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El acuerdo de Valencia y todos los riesgos de la alianza del PP con Vox

Las cesiones en tiempo récord “escuecen” a los sectores moderados del partido y cuestionan la estrategia de Feijóo, sobrepasado por los líderes territoriales, ante la ultraderecha

Feijóo muestra sus preferencias ante el 23J: Vox y Ayuso Temor en el PP a la derechización con los pactos con Vox Feijóo ultraderecha Abascal
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, el pasado martes 13 en Aranjuez (Madrid).Mateo Lanzuela (Europa Press)
Elsa García de Blas

El 30 de mayo, todavía saboreando las mieles de la victoria en las elecciones municipales y autonómicas, Alberto Núñez Feijóo abordó con sus barones y su dirección cómo afrontar los posibles acuerdos del PP con Vox. En la reunión a puerta cerrada de la Junta Directiva Nacional, uno a uno, los líderes territoriales contaron a sus compañeros sus planes ante la negociación con la extrema derecha. Y el valenciano, Carlos Mazón, les dijo que él tenía una línea roja: que el dirigente de Vox condenado por maltrato a su exmujer no podía entrar en su futuro Gobierno. Todos compartieron su decisión. “Mírale qué bien, qué progresista, pensamos todos”, ironiza un barón presente en aquella reunión, que cree que “Génova cayó en la trampa” del líder valenciano cuando hizo suya esa línea roja. El portavoz del partido, Borja Sémper, la verbalizó como tal el pasado lunes en una rueda de prensa, dando la impresión de que la condición partía de la cúpula. “Una vez que la dirección dijo que ese era el único problema, cuando Mazón consiguió quitar al maltratador de en medio, nadie en Génova podía reprocharle el acuerdo con Vox”, analiza este barón del PP.

Dicho y hecho. Apenas 24 horas después de la comparecencia de Sémper, Mazón pactó con Vox. Aceptó a un torero retirado en lugar del maltratador como vicepresidente, dio tres consejerías a los ultras ―Cultura, integrada en la vicepresidencia; Justicia e Interior y Agricultura― y asumió parte de su agenda ideológica, borrando del pacto la violencia machista. Había cumplido con la condición de la cúpula, así que se lanzó.

La precipitación del acuerdo valenciano, cerrado en solo dos horas de reunión y escenificado con fotos sonrientes de los seis hombres que lo negociaron ―entre ellos el maltratador condenado, que se irá al Congreso de número uno por Valencia― ha desconcertado al PP. Nadie entiende qué ha pasado y por qué, en contra de lo previsto inicialmente, se ha cerrado el acuerdo de mayor calado con la extrema derecha a toda prisa y sin oponer ninguna resistencia a la entrada de los ultras en el Gobierno de la Comunidad Valenciana. Sin siquiera representar, como había prometido la dirección de Feijóo, que se iba a “evitar hasta el final” cogobernar con Vox. A solo 40 días de las generales, la decisión del PP valenciano ha reventado la estrategia electoral de Feijóo y compromete su capacidad de crecer por el centro y sus posibilidades de atraer el voto útil de Vox, según interpretan distintos dirigentes y exdirigentes populares. Feijóo no se ha opuesto y ha defendido el acuerdo como el único posible. Valencia se ha convertido así en el primer hito político del feijooísmo.

En lo ocurrido todavía quedan muchas preguntas sin respuesta, pero sí está claro que el PP de Mazón llevaba tiempo negociando con Vox en secreto. Y que el paso a un lado del candidato condenado por maltrato exigía acelerar los plazos para poder enviarle en las listas al Congreso. “Vox pidió a cambio firmar cuanto antes todo el acuerdo de Gobierno, para que sus votantes no se sintieran decepcionados. Una cosa por la otra”, interpreta un presidente autonómico del PP que tiene contactos en el partido de Santiago Abascal. El primer error, cree este barón, es que “Mazón lo escenificó mal, todo deprisa y corriendo”.

El PP asume la agenda ideológica ultra

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Pero aún faltaban sorpresas. El documento del pacto suscrito entre PP y Vox sacó a la luz que los populares habían asumido, además, la agenda ideológica de los ultras, aceptando su marco negacionista sobre la violencia de género, a la que el texto obvia y diluye en el concepto de “violencia intrafamiliar”. Por si no quedaba claro cuáles eran las intenciones de los ultras en el pacto con el PP, un diputado autonómico de Vox por Valencia, José María Llanos, las dejó claras cuando acudió a la Cámara regional a recoger su acta de diputado: arrastrar a los populares al negacionismo sobre la violencia específica contra las mujeres, que en España se ha cobrado 1.200 vidas desde 2003 y ha dejado 400 niños huérfanos. “La violencia de género no existe, la violencia machista no existe”, clamó el diputado ultra.

