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Las izquierdas enfundan por primera vez los cuchillos en una campaña andaluza

Dirigentes socialistas y de las coaliciones de izquierdas afirman que la “lógica electoral” frente a la derecha hace que fluya un entendimiento “natural”

Lourdes Lucio
Los líderes andaluces se disponen a colocarse en sus atriles antes del primer debate electoral en RTVE, este lunes.
Los líderes andaluces se disponen a colocarse en sus atriles antes del primer debate electoral en RTVE, este lunes.alejandro ruesga (EL PAÍS)

En esta campaña desteñida, en la que apenas se ven carteles electorales, hay otra ausencia que llama la atención: el bloque de izquierdas no se pelea. Estas son las duodécimas elecciones al Parlamento de Andalucía y en las 11 anteriores, los cuchillos siempre han sobrevolado entre PSOE e Izquierda Unida y, cuando llegó en 2015, también con Podemos.

Los socialistas andaluces están en la oposición y en dudoso estado de forma; las encuestas dan una suma de PP y Vox de hasta 66 escaños de un total de 109; y en Madrid, el Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos hace de pegamento al menos para no errar en la crítica. Todo eso ha hecho posible que por primera vez en 40 años, desde el centroizquierda a la extrema izquierda haya una convivencia electoral correcta. Al menos, por ahora.

Había preocupación en el PSOE y Por Andalucía, la coalición de seis formaciones integrada entre otras por IU, Podemos y Más País, de que la líder de Anticapitalistas y de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, marcara terreno, aunque fue la primera en reclamar un “pacto de no agresión”. De sobra es conocida su profunda desconfianza no solo ya con el PSOE de Andalucía, sino con su antigua formación, de la que salió escopetada porque así lo quiso ella y porque al otro lado, en IU y Podemos, pusieron mucho interés de ponerle las maletas en la puerta con una identificación de tránsfuga escrita en grandes caracteres. El recurso de Por Andalucía contra su presencia en los debates televisivos barruntó lo peor, pero la Junta Electoral de Andalucía impuso el criterio informativo sobre el alegato jurídico. Rodríguez fue muy clara en el debate electoral: pidió el voto para su formación, pero dejó dicho que “no hay que dejar de coger el autobús que te deje más cerca”, en referencia tácita a otras opciones de izquierda.

Antonio Maíllo fue coordinador de IU y número dos (teóricamente) de Rodríguez en la campaña de 2018. ¿Qué decían entonces? “Hay que acabar con el susanismo, una especie que vive del socialismo, no por el socialismo”. Al cuello. Susana Díaz ya no está, ni siquiera en campaña. “Ahora hay una lógica electoral, en la que el enemigo es el que gobierna, el PP. El hecho de que el PSOE esté en estos momentos en la oposición es más fácil de asumir para formar gobierno en el caso de las cuentas den”, asegura. Rodríguez ha dicho y repite de todas las formas posibles que “ni muerta” compartiría mesa de Consejo de Gobierno con los socialistas, pero en su ADN está el no permitir “ni por acción ni omisión” dejar pasar a las derechas.

“Hay una coincidencia de diagnóstico en lo básico: frenar a la extrema derecha y a la derecha porque puede ser letal en Andalucía. No hay nada acordado, es una cuestión de responsabilidad”, asegura la vicesecretaria general del PSOE andaluz y número uno por Jaén, Ángeles Férriz. Si los candidatos de PP, Juan Manuel Moreno, y Ciudadanos, Juan Marín, pactaron ir a una en el primer debate electoral en RTVE, también se vio a Juan Espadas (PSOE), Inma Nieto (Por Andalucía) y Teresa Rodríguez apuntar en la misma dirección: la crítica a la gestión del Gobierno de coalición. “Hay entendimiento, pero no un acuerdo”, insiste Férriz.

Una coyuntura diferente

Cuando el PSOE perdió la Junta de Andalucía en 2018, los socialistas viraron en sus relaciones con los partidos a su izquierda, a los que no hasta mucho llamaban despectivamente como “los comunistas”. El anterior portavoz con Susana Díaz, José Fiscal, comenzó a tejer relaciones a su izquierda, especialmente con la hoy candidata Inma Nieto en cuestiones parlamentarias en las que coincidían. Y en las que no, se evitaba el tradicional cruce de reproches. Espadas y Férriz, también portavoz parlamentaria, han ampliado esa relación, aunque más con el coordinador de IU, Toni Valero y con Nieto, que con la dirección regional de Podemos.

El secretario general del Partido Comunista de Andalucía, Ernesto Alba, también niega la existencia de un pacto formal para no pelearse. “La coyuntura y el contexto son diferentes y se da una especie de alianza soterrada”, afirma. Los dirigentes de IU eso lo ven nítidamente en los pueblos donde gobiernan, en los que en las elecciones municipales la batalla entre socialistas e IU se pelea calle a calle. “La gente de izquierdas está viendo lo que hay enfrente y la relación fluye de manera natural”, asegura.

En la nueva coalición de Por Andalucía están contentos con el candidato socialista. Creen que le deja mucho espacio a su izquierda porque consideran que el perfil de Espadas compite con el del presidente andaluz y candidato del PP a la reelección, Juan Manuel Moreno, además de dirigirse al votante del centro. “Eso no nos viene mal, porque el izquierdoso no va a votarlo”, opina un dirigente. Nunca el voto a la izquierda del PSOE en unas autonómicas ha sido menor: medio millón en la media de las 11 elecciones celebradas hasta ahora, aunque en porcentaje ha oscilado entre el 7% al 19,1%. Por Andalucía ha congelado sus diferencias, después del caótico y confuso nacimiento de la marca. En IU y Más País están claramente a favor del proyecto que impulsa la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que debutará este sábado en la campaña andaluza. El miércoles lo hizo el líder de Más País, Íñigo Errejón, junto con Valero. Se le preguntó si se fiaba de sus ex colegas de Podemos: “Me fio de Por Andalucía”, contestó secamente, al tiempo que dejó claro que las andaluzas “no son un trampolín para otras cosas”.

Más que confianza, lo que existe en esta confluencia es un conjunto de intereses compartidos, aunque se desconoce hasta cuándo.

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