centro y le ha facilitado la vida. “Me es muy cómodo, cada noche saco la bolsa que toca a la puerta y ya está. Yo siempre he reciclado, aunque también te digo que el que no quiere no va a hacerlo. Igual en los edificios pueden mejorar alguna cosa con los postes”, desliza.

Rafa Ros, 51 años, vive en uno y no le gusta el sistema. “Puede que estén reciclando más, pero porque te obligan a hacerlo. Antes bajábamos, tirábamos las bolsas y ya está. Ya se reciclaba, aunque algunos más que otros. Al final ahora es igual porque los operarios llegan, cogen las bolsas y como hay de todo y lo juntan en el camión. En pisos de 90 metros no se pueden tener seis bolsas en las cocinas y por las calles ya hemos visto ratas”, asegura. El espacio, los olores o el incremento de peso que suponen los mini contenedores para las personas mayores son los otros argumentos que esgrimen los opositores.

Fin al ‘café para todos’

Gema Alcañiz, de 47 años, es responsable de Educación Ambiental en el Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (Imedes) y destaca que cerca del 40% de los residuos son materia orgánica. “Si van al contenedor marrón o se compostan, se evita que lleguen al vertedero y produzcan gas metano. Se contribuye a mejorar la riqueza del suelo, que falta le hace, y quitando la materia orgánica de los otros residuos favoreces que se reciclen”, explica.

“El sistema puerta a puerta es excelente para estos biorresiduos, pero siempre hay que hacer una campaña de comunicación muy importante, explicando las causas y los beneficios, además de cómo hacerlo. También hay que dar soluciones a los problemas que surjan. Debes hacer fácil la transición y comunicar los avance para animar. Una vez quitas los contenedores es difícil volver atrás”, asegura. Pero Alcañiz insiste que tan importante es reciclar como generar el menor residuo posible.

Imedes estuvo detrás de la actualización del plan de residuos de la Comunitat Valenciana que obliga dese 2021 a los municipios en los que el reciclaje esté por debajo del 10% de la media a ir a un sistema puerta a puerta o equivalente. También establece la obligación de que cada municipio cuente con un plan propio y también al menos un educador ambiental. “Los contenedores de la calle, son una especia de café para todos, un mismo sistema para municipios muy diferentes, de ahí la importancia de los planes locales”, recalca. Hay mucho que hacer, apuntar. Crear plantas de compostaje locales, trabajar con grandes generadores como colegios, residencias o restaurantes o racionalizar los kilómetros que recorren los residuos. Pero también se pueden establecer contenedores marrones que se abren con tarjetas en los que se acumulan puntos (y descuentos), o camiones-plataforma con todo tipo de contenedores que van por barrios a determinadas horas. “Se debe explicar bien todo, tanto cómo hacerlo como las razones. Si no me das razones puedo no tener ningún motivo para cambiar las cosas que he hecho siempre”, recalca.

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