En Génova se encendieron las alarmas. El acuerdo abría una vía de agua grave en el PP, firmante del pacto de Estado contra la violencia de género en 2017. La dirección salió en tromba, con Feijóo a la cabeza, a poner tuits confrontando con Vox. “La violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad. Desde el PP no daremos ni un paso atrás en la lucha contra esta lacra. No vamos a renunciar a nuestros principios, cueste lo que nos cueste”, escribió el líder del PP. El sábado, el candidato acudió a la toma de posesión de la alcaldesa de Celadas (Teruel), un pueblo de menos de 400 habitantes, y no mencionó la polémica.

Sin embargo, pese a las palabras, el PP ha suscrito esta semana más de 140 alianzas de Gobierno del PP con Vox en municipios de toda España, y ha dado entrada a la extrema derecha en el Ejecutivo de la cuarta comunidad más poblada. “Se percibe hambre de gobernar con un criterio de utilidad de que todo vale. Y se supone que quieres echar a Pedro Sánchez del poder, precisamente por eso”, reflexiona un exdirigente del PP. “El error es no tener la valentía de enfrentarse a Vox y decirle: no te voy a meter en los gobiernos; podemos llegar a un acuerdo de mínimos, pero sin cogobernar. Mostrarte renuente. Al contrario, has sido muy rápido, esa es tu debilidad”.

El acuerdo valenciano “escuece” en los sectores más moderados de la dirección de Feijóo y preocupa a los barones, porque “da oxígeno y fortaleza a Vox”, advierte un presidente autonómico. “Es gasolina para ellos, después de que les teníamos tocados con las municipales porque habían obtenido un resultado regular”. Tan cerca de las generales, al líder del PP no le interesaba dar aire a su rival electoral por la derecha. Algunos dirigentes alertan de que un error estratégico como este puede tener consecuencias fatídicas. “Feijóo tiene en la cabeza conseguir una mayoría amplia que le permita gobernar en solitario. Pero esto que ha pasado puede hacer a Vox subir o mantenerse, y aleja ese objetivo”, alerta este barón.

En el PP se escuchan críticas también a la “descoordinación” entre Génova y los territorios, con cierta sensación de caos. En Murcia, el presidente popular, Fernando López Miras, se ha plantado ante los ultras sin darles ni un puesto en la mesa de la Asamblea mientras Santiago Abascal amenaza con tumbarle la investidura si no les da nada a cambio de sus votos. “No hay una línea clara. Si lo haces, hazlo con todas las consecuencias, y di pactamos con Vox por esto, por esto y por esto”, opina otro líder territorial, resumiendo la confusión que recorre las filas populares.

Algunos en el PP creen que Feijóo, que llegó a la presidencia del partido por un pacto de los barones en el asesinato político colectivo de Pablo Casado, no quiere o no puede imponerse a los líderes territoriales. Se ha visto en los acuerdos con Vox, pero también en la composición de las listas al Congreso y al Senado, que el líder ha hecho públicas esta semana. Especialmente en la lista por Madrid, que siempre ha sido la del candidato a la Presidencia del Gobierno. Y en la de Feijóo, la sensación en el PP es que ni siquiera ha colocado a su número dos, que procede del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura y exdirigente de Ciudadanos, concurre en un puesto que en el pasado ocuparon figuras con un peso específico en el partido y después en el Gobierno, como Soraya Sáenz de Santamaría o Rodrigo Rato, sin que parezca que ese vaya a ser el caso de Rivera de la Cruz.

En los diez primeros puestos de la lista de Feijóo por Madrid hay otros dos afines a Ayuso (Eugenia Carballedo, número cuatro, y Pedro Muñoz Abrines, el ocho). Y Cayetana Álvarez de Toledo, pese a sus sonoras discrepancias con el líder, figura en el puesto seis. En el PP se interpreta que como guiño a Vox. Feijóo solo ha impuesto a Borja Sémper como número tres, a dos miembros de su equipo gallego directo (Marta Varela, su jefa de gabinete, va en el puesto cinco, y Mar Sánchez, responsable de medios, en el diez) y a su asesor y amigo personal Manuel Cobo (como siete). “No hay aparato, Génova ha desaparecido. Hay que preguntarse por qué no hay gente de renombre: se ve que va a ganar, pero no se sabe si gobernará y si deberá tener a Vox dentro. No son las condiciones más apetecibles. Hay cierta desconfianza con el momento político general”, analiza un exdirigente de la vieja guardia.

