Feijóo justifica la estrategia en Extremadura con Vox en que la extrema derecha obtuvo menos votos que en la Comunidad Valenciana
El líder del PP relega la cuestión ideológica, evita posicionarse por María Guardiola o Carlos Mazón y alega que los porcentajes en las urnas del partido de Abascal “son totalmente distintos” en una región y otra
Para Alberto Núñez Feijóo, los pactos con Vox son cuestión de proporción, no de principios. Esa fue la tesis que defendió este miércoles el líder del PP para justificar las diferentes soluciones encontradas por el PP de Extremadura y de la Comunidad Valenciana para romper drásticamente con la formación ultra, por un lado, o para negociar por otro varios cargos de relevancia en el Parlamento y la Generalitat valenciana. Feijóo, acosado por la ultraderecha y por la izquierda por su indefinición ante una solución global sobre esos pactos, explicó que “los resultados son distintos” en cada caso y argumentó que las exigencias de Vox para entrar en el Gobierno en Extremadura con consejerías es “desproporcionada” porque allí solo cosecharon un 8% de los votos, su dato peor en las elecciones autonómicas del 28-M, mientras que en la Comunidad Valenciana la formación ultra subió al 12%. Feijóo no facilitó ninguna razón política o ideológica que marque un criterio sobre su relación para gobernar o vetar a Vox.
El líder de Vox, Santiago Abascal, interpretó sobre este aval de Feijóo a su candidata en Extremadura, María Guardiola, que está dispuesto a sacrificar su alternativa conjunta en favor de lo que etiquetó como “el socialismo azul del PP”.
En esta versión pragmática de Feijóo “se ha actuado de forma correcta, tanto en Valencia como en Extremadura”. Lo razonó con base en que “los resultados son totalmente distintos” y en que los principios en esos supuestos son que en Extremadura Vox sólo recibió el 8% de los votos y cinco escaños y en la Comunidad Valencia logró el 12%. Feijóo no dijo nada sobre esta polémica en su primera exposición sobre su decálogo de gobierno ante una serie de expertos que reunió en un acto de la Fundación Reformismo 21 en la Torre de Cristal de Madrid. Intentó aclarar su posición luego, ante los periodistas, pero en ningún caso abundó sobre razones políticas de fondo o sobre sus diferencias de criterio con Vox ante la violencia machista, la inmigración o las políticas LGTBI. Sí incluyó la lucha contra la violencia machista entre las prioridades de sus medidas, en general, porque como ha ratificado en otras intervenciones esta misma semana le parecen una obviedad que no hace falta firmar en ningún documento.
El presidente nacional del PP mencionó varias veces la palabra “desproporción” que fija un límite para pactar con Vox, pero no precisó en qué punto se tiene que situar ese listón entre el 8% de votos ultras extremeños y el 12% de los valencianos. Tampoco se refirió directamente a la actuación este martes de María Guardiola, cuando anunció la ruptura en Extremadura con Vox antes incluso de comunicárselo a él, o a sus repetidas declaraciones públicas en las que asegura que nunca dejará entrar en un gobierno presidido por ella a una formación que niega la violencia machista, ataca a los inmigrantes o desprecia las políticas LGTBI y que han dejado en muchos sentidos desamparados políticamente a compañeros del PP en otros territorios que sí han acordado gobiernos y cargos con el partido de Abascal, como ha sucedido en la Comunidad Valenciana con Carlos Mazón, y en Baleares con Marga Prohens.
Lo que sí hizo Feijóo fue cargar contra el responsable enviado por Abascal para tomar el pulso final a las negociaciones emprendidas en Extremadura entre el PP y Vox y que se rompieron el lunes por la noche cuando el partido ultra rechazó de plano la Presidencia de la Asamblea y el regalo de un senador autonómico en representación de la región. El líder del PP acusó así a Jorge Buxadé, de dinamitar el pacto: “No comparto que dirigentes nacionales vayan a concretar o cambiar conversaciones preliminares. Es bueno que los acuerdos se cierren entre los representantes de las comunidades y no que los líderes nacionales intervengan”. Esta postura tampoco ha sido muy bien entendida ni compartida por numerosos dirigentes del PP que han echado en falta en este caso una coordinación nacional.
Buxadé acudió el martes a Mérida para supervisar las negociaciones enviado por Abascal. “Exigimos como respeto a nuestros votantes formar parte del Gobierno para verificar y asegurar el cumplimiento de nuestros pactos. El PP lo ha entendido en Valencia, Baleares, Burgos, Toledo, Ciudad Real. Aquí lo tiene que entender el PP porque, además, no es la lista más votada”, fue la amenaza que lanzó el vicepresidente de Vox. Abascal, este miércoles en Canal Sur, revalidó esas posiciones y advirtió de nuevo al PP: “Hay quienes no lo entienden, hay quienes creen que pueden insultar a Vox, que creen que Vox no puede participar en los debates nacionales y además dicen que Vox está obligado a entregarles los votos porque sí, por su cara bonita. Pues, resulta que no, que no es así, que es una injusticia y nos parece el colmo de los colmos”. Abascal señaló a Guadiola por estar mitiendo contra Vox para demonizarles y cambiar al PSOE “por el socialismo azul del PP”.
Guardiola, tras hablar el martes después del veto a Vox con Feijóo, se sintió ratificada en su estrategia y continuó efectuando declaraciones contundentes contra su imposibilidad de gobernar con esa formación que ponen un escenario de rectificación y marcha atrás casi imposible, aunque formalmente fuentes de ambos partidos manifiestan que hay mano tendida y disposición para retomar las negociaciones.
En Extremadura y la Comunidad Valenciana, el PP necesitaba el voto a favor de Vox para poder investir a sus respectivos candidatos como presidentes autonómicos. En Baleares, Aragón y Murcia, sin embargo, solo requieren de su abstención. Las conversaciones están rotas en Murcia, donde los populares dejaron fuera de la Mesa de la Asamblea a los ultras, mientras que el camino está a priori más allanado en Aragón y Baleares. Respecto a la proporción de fuerzas al que aludió Feijóo, en Extremadura Vox logró el 8,12% de los votos y 5 diputados; en Comunidad Valenciana, el 12,18 % y 13 escaños; en Murcia, un 17,72 % y 9 escaños; en Baleares, un13,9% y 8 asientos, y en Aragón, un 11,25% y 7 diputados.
La amenaza de la repetición electoral está ahí. En Vox lo contemplan como su última opción. En el PP también: “Si quieren elecciones en Extremadura y en Murcia, pues allá vamos”, sentencian fuentes de la dirección popular, que afirman haber dado libertad a sus dirigentes territoriales para orientar sus estrategias, pero “acompañados por Génova”.
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