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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La rectificación de Guardiola marca un precedente para Feijóo

La líder extremeña comprometió su palabra a que jamás dejaría entrar a Vox en su gobierno y el PP argumenta que ese cambio de opinión no es una cesión ideológica

La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola y el portavoz de Vox en la Asamblea de Extremadura, Ángel Pelayo Gordillo, este viernes.Foto: Jorge Armestar (EP)
Javier Casqueiro

Ahora resulta que María Guardiola no miente, que la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural de la próxima Junta de Extremadura no es parte formal y real de su gobierno, y que estos abismales cambios de posición y de opinión no son para el PP de Alberto Núñez Feijóo poco más que el “triunfo del diálogo”, como reseñó este viernes, en nombre de la dirección nacional de ese partido, Carmen Fúnez, su vicesecretaria de Acción Social. El acuerdo de Gobierno entre PP y Vox en Extremadura es, además de una vulneración evidente de la palabra comprometida por Guardiola públicamente antes, durante y después de las elecciones autonómicas del 28 de mayo pasado, un precedente más que sintomático de lo que sucederá tras los comicios generales del 23 de julio si Feijóo no logra esa mayoría amplia, sólida y suficiente para gobernar en solitario y el líder de Vox, Santiago Abascal, mantiene su exigencia de disponer de varios ministerios para la formación ultra.

La enmienda de Guardiola a sus creencias sobre no gobernar nunca con Vox es también un aviso para lo que puede suceder en los próximos días en la Región de Murcia, donde Vox quiere cogobernar y el PP de Fernando López Miras ha esgrimido hasta ahora las mismas firmes convicciones que tenía Guardiola hasta que los enviados de Génova 13 la hicieron entrar en razón. Feijóo la apremió hace unas horas desde Bruselas tras recibir y comprender varios avisos de la derecha mediática: gobierno en Extremadura ya y cuanto antes.

La videoteca de María Guardiola la perseguirá toda su carrera política, de la que ahora se ignora cuál es en verdad su recorrido y alcance. En las próximas semanas será, eso sí, presidenta de Extremadura por un tiempo. El viraje de sus promesas ha sido tan brusco, radical, expuesto, patente, notorio y sustancial que no solo pone en evidencia su capital político. Examina más arriba al PP de Feijóo.

El portavoz de campaña de Feijóo, Borja Sémper, ha llegado a justificar el giro de guion de Guardiola con el argumentario de que el PP mantiene así unos “principios fundamentales inamovibles”; y cita que en el acuerdo, con 60 puntos, se incluye que el futuro programa de gobierno con Vox incluirá claramente “los derechos de la mujer, de la violencia machista y de la igualdad, aspectos que más que líneas rojas para el PP son diques de contención”. Sin embargo, todo lo que finalmente dice el documento de la alianza PP-Vox es esto: “Defenderemos los derechos de las familias. Trabajaremos para erradicar de nuestra comunidad los discursos machistas, ya sean en el ámbito civil o religioso, que promuevan o justifiquen la violencia contra la mujer”.

Guardiola, hace 12 días, tras conceder apenas 45 minutos a Vox en su primera negociación, salió con rabia para denunciar que la formación ultra no quería hablar de acabar con el socialismo histórico en Extremadura, sino de sillones, y dictó lo que parecía una sentencia que parecía también otra raya intocable: “Yo no voy a regalar consejerías. [...] Iremos a elecciones, si hay que ir. [...] Yo no puedo dejar entrar en mi Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI [...] He hecho todo lo que estaba en mi mano. Mi promesa y mi tierra no son moneda de cambio de nada... Lo que no se puede es tragar con todo y firmar acuerdos que no son coherentes ni están acordes con los resultados de las urnas... Muchas gracias”.

En múltiples entrevistas, en esos días, Guardiola ratificó que jamás y “en ningún caso” dejaría entrar a Vox en su gobierno. Justificaba ese veto en su palabra, casi sagrada, y en la ideología ultra de Vox. Llegó a asegurar que si el partido, por el interés de Feijóo y para evitar ruido y presión ante la campaña de las generales para el 23-J, la forzaba, ella no asumiría ese trago. Lo puso por escrito. Razonaba también que ya tenía en su cabeza el reparto de consejerías y cargos con nombres y apellidos en el PP y que ahí Vox no entraba. En una emisora nacional (Onda Cero), el conductor del programa interpeló a Guardiola sobre la posibilidad de que Génova 13, la sede nacional, la presionara. Ella contestó: “Si eso pasase, que no lo veo posible, yo no lo haría”. El periodista insistió: “¿Se quitaría de en medio?”. Ella remachó: “Sí”.

Todas esas máximas han quedado ahora en nada, pero no se olvidan. Se tendrán en cuenta ante futuras opiniones o decisiones que tome como presidenta de Extremadura. Como otras cesiones que Vox intentará arrojar a la basura y que hasta hace unas horas eran líneas rojas infranqueables para Guardiola, como las relacionadas con la violencia contra las mujeres.

El PP de Feijóo precisa que esos cambios de opinión no son mentiras ni implican cesiones ideológicas sino que “confirman una forma diferente de proceder entre el PP y el PSOE”. Para Feijóo, Cuca Gamarra, Elías Bendodo, Sémper, Fúnez y hasta Esteban González Pons todo es culpa de “la aritmética del sanchismo”, al que tras conocer el nuevo escenario pactado por Guardiola con Vox en Extremadura, acusan de entregar sus principios y valores a sus socios de Unidas Podemos “a cambio de conseguir el poder” y no como el PP, que, según estas teorías, protege “su ideología sin someter sus creencias a las exigencias de nadie”.

Feijóo, hace cinco días, también aludió a la diferente proporción de los votos para justificar el bloqueo a Vox en Extremadura pero no así en la Comunidad Valenciana: “El PP de Extremadura obtuvo casi el 39% de los votos y Vox el 8%. El PP es un partido que tiene principios y que no va a mimetizarse con Pedro Sánchez. Los resultados de Valencia son totalmente distintos: Vox no tiene el 8%, tiene el 12%. Y es evidente que ante esa necesidad de número de diputados en Valencia distinta a la de Extremadura se ha optado de manera diferente”. Bendodo habló entonces de matemáticas de Estado y Feijóo se fue hasta El Hormiguero para explicarlo: “Yo no soy Pedro Sánchez. Yo si salgo elegido, no les voy a mentir”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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