Las elecciones generales son un mundo aparte
El éxito de Sánchez y Díaz el 23-J ocultó una debilidad territorial del PSOE y Sumar que las urnas en Galicia han devuelto al primer plano. Pero la clave no es el desgaste por la amnistía, sino algo más de fondo
El Gobierno lleva varios años de malas noches autonómicas. En cada ocasión, el PSOE sacaba el mismo discurso. “Madrid no es España”. “Andalucía no es España”. Incluso lo dijo tras las desastrosas autonómicas de mayo de 2023. Ahora volverá con la variación “Galicia no es España”. Es una excusa, obviamente. Una forma de salir del paso para no hablar del gran problema, que es la evidente debilidad territorial del PSOE —con muy pocas excepciones— y aún más grave en el caso del espacio a su izquierda, ahora liderado por Sumar. Los socialistas han tenido un resultado pésimo sin paliativos, un desplome claro de 50.000 votos menos que se le han ido en masa al BNG. Y aún peor es el de Sumar, lejísimos de lograr un diputado. Pero esa excusa también tiene una parte importante de verdad.
El 23 de julio del año pasado, las elecciones generales demostraron que esa tesis, por mucho que sirva para ocultar un problema de fondo, tiene una base real. La candidatura que encabezaba Pedro Sánchez logró en Andalucía un 34% de los votos, 10 puntos y 600.000 apoyos más que lo que había logrado su partido en las elecciones andaluzas de 2022. En Madrid, el salto fue aún más fuerte por su velocidad. En solo tres meses, el PSOE pasó del 18% al 28% de los votos, entre las autonómicas y las generales, y ganó 400.000 votos. En Galicia acaba de suceder algo parecido. En las generales, el PSOE logró en Galicia el 30% de los votos, más del doble que ahora, cuando se ha ido al 14%. Sumar, que logró el 11% en julio, ahora no ha llegado al 2%.
¿Pueden volver esos votos en unas generales? Es posible, porque parece claro que los votantes del BNG pueden pasarse al PSOE o Sumar en las generales, como hicieron de forma muy importante votantes catalanes de ERC en julio. Y eso también tiene otra lectura: no es la amnistía la que parece haber hundido el voto del PSOE o de Sumar en Galicia, que se ha ido en masa al BNG, tan comprometido como ellos o más —tiene relaciones estrechas con Bildu y ERC— con esta política. Por tanto, todo indica que la cuestión es más de fondo. El PSOE y Sumar tienen un problema territorial muy serio, que ha hecho que el PP pueda tener el mayor poder autonómico de su historia. Y eso alienta las esperanzas de la oposición de debilitar al Ejecutivo hasta lograr sacarle de La Moncloa en las próximas elecciones.
Además, Pedro Sánchez confiaba en un fiasco del PP para terminar de debilitar a un líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, al que el PSOE llegó a ver en la cuerda floja esta semana. No sucederá. Feijóo sale reforzado y sacará todo el partido posible a este pésimo resultado de los socialistas, que se volcó en la campaña. Aún así, el líder del PSOE confía en poder explotar el error en plena campaña de Feijóo, cuando admitió que estudió la amnistía durante 24 horas y que estaría abierto a un indulto siempre que Puigdemont aceptara arrepentirse del procés.
Eso no ha cambiado, y la sesión de control de este miércoles en el Congreso mostrará hasta qué punto ese pinchazo puede servir para desautorizar la oposición a la amnistía. Pero Sánchez, que esperaba un Feijóo bajo mínimos, se encontrará a un líder de la oposición crecido después de los nervios de los últimos días. Galicia deja la partida nacional tan abierta como estaba. La siguiente etapa será el País Vasco, donde el más débil es el PP. Y después, Cataluña. Pero lo que ya sabemos es que ninguno de estos resultados nos dicen nada de lo que puede pasar en las generales, donde todo empieza de nuevo.
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