La ruptura en Extremadura deja en evidencia al PP por el resto de pactos con Vox
La líder popular extremeña se distancia del acuerdo en la Comunidad Valenciana: “No puedo dejar entrar en mi gobierno a los que niegan la violencia machista”. Y advierte de que “si hay que ir a nuevas elecciones, se va”
La candidata popular extremeña María Guardiola había avisado en la campaña de las elecciones autonómicas en mayo, reafirmó sus líneas rojas sobre no gobernar con la ultraderecha de Vox antes de que se abrieran entonces las urnas y lo lleva repitiendo, suavizando algo las formas, en estos días de presiones y negociaciones discretas. Ese veto de principios a Vox se lo anticipó también al líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo. Este martes lo ejecutó en un escenario institucional con todo el boato, después de ofrecer algunas contraprestaciones menores a Vox que la formación ultra no aceptó. Esa falta de acuerdo posibilitó que el PSOE, ganador en Extremadura de las elecciones sin alcanzar la mayoría absoluta, se hiciera con la presidencia y el control de la Mesa de la Asamblea. Vox exige cogobernar con el PP en esa región. Guardiola entró en erupción contra Vox y confirmó que está dispuesta a ir a una repetición electoral con duros ataques contra ese partido que resonaron en toda España y dejaron en evidencia a otros responsables populares que sí han aceptado las condiciones de la formación de Santiago Abascal: “No puedo dejar entrar en el Gobierno a los que niegan la violencia machista”, sentenció. “Si hay que ir a nuevas elecciones, se va”.
El actual escenario de abrupta ruptura entre el PP y Vox en Extremadura trasciende la política de esa región, pese a abocar allí en estas condiciones a una más que posible repetición electoral antes del 20 de septiembre, cuando se cumplan todos los procesos reglamentarios previos, y examina en el fondo los valores de un partido y de su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, a poco más de 30 días de las elecciones generales del 23-J. Feijóo ha dado manos libres a Guardiola para esos contactos, como lo hizo con otros barones territoriales en situaciones similares, pero que se manejaron con más sutileza o menos firmeza. El asunto parece ahora fuera de control para el PP y ha proporcionado algo más que alivio en esta campaña de generales al PSOE en su momento más delicado.
El PSOE ganó en votos en Extremadura el 28-M, logrando 28 escaños (seis menos que en los comicios anteriores), pero la suma de PP (28) y Vox (5) hacía pensar en una hipotética mayoría absoluta para la derecha con la ultraderecha. La estrategia de la líder regional popular era, sin embargo, otra muy distinta. Guardiola avanzó desde hace semanas que quería formar un Gobierno en solitario y esa fijación propició que Vox llevara al límite las negociaciones. Guardiola y su número dos en el partido, Abel Bautista, se reunieron este lunes por la noche en el parador de Mérida durante 45 minutos con el cabeza de lista de Vox, Ángel Pelayo, número uno de esa formación por Badajoz, Ignacio Hoces, y uno de los pocos miembros del núcleo duro en todos los sentidos de Santiago Abascal en Madrid. No hubo ningún entendimiento.
Guardiola reveló este martes, tras fracasar el intento del PP de impulsar a su candidato a la presidencia de la Asamblea, Abel Bautista, al votar Vox a su aspirante para manifestar su desacuerdo, que la noche anterior habían ofrecido a la formación de Abascal la presidencia de la Cámara (segunda autoridad de la región) y el senador autonómico que le correspondía a los populares para que pudieran reivindicar su “ideologizada agenda política”, pero en Madrid. Vox no entró a ese juego porque quiere tener consejerías en Extremadura.
El vicepresidente de acción política nacional de Vox, Jorge Buxadé, se plantó en Mérida y compareció unos minutos antes de la constitución de la Mesa de la Asamblea para reforzar la presión y conceder transcendencia nacional a sus exigencias. Buxadé repitió lo que lleva diciendo Abascal para Extremadura, y algún que otro territorio, como Murcia, desde hace semanas: no darán sus votos y escaños gratis, no son el coche escoba del PP y quieren que se respete a sus votantes para cambiar de manera radical las políticas que achacan al PSOE. En el nivel nacional, regional y local.
