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Dos obsesiones de Feijóo: Guardiola en Extremadura y el voto con calor

Los 1.551.000 votos por correo para el 23-J ya han superado el récord, una de las obsesiones de Feijóo junto a convencer a su líder extremeña de que priorice derrotar a Sánchez sobre sus principios

La presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín, este martes con María Guardiola. Foto: JERO MORALES (EFE) | Vídeo: EPV
Javier Casqueiro

A Alberto Núñez Feijóo le preocupa y mucho quién irá a votar y, sobre todo, quién no el 23-J, como le ha reconocido en privado a barones y dirigentes del PP, y ahora ya expresa esa inquietud en público hasta para relacionarla con un muerto por la ola de calor. El líder del PP se malicia que Pedro Sánchez no ha fijado esa fecha por casualidad, pese a que era la que tocaba tras los 54 días preceptivos para convocar con la máxima urgencia las urnas para aclarar el panorama político del país tras el trompetazo del PSOE el 28 de mayo. Feijóo se barrunta que esa jornada en muchas partes de España reventarán las chicharras y muchos votantes clásicos del PP, personas mayores, podrían caer en la tentación de pasar de votar “por pereza, calor, y porque tampoco pasa nada”. Y teme, sin embargo, que el votante socialista desencantado se movilice más de la cuenta, especialmente tras la crisis sin freno que ha sufrido por algunos pactos con Vox y particularmente por la negociación sin control que ha dejado descarriar en Extremadura.

En las charlas internas, Feijóo ha comentado a sus colaboradores que hay que percutir todo lo posible en los próximos días entre su electorado y el más cercano sobre la idea de que es una “necesidad, obligación y responsabilidad” acudir a votar para derogar el sanchismo. Y ha requerido que se remache mucho la importancia de fomentar el voto por correo. Feijóo suele reservar casi en cada mitin o acto alguna alusión a su época de presidente de esa compañía pública y a la función esencial en todos los pueblos de los carteros.

El voto por correo sí que va como un tiro y aún quedan dos semanas para tramitar ese procedimiento. El plazo para solicitar ese tipo de sufragio acaba el 13 de julio, pero ni Correos ni la Oficina del Censo Electoral, dependiente del INE, van a facilitar los datos oficiales hasta el 17 de julio. Lo que sí hacen esos organismos es ir anticipando cómo está funcionando el sistema a la Junta Electoral Central y los sindicatos, por su parte, también están recibiendo su propia información. Con esas fuentes como referencia, el voto por correo se situó a día de ayer en 1.551.000 solicitudes, es decir ya muy por encima del récord registrado en las elecciones generales de 2016 entonces con 1.460.000 peticiones.

El otro asunto en discordia que preocupa a Feijóo y su equipo es una solución lo más urgente posible a la crisis extremeña. Por el daño que le hace y el frenazo a su efecto electoral que ya se aprecia en las encuestas, por el malestar generado en su electorado, cargos potenciales y bases en Extremadura y el resto de España, y por el nivel de crispación que ha desatado en algunos medios de comunicación y analistas de la derecha más reaccionaria.

María Guardiola no solo se convirtió por unas pocas horas en una heroína rebelde de la nueva derecha feminista por cómo puso pie en pared contra las políticas más ultras de Vox la semana pasada. Además, presumió de que ella no tragaba como otros barones y acentuó que sus decisiones las tomaba ella y en Extremadura. A los pocos días acudió a Madrid, a la toma de posesión de Ayuso en la Puerta del Sol, y no solo recibió un rapapolvo a la cara de la popular Esperanza Aguirre, que le recriminó el daño que estaba haciendo a Feijóo con sus líneas rojas. El único presidente autonómico presente que la felicitó por cómo lo estaba haciendo fue el navarro Javier García, novato y con poca trascendencia, y Guardiola hasta le repreguntó si se lo decía en serio: “¿Tú crees?”. Los demás barones le hicieron llegar un dilema muy básico, pero que caló bastante: “¿No piensas que los que te han votado a ti y al PP de Extremadura lo que quieren es que haya un cambio y los socialistas dejen el gobierno extremeño después de tantos años?”.

Guardiola, ayer, a la salida de su cita con la presidenta de la Asamblea, ya no veía con tan malos ojos a Vox y acogió sin rubor la doctrina y hasta el lenguaje del argumentario más oficial del PP de Feijóo: “No vamos a consentir que se utilice esta tierra para intentar tumbar un gobierno de cambio para España”. Y justificó el nuevo tono de sus palabras en reducir el ruido y la presión que ahora comprende que puede impedir el gobierno de Feijóo: “Esto solo beneficia a Sánchez y al sanchismo y el PP de Extremadura no va a contribuir a que eso pase”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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