Meritxell Batet no repetirá como presidenta del Congreso
La renuncia a ser la candidata del PSOE a ese cargo se concreta en plena negociación para controlar la Mesa de la Cámara
La socialista Meritxell Batet renuncia a la presidencia del Congreso de los Diputados. La política catalana, que ha ejercido la tercera autoridad del Estado en los últimos cuatro años, ha anunciado que no se postulará de nuevo al cargo, según ha adelantado El Confidencial y han confirmado fuentes socialistas. La decisión de Batet, cansada tras haber vivido en primera persona una legislatura parlamentaria muy convulsa, se produce a una semana de que se constituya, el próximo día 17, el nuevo Congreso salido de las elecciones del pasado 23 de julio, en el que el PSOE aspira a retener la presidencia de la Cámara. Los socialistas no han anunciado de momento quién será su candidato.
Fuentes socialistas han confirmado que Batet ha expresado su deseo de no ser de nuevo candidata a la presidencia del Congreso, al tiempo que ha manifestado su “enorme gratitud” por haber podido ejercer el cargo y “por todo el apoyo recibido durante estos años”. “Ha sido un gran honor haber desempeñado esta responsabilidad”, ha manifestado la todavía presidenta en funciones a sus compañeros de partido. La dirigente del PSC se ha mostrado convencida de que “se formará una mayoría progresista en la Mesa de la Cámara presidida por una candidata o candidato socialista que permitirá continuar con los grandes avances logrados en esta legislatura”.
Batet (Barcelona, 1973), que fue cabeza de lista de los socialistas por Barcelona en los últimos comicios, mantendrá de momento su escaño, según fuentes próximas. La dirigente catalana, ministra de Política Territorial en el primer Gobierno de Pedro Sánchez, acusaba el desgaste personal de cuatro años muy complicados en el Congreso. Primero tuvo que afrontar la emergencia derivada de la pandemia, que tiempo después derivaría en una de las situaciones más dolorosas para ella. Batet, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra, tuvo que afrontar una sentencia en contra del Tribunal Constitucional que atendió un recurso de Vox y consideró que la restricción a las actividades parlamentarias durante las primeras semanas del confinamiento, en marzo de 2020, había vulnerado los derechos de los diputados.
Otro episodio que la colocó en medio de la tormenta fue su decisión de expulsar de la Cámara al diputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez, a quien había inhabilitado el Tribunal Supremo tras una condena por agredir a un policía durante una manifestación. Batet recibió entonces duras críticas de sus socios de Unidas Podemos, que la acusaron de plegarse ante el Supremo sin dar la batalla legal. A todo eso se unieron los frecuentes incidentes en el hemiciclo, sobre todo por la actitud agresiva de algunos diputados de Vox, que forzaron a la presidenta a realizar varios llamamientos para exigir una actitud más respetuosa.
Todo eso fue minando a Batet y acrecentando una sensación de cansancio que le ha llevado a renunciar al cargo, según explicaron fuentes próximas a la política catalana. Ella misma lo había comunicado ya días atrás en círculos privados, a la espera de hacerlo público. Meritxell Batet Lamaña ha presidido el Congreso desde mayo de 2019, fecha hasta la que ejerció como ministra de Política Territorial y Función Pública. Es afiliada al PSC desde 2008 y ha sido diputada desde 2004.
La renuncia de Batet agita el panorama ante la primera batalla de la nueva legislatura, la elección de la nueva Mesa del Congreso el próximo día 17, que puede ofrecer pistas sobre las alianzas parlamentarias con la vista puesta en la formación del nuevo Gobierno. La intención de los socialistas es retener la presidencia de la Cámara ante otra legislatura con las fuerzas muy fragmentadas y en la que el control de los órganos parlamentarios de gobierno pueden ser cruciales en la confrontación entre los dos bloques ideológicos. El PSOE necesita para ello el apoyo de los grupos independentistas, los mismos que tienen también la llave de la investidura del próximo presidente. Los socialistas ya mantienen discretas negociaciones con ellos.
Una de las mejores bazas para el partido de Pedro Sánchez es la aspiración de las dos formaciones catalanas, ERC y Junts, de disponer de grupo parlamentario propio. Ninguna de ellas logró el 15 % en las cuatro provincias a las que concurrieron en las pasadas elecciones, condición que impone el Reglamento del Congreso para que automáticamente se les conceda grupo propio. Pero hay precedentes de que la Mesa puede esquivar esa norma y permitir que cada uno forme grupo por separado, sin necesidad de tener que compartir los tiempos de intervención y las asignaciones económicas que concede la Cámara. Otro de los asuntos a abordar en las negociaciones es la posible entrada de un independentista catalán o vasco en la Mesa, aunque en ese caso serían el PSOE o sus socios de Sumar los que tendrían que renunciar a parte de sus cuotas.
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