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Las dos caras de los colegios de la ‘zona cero’: duelo en Massanassa y solidaridad en Alaquàs

El colegio Cremona, que en el pasado luchó por dejar los barracones, da ahora la bienvenida de una escuela de Aldaia que quedó maltrecha. Los padres del Lluís Vives de Massanassa, donde falleció un operario, confían en contar con un nuevo centro

Los niños del Cremona recibieron con globos a los alumnos del Platero y Yo, en una imagen cedida por el Ayuntamiento de Alaquàs.
Los niños del Cremona recibieron con globos a los alumnos del Platero y Yo, en una imagen cedida por el Ayuntamiento de Alaquàs.
Ferran Bono

Entre los más de 4.100 alumnos de 11 centros educativos de los municipios afectados por la dana del 29 de octubre en la provincia de Valencia que retomaron este lunes las clases, hay múltiples historias de adaptación y desconfianza, de drama e incluso alegría. Alba, de siete años, “solo tuvo la vivencia de huir del agua”, que se llevó por delante la vida de 221 personas. Lo cuenta su madre, Esther Juárez, vecina de Massanassa: “Tuvimos que salir corriendo. La inundación nos pilló en la calle. Paramos a un autobús de la EMT, que nos rescató y nos llevó a Valencia. El conductor no sabía lo que estaba pasando, dio media vuelta y nos sacó por la pista de Silla. El agua empezaba a entrar por Sedaví”.

Alba iba al Lluís Vives de Massanassa, un colegio que ha quedado impracticable por la inundación y que ha añadido más consternación a la tragedia de la catástrofe. Un operario de Tragsa murió el pasado domingo por el derrumbe de una estructura del centro (otro resultó herido), lo que cubrió con un manto de condolencia el primer día de colegio para muchos niños en un mes. “Es un colegio con 50 años, que tenía un montón de deficiencias, a pesar de los esfuerzos de la dirección. En verano no podíamos poner ventiladores con el calor que hace aquí porque saltaba la luz. Había una reforma prevista en el Plan Edificant, pero unos por otros, nunca se hizo. Nos han dicho que se construirá un cole nuevo, y se habilitará un solar para poner barracones durante unos dos años”, comenta Esther, en compañía de Álex Carabal, padre y miembro de la junta del Ampa, frente al desolado aspecto del centro precintado.

Desde este lunes, los hijos de ambos forman parte del colectivo de 468 que ahora va a la antigua Escuela de Magisterio en Valencia, según el plan global trazado por la Consejería de Educación para hacer frente a los destrozos de la dana. “Toda la comunidad educativa del colegio se ha volcado y nos ha informado perfectamente del cambio y estamos más tranquilos”, apunta Carabel. A su lado, un padre se pregunta cómo irá a recoger a su hijo a Valencia si se pone enfermo con su coche sepultado en el fango y con la saturación del servicio de autobuses que conecta con la ciudad y que, además, parece tener fecha de caducidad, al menos los buses lanzadera de Renfe.

El colegio Lluís Vives, el pasado domingo, tras el derrumbe.
El colegio Lluís Vives, el pasado domingo, tras el derrumbe.Massimiliano Minocri

Dos madres pasan junto con sus hijos de corta edad. “Los más nanos [pequeños] están viviendo todo esto como una película; los mayores son más conscientes y la inundación pasó a una hora en que estaban todos despiertos”, apunta Iris. “Lo llevan bien, pero notan cosas y hablan de cuando el barro llegó a Massanassa”, comenta Beatriz. Ya hay cuentos escritos e ilustrados en estas semanas que explican la dana de Valencia a los más pequeños y que se intercambian por las redes sociales, agregan. Iris pone de ejemplo La dana desde mis ojos, de Carolina Górriz.

Nada es normal, pero se intenta buscar la normalidad, incluso crear espacios de buen rollo y solidaridad cuando la situación es tan anormal. El colegio de Ciutat de Cremona, de Alaquàs, por ejemplo, recibió a los alumnos de la muy maltrecha escuela Platero y Yo, de la población vecina de Aldaia, con una fiesta de bienvenida. Globos, música, payasos arroparon la llegada en autobuses en dos turnos de los nuevos compañeros a un centro con un largo historial de lucha para convertir los barracones en los que estudió toda una generación en un colegio como toca. Las nuevas instalaciones se inauguraron en 2021 en una zona alta del pueblo, donde no llegó apenas el agua. “Hemos padecido mucho durante 14 años. Y ahora lo que queremos es que los alumnos del Platero y yo se encuentren como en casa”, indica Susana García, directora del Cremona, que cuenta con 215 alumnos y 22 maestros.

“Estamos superagradecidos con la recepción que nos han dado tanto el equipo directivo, como el claustro, todos. Ha sido de categoría. Somos vecinos y nos llevamos muy bien”, apunta Maribel López, directora del colegio de Aldaia, que tiene 457 alumnos y 40 maestros para impartir clases de Infantil y Primaria. No es fácil compaginar tres turnos de comedor; hay que ampliar las cámaras frigoríficas, el espacio del almacenaje, adaptar la cocina y el comedor. El ser un colegio nuevo, que imparte una línea, pero tiene capacidad para dos más, y el contar con un amplio patio facilitan la convivencia que será larga. Se desconoce por el momento cuándo el colegio que rinde homenaje a la obra del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez estará en condiciones.