La pregunta es qué imagen proyectan estas decisiones sobre el liderazgo de Feijóo (a quien las encuestas ―salvo el CIS― auguran una victoria en las próximas elecciones generales) y cómo pueden impactar en sus expectativas electorales para el 23-J. En el PP hay división de opiniones. Unos creen que la polémica de los acuerdos con Vox no pasará tanta factura porque se diluirá en las próximas semanas y los pactos ya están amortizados. Pero otros alertan de que, aunque Feijóo gane, la incógnita es si va a poder gobernar, y en qué condiciones. “Él buscaba una mayoría suficiente para gobernar en solitario y para eso quería el voto útil de Vox. La decisión de Valencia, sin embargo, tan rápida y precipitada, es un error. Con una estrategia de contención y freno institucional, haciendo ver que un acuerdo de Gobierno es la última de las posibilidades, resistiéndose; le habría funcionado. Si Feijóo hubiera aguantado la presión, puede que hubiera logrado un goteo de voto por los dos lados: el moderado y el de la extrema derecha”, analiza un veterano. “Ahora, sin embargo”, interpreta, “el PP puede ganar, pero alejarse de la mayoría suficiente y estar abocado a ir a una coalición con Vox”.

Dos periodistas gallegas de confianza en la lista de Madrid

SONIA VIZOSO

Las listas de Feijóo incluyen el estreno en la primera línea política de dos periodistas desconocidas para los españoles pero que forman parte del reducido círculo de confianza del líder del PP desde hace mucho tiempo: Marta Varela Pazos, que irá en el puesto cinco por Madrid, y Mar Sánchez Sierra, que ocupará el 10 por la misma circunscripción. 
Mar Sánchez, nacida en A Coruña en 1969, es la colaboradora que más tiempo lleva a la vera del presidente del PP. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, trabajó en comunicación para José Manuel Romay Beccaría, ya cuando este formaba parte de los gobiernos de Manuel Fraga. Comenzó a trabajar con Feijóo en Madrid durante el Gobierno de José María Aznar. Desde entonces se ha encargado de velar por su imagen, tanto dentro como fuera de Galicia, un control que ha ejercido con mano férrea y sin descanso. Sánchez volvió con Feijóo a la Xunta de jefa de comunicación hace 20 años, cuando Fraga lo nombró conselleiro y luego vicepresidente en plena crisis del Prestige. Después de que el actual líder del PP conquistara la Xunta en 2009, ella fue la elegida para tomar las riendas de las relaciones con los medios, de la supervisión de la radio y televisión autonómicas como miembro de su consejo de administración (sus trabajadores mantienen actualmente la protesta más larga de España por la injerencia de la Xunta) y del reparto millonario de subvenciones a periódicos, radios y televisiones privadas. 
La oposición en Galicia atribuye buena parte de los éxitos políticos de Feijóo al control mediático de su imagen. Sánchez ha proseguido con esta tarea en Génova, como responsable del Área de Proyección e Imagen. Su posible salto a un escaño en el Congreso de los Diputados después del 23-J es insólito porque, pese a estar muy presente en la vida de los periodistas que informan sobre el líder del PP, su trayectoria se ha desarrollado en la sombra. 
Tampoco tiene perfil político Marta Varela Pazos. Nacida en Santiso (A Coruña) en 1983, entró en el equipo de comunicación de Feijóo en la Xunta en 2009, con 26 años y tras pasar por la Cadena Cope y Europa Press. Ha ido ascendiendo hasta llegar a ser una de sus principales colaboradoras. En 2013, Feijóo la nombró jefa de Comunicación de Presidencia. En 2020 se convirtió en su jefa de gabinete y lo ha seguido siendo tras su mudanza a Génova. Está casada con otro de los periodistas que forman parte del círculo de confianza de Feijóo, Luis de la Matta, que también va en las listas electorales por Madrid, pero en un puesto secundario, el 27. 

Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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