María Guardiola, el fenómeno político que sacudió todas las encuestas en Extremadura
Hace solo un año la candidata del Partido Popular era una completa desconocida | Los 28 diputados obtenidos le permitirán formar gobierno con Vox para desalojar al PSOE de Fernández Vara, que deja la política
Es difícil encontrar un lugar donde el Partido Popular haya conseguido mejores resultados con menos recursos y más elementos en su contra que en Extremadura. Su candidata, María Guardiola, de 44 años, destrozó todas las encuestas al lograr 28 diputados, los mismos que el hasta ahora presidente, Guillermo Fernández Vara, pero podrá contar con Vox, cinco diputados, para alcanzar los 33 escaños de la mayoría absoluta.
Hace un año, el partido de Guardiola saltó en mil pedazos tras su polémica elección como candidata, impulsada desde Madrid en la búsqueda de un rostro nuevo que hiciera frente a la mayoría absoluta de Vara.
En pocos meses, Guardiola comenzó a hacer campaña empezando por algo tan básico como dar a conocer su nombre. Lo hizo pateando plazas y calles y enfrentada a los barones regionales, mientras veía cómo su mentor a nivel nacional, Pablo Casado, se convertía en historia y debía ganarse a Alberto Núñez Feijóo.
Conscientes de su soledad y sin un partido bien engrasado detrás, entre sus oponentes políticos la estrategia se movió entre el ninguneo y el desprecio como programa político. Vara ni siquiera la llamaba por su nombre y se limitaba a decir “esa mujer de la oposición” o “la candidata del otro partido”, para no darle publicidad. A los intentos de ocultarla, ella respondió con humor en redes y en los mítines emitiendo la canción de Rosalía Di mi nombre.
A su derecha, Vox la menospreció durante meses caricaturizándola como una “roja peligrosa” que hablaba de violencia machista, el aborto o las causas LGTBI. Los intentos por ocultar su nombre habían funcionado tan bien que solo tres días antes de la votación, el CIS le otorgaba cuatro diputados menos que al PSOE y, cuando alguien escribía María Guardiola en Google, lo primero que aparecía era la hija del entrenador catalán del Manchester City convertida en modelo e influencer. La noche del domingo, tras lograr 68.000 votos más que en 2019, Guardiola obligó a todos ellos, a Vara, a Vox, al CIS y a Google, a cambiar el discurso.
Nacida en Cáceres, antes de dedicarse a la política Guardiola dobló camisas en Cortefiel y repartió guías telefónicas para pagarse la carrera de Empresariales, donde logró las mejores notas de su promoción. Con fama de buena gestora, hasta su destape nacional del domingo, Guardiola fue secretaria de Hacienda y de Tecnología durante la etapa de José Antonio Monago al frente de la Junta de Extremadura, entre 2011 y 2015. Un año después pasó a la política de Cáceres como concejala de Economía y Desarrollo Tecnológico. Todos ellos encargos grises, con escasa proyección pública a los que respondió sin estridencias y mucha gestión hasta que hace 11 meses dio el salto a la primera línea.
Con un discurso claro y un programa enfocado en llevar el AVE a Extremadura y en la mujer, con propuestas sobre conciliación, guarderías o rebajas fiscales a las autónomas, la candidata popular ha recorrido hasta el pueblo más remoto de la comunidad y ha logrado 68.000 votos más que en las elecciones de 2019. Guardiola ha conseguido convencer al electorado de que el Gobierno de Monago no fue una anomalía en una comunidad tradicionalmente gobernada por el PSOE que había subsanado el error con el regreso de Vara al poder.
Guardiola espera ahora contar con los cinco diputados de Vox, que por primera vez entra en el Parlamento extremeño, y es ahí donde comienza su próxima batalla, consciente de que ella es uno de los personajes más repudiados por la formación de Abascal. La única vez que unas declaraciones suyas se hicieron virales fue el día que, durante una entrevista en TVE, le preguntaron sobre sus diferencias con la ultraderecha. Guardiola solo tardó 40 segundos en enumerar cuatro puntos. El primero, la violencia machista: “Las cosas se llaman por su nombre y existe aquí y desgraciadamente en otros lugares de España. Es una lacra con la que tenemos que luchar”, dijo. El segundo, el colectivo LGTBIQ: “Mi Gobierno será un Gobierno respetuoso que no cuestiona a quién se ama y cómo se ama”. El tercero, el aborto: “En los derechos conseguidos por las mujeres no se va a retroceder ni un milímetro. La política no está para irrumpir en la vida de las mujeres, sino para lo contrario, acompañarlas y protegerlas”, y por último, añadió, la inmigración: “No podemos criminalizar a la inmigración en un país y en una región que no seríamos lo que somos si no fuera por ella”. En menos de un minuto, Guardiola definió las líneas rojas que la separan del que podría ser su socio de gobierno. Aquella declaración fue rápidamente aprovechada por Iván Espinosa de los Monteros, que ironizó con sus palabras en un tuit: “Prueba de agudeza política: ¿de qué partido es esta candidata a presidir la Junta de Extremadura?”, escribió el diputado ultraderechista.
El objetivo de Guardiola es que Vox no entre en el Ejecutivo, y para ello ha pedido al PSOE que se abstenga “con altura de miras, generosidad y madurez política”, para permitir que gobierne una mujer en Extremadura. Abstenerse, sin embargo, no entra en los cálculos del PSOE después de ganar las elecciones por 6.000 votos, por más que sean insuficientes para gobernar, y menos aún tras el retiro de Vara, que asumió todas las culpas de los pobres resultados: “Es mi culpa y mi responsabilidad”, dijo, antes de retirarse de la vida política, según anunció el lunes el diario HOY. Por su parte, Vox dijo estar dispuesto a facilitar una alternativa en las seis comunidades donde será clave, aunque Santiago Abascal se refirió directamente a Extremadura el lunes. “La señora del PP de Extremadura (en referencia a María Guardiola) dice que cuenta con el apoyo incondicional de Vox, pero en realidad tiene que hablar con la dirección nacional de su partido porque Feijóo ha dicho durante semanas que no gobernaría donde no fuesen la lista más votada”. Guardiola encara su penúltima batalla, y aunque la ultraderecha insista en no citar su nombre desde el domingo por la noche, la primera que sale al teclearlo en Google es ella.
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