Alumnos junto con el equipo directivo de Ciudad de Cremona y Platero y yo y los alcaldes de Alaquàs, Toni Saura, y de Aldaia, Guillermo Luján, este lunes en el primer colegio, en una imagen cedida por el Ayuntamiento.
Alumnos junto con el equipo directivo de Ciudad de Cremona y Platero y yo y los alcaldes de Alaquàs, Toni Saura, y de Aldaia, Guillermo Luján, este lunes en el primer colegio, en una imagen cedida por el Ayuntamiento.

“El Cremona tiene una larga trayectoria en defensa de la escuela pública, está muy acostumbrado a movilizarse. Toda la comunidad educativa ha trabajado mucho para ofrecer la mejor adaptación a los niños que han padecido un mes sin clase, una ruptura de su rutina, sin apenas salir de casa, que afecta a la normalización de sus vidas”, afirma Toni Saura, alcalde de Alaquàs. Un tercio del municipio quedó inundado por la dana, la parte más cercana a Aldaia, donde la devastación fue mucho mayor. El alcalde de esta localidad, el también socialista Guillermo Luján, incide en “el simbolismo” de que el Cremona, con su pasado, acoja a un colegio “arrasado” y aporte “luz y una inmensa alegría”. Dos pueblos con buen rollo pasan de las palabras a los hechos, gracias también al profesorado, a los inspectores, a toda la comunidad”, afirma.

En Algemesí, otro de los municipios afectados, los 162 alumnos del CEIP Carme Miquel se han reubicado en el CEIP Ribalta del mismo municipio, también con servicio de autobús, como en Aldaia, indica la Consejería en un comunicado. Además, reiniciaron las clases los 337 alumnos del CEIP La Fila de Alfafar y el alumnado del IES Massanassa, compuesto por 508 estudiantes. También volvieron a las aulas de su centro educativo los 699 alumnos del IES Enric Valor, los 391 del CEIP Ausiàs March y los 409 del CEIP Baladre, los tres centros pertenecientes al municipio de Picanya. Por último, en Sedaví comenzaron las clases los 342 alumnos del CEIP San Clemente, 166 del CEIP Fernando Baixauli Chornet y los 179 del CEIP Vicente Pla Paredes.

La dificultosa reapertura de estos 11 centros forman parte del segundo bloque de reescolarización, tras la puesta en marcha de 47 el 11 de noviembre. Pero quedan aún numerosos centros inutilizados o con problemas diversos para volver a abrir sus puertas, sobre todo en las poblaciones de Paiporta, Catarroja y Benetússer. El proceso está siendo muy dificultoso y son muchas las críticas a la gestión. El siniestro en Massanassa ha disparado las alarmas y las dudas sobre el estado de las instalaciones, exigiendo a la Consejería de Educación mayor seguridad y control. El Ayuntamiento de Benetússer, por ejemplo, ha exigido a la Consejería un certificado que garantice la seguridad y estabilidad de las instalaciones y decidió el pasado domingo no reanudar las clases en los centros de Infantil y Primaria Blasco Ibáñez, Vicent Ricart y Cristóbal Colón, así como a la del instituto María Carbonell, según informa Las Provincias.

CC OO denunció ayer que la Consejería “presiona a las direcciones” de los centros educativos afectados por la dana “para abrir ya y bajo su responsabilidad”, por lo que ha remarcado que “no pueden abrir sin los preceptivos informes y certificaciones del personal técnico de los ayuntamientos y de Educación en cuanto a seguridad estructural de los edificios, salubridad y desinfección”. Según explicó en un comunicado, el sindicato recibió “comunicaciones de los equipos directivos de centros educativos afectados gravemente por los efectos devastadores de la DANA, expresando su temor por que desde Consejería de Educación se les insta a abrir el centro, si así lo estiman y bajo sus responsabilidades”.

UGT, por su parte, denunció las condiciones “inseguras” que presenta el Instituto de Educación Secundaria IES 25 d’Abril de Alfafar, que no ha abierto finalmente, y reclamó a la Consejería “medidas claras” que garanticen la seguridad del personal y el alumnado del centro antes de reiniciar las clases. El sindicato informó de que ha tenido conocimiento de que desde la Consejería y la directiva de la IES 25 d’Abril de Alfafar, “teóricamente siguiendo órdenes de Conselleria, se ha pretendido hacer volver en el interior del centro educativo al profesorado sin haber garantizado la seguridad y la integridad estructural del centro”. Señala asimismo que esta medida se habría establecido tras la visita de una inspección “que solo con una revisión ocular del estado del centro pretendía hacer volver al profesorado, sin haber emitido ningún informe oficial por escrito en que se certificara el estado real del centro, que sufrió en algunas de sus zonas fuertes daños por las inundaciones de la dana del 29 de octubre”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.
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