La votación al final no solo deparó la sorpresa de una presidenta de la Asamblea del PSOE, Blanca Martín, que no había preparado ni su discurso, sino el control de ese órgano de arbitraje de los debates parlamentarios para ese partido. Vox no ocupó ningún puesto. El aún presidente autonómico, Guillermo Fernández Vara, que tras el 28-M se había precipitado al anunciar su retirada de la política, le dio un simbólico abrazo de felicitación y alivio a Martín. El PSOE tiene aún alguna esperanza de mantener ese feudo.
La popular Guardiola ni aplaudió ni sonrió en ningún momento de la sesión. Tras la votación acudió a la sala de prensa y se sinceró ante los periodistas. Lo primero que confesó fue la frustración de la negociación in extremis con Vox: “No les ha parecido suficiente. Han antepuesto sus ansias de poder y esa soberbia al cambio. Vox no ha sido capaz de ver más allá de su propio ombligo. A la hora de la verdad solo proponen medidas obsoletas y de aplauso fácil de los suyos”. La líder regional del PP incidió ahí en que las decisiones de Vox no se habían tomado en Extremadura y descalificó a Buxadé como “el capataz del señor feudal”, en alusión a Abascal, que seguía atentamente el debate desde Madrid.
Guardiola emprendió una arremetida tan clara y rotunda contra las ideas más ultras de Vox que dejó indirectamente en muy mal lugar y en evidencia a los dirigentes de su partido que sí las han asumido en otros territorios y a la cúpula nacional que avaló esos otros pactos, especialmente en la Comunidad Valenciana, donde estarán en la mesa del parlamento y con consejerías. Su futuro presidente, Carlos Mazón, se limitó a ensalzar a Guardiola en un acto al que invitó a José María Aznar: “Es la mejor presidenta que puede tener Extremadura, la mejor”.
El mensaje de desconexión con Vox de Guardiola fue tal que parece a estas alturas muy inviable una rectificación, aunque aún hay tiempo para más negociaciones: “Parece que nos obligan a ir a elecciones, y me entristece enormemente porque en política lo que hay es que demostrar altura de miras. Ir a elecciones, iremos a elecciones si hay que ir”. La candidata del PP remachó: “Una cosa es negociar y otra mercadear. Ahora mismo no está en juego el poder, sino la dignidad. No voy a regalar consejerías. Jamás voy a faltar a mi compromiso. Yo no puedo dejar entrar en el Gobierno a los que niegan la violencia machista, deshumanizan a los inmigrantes o tiran a la papelera la bandera LGTBi”.
Ante esa tesitura, la dirección nacional del PP optó por transmitir que avala la posición de Guardiola. Fuentes de la cúpula popular explicaron que la extremeña había mandado así “un mensaje muy claro a Vox: no tragamos con todo” y en una doble dirección: “Por un lado, apuntalamos a un PP de centro y, por otro, subrayamos el hecho de que Vox solo quiere sillones”. En Génova también recalcaron que si al final hay que ir a una repetición electoral se irá sin mayores problemas: “En Extremadura, Vox solo tiene 5 diputados. O como pasa en Murcia, donde estamos a dos de la mayoría. Todo depende de si les necesitamos para gobernar y no hay más remedio. Si quieren elecciones en Extremadura y en Murcia, pues allá vamos”.
La frase y la tesis no es muy diferentes a la que defienden en Vox, donde sin embargo muestran cierto convencimiento sobre que el PP acabará cediendo, asumirá la realidad de que no le dan los números para gobernar la región sin su apoyo y pactará como ya lo ha hecho en la Comunidad Valenciana y en ciudades como Valladolid, Burgos, Toledo o Ciudad Real, entre otras.
Con información de: José Emiliano Barrena, Manuel Viejo, Miguel González y Virginia Martínez.
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