La policía analiza huellas y restos de ADN hallados en “alguna” de las primeras cartas con amenazas a políticos
El secretario de Estado de Seguridad informa de que ha sido localizada la fábrica de los proyectiles, que datan de los años ochenta


Rafael Pérez, secretario de Estado de Seguridad, ha asegurado este viernes que los expertos de policía científica y criminalística han hallado restos de ADN y huellas dactilares en alguna de las primeras cartas de amenaza a políticos que contenían balas de fusil de asalto, aunque no ha precisado si han sido encontradas en la dirigida al exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, o a la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. En una entrevista en el canal 24 horas de TVE, el secretario de Estado también ha informado de que ya ha sido localizada la fábrica donde se hicieron los proyectiles, que datan de los años 80, y que los investigadores también conocen tanto la firma fabricante de los sobres como la compañía que los distribuye en España.
El número dos de Interior ha explicado que todas las cartas fueron escritas “con una regla hueca”, es decir, con molde de letra. “Ahora toca dejar trabajar para saber si estos restos pueden arrojar resultados”, ha pedido el secretario de Estado, que se ha mostrado partidario de hacer público este tipo de amenazas y lógicamente de “investigar y perseguir delitos” que tienen esta gravedad.
La existencia de las cartas se conoció el pasado 22 de abril, después de que Iglesias lanzara un mensaje en su cuenta personal en la red social Twitter en el que aseguraba que el Ministerio del Interior le había informado de que en la sede del departamento se había recibido una carta dirigida al político “con amenazas de muerte” dirigidas a él y su familia. Iglesias acompañaba el texto con una foto en la que se podían observar el sobre, la nota amenazante y lo que él describía como “4 balas de Cetme [fusil de asalto que entró en servicio en el Ejército español en 1958]”.
Poco después transcendía que no había sido la única, que a la sede de Interior había llegado una segunda misiva amenazante, esta con dos proyectiles y dirigida a Fernando Grande-Marlaska. La tercera fue recibida un día antes en la Dirección General de la Guardia Civil y su destinataria era la actual máxima responsable del instituto armado, María Gámez. Su sobre contenía una bala. Las tres contenían notas amenazantes, aunque con textos distintos, y tanto estas como las direcciones que aparecían en los sobres habían sido escritos utilizando la misma regla con moldes de letras para impedir un estudio grafológico que permitiera identificar al autor.
Las pesquisas han revelado que las tres fueron elaboradas por una misma persona que las depositó el lunes 19 de abril en un buzón de Madrid. Aquellas misivas pasaron por el Centro de Tratamiento que Correos tiene en el barrio madrileño de Vallecas, donde un supuesto error humano (la empresa responsabilizó del mismo al vigilante de la empresa de seguridad encargado de analizar mediante un escáner de rayos X todas las cartas que superen los 100 gramos de peso) hizo que estas llegaran a su destino: dos a Interior y la tercera, a la Dirección General de la Guardia Civil. El error en Correos ha impedido, hasta ahora, que los investigadores sitúen con certeza el buzón en el que las tres fueron depositadas a la vez, un dato del que tienen certeza, ya que las cartas pasaron de manera simultánea por el escáner del centro de Vallecas.
A estas tres cartas siguieron en los siete días siguientes otras cuatro misivas amenazantes: una remitida a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto; una segunda dirigida a Iglesias, aunque enviada a la Guardia Civil; una más que tenía como destinataria la candidata del PP en la Comunidad de Madrid y actual presidente regional, Isabel Díaz Ayuso, y, finalmente, un mensaje con insultos enviado en un sobre al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Salvo la que tenía como destinataria a Reyes Maroto, que tenía en su interior una navaja que aparentaba tener manchas de sangre en su hoja, el resto también contenían balas en su interior. La campaña electoral para las elecciones del 4-M, ya bronca, incorporaba un ingrediente desconocido: las amenazas de muerte a candidatos. Las insinuaciones de que podrían ser falsas, lanzadas desde algunos partidos, principalmente VOX, pero también el PP, han añadido más tensión, aún si cabe, a la política.
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