Sánchez reivindica a Díaz y Feijóo niega a Abascal
A cinco días del fin de la campaña, no hay margen para debatir sobre el proyecto socioeconómico de los dos bloques
Ni matices ni sutilezas. A una semana de las elecciones y a cinco días del fin de la campaña, no hay margen para debatir sobre el proyecto socioeconómico de España, su papel en el mundo y los caminos que cada partido, o mejor, cada bloque puede abrir según sea Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo quien logre una mayoría parlamentaria para ser investido.
El candidato del PP no se saldrá del cauce escogido. El aliciente de abducir a votantes socialistas tiene base, pero, aun así, mucho mayor es el de sostener la mirada a los votantes de Vox. Si hay que negociar con Santiago Abascal, que sea en una situación de tal preeminencia que este entierre sus pretensiones de condicionar en presencia y en políticas el apoyo a su investidura. La concentración del voto en torno al PP, procedente del caladero a su derecha, lleva consigo no aflojar en las insinuaciones de posibles irregularidades en el voto por correo. Tampoco ceder de machacar el clavo sobre las consecuencias presentes y futuras de un Gobierno de Pedro Sánchez, un gobernante a quien Feijóo y su partido le atribuyen una naturaleza perversa, alejada de los cánones naturales de todo político del orbe democrático.
Tampoco hay marcha atrás en el camino emprendido por el líder socialista y, con él, su partido. Él sí hubiera ansiado que su balance y saldo de gestión se escuchara con un alcance mayor que el conseguido. La defensa de la labor realizada durante un quinquenio de adversidades incontrolables que han asolado al mundo no será, en ningún caso, abandonada, pero convivirá con la premonición y las alertas a todo volumen de que si no gobierna el bloque progresista, la derecha y la extrema derecha, juntas indefectiblemente, no solo propinarán golpes severos a los derechos y libertades, sino que además impulsarán otro modelo socioeconómico.
Sea o no efectivo, el PSOE y Sumar no van a dejar de agitar el temor a la extrema derecha. Los ejemplos incipientes de cambios bruscos sobre igualdad, violencia de género, y cultura —además del interés de Vox por las áreas de agricultura, ganadería y consumo— solidifican la decisión de la izquierda de no soltar el botón de las alarmas. El líder del PSOE conoce las encuestas y, como indica el tracking de este lunes de 40dB. para EL PAÍS y la SER, el PP y Vox rozan la mayoría absoluta, pero Sánchez aún cree que hay alguna posibilidad de que las urnas les sean más propicias que las encuestas. No duda en proclamar que su Gobierno será con la líder de Sumar, Yolanda Díaz; por el contrario, Feijóo no oculta su rechazo a Vox, como este domingo reiteró en Zaragoza, además de lanzar un mensaje ajeno a la arquitectura institucional y al hacer de su propio partido.
“El candidato del PSOE no aspira a ganar, aspira a gobernar. Parece que es lo mismo, pero no es lo mismo. Ganar y gobernar en los países con una democracia y unos políticos muy serios y muy sólidos es lo mismo, pero en España, con la senda del sanchismo, ganar y gobernar no es lo mismo. No cumplen ninguna regla”, sentenció sin tener en cuenta el sistema electoral español y el de otros muchos países democráticos, donde pueden gobernar partidos que hayan sido segundos o terceros en la competición electoral. El PP acaba de dejar fuera del gobierno al PSOE que fue primera fuerza en Extremadura y Canarias.
Los vaticinios del PP, según expresa el propio Feijóo, es que su mayoría será mayor que la que dicen los sondeos, pero necesita que los votantes de Vox le den su apoyo. El PSOE quiere creer que la inclinación creciente de los jóvenes, según los sondeos, por ese partido, puede cambiar la situación de hoy. Si años atrás Andalucía era el bastión del PSOE, ahora Cataluña muestra un apego creciente con los socialistas, que empezó con la victoria de Salvador Illa en las últimas elecciones autonómicas. “Presidente, las mujeres y Cataluña frenaremos a la derecha”, proclamó este domingo en Barcelona Meritxell Batet, cabeza de lista del PSC por esa circunscripción, y presidenta del Congreso. Sánchez, tras esa intervención y la de Salvador Illa —“Alberto [Núñez Feijóo], no mientas; puedes equivocarte en un dato, pero mientes todo el tiempo…”— volvió a Madrid, claramente reconfortado por la acogida del partido hermano.
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