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Adiós a Discos Ritmo, la tienda de Castellón que cambió lámparas por vinilos y nutrió a discotecas

Castellón pierde su última tienda de música especializada con el cierre del emblemático local de la calle O’Donnell tras 45 años de trayectoria

Vicente Boix y Ana José Serrano, propietarios de Discos Ritmo, ante su establecimiento en Castellón.
Vicente Boix y Ana José Serrano, propietarios de Discos Ritmo, ante su establecimiento en Castellón.CARME RIPOLLES

Discos Ritmo abrió el 29 de agosto de 1978. “Era electricista y cogí el local para una tienda de lámparas, pero como estudiaba música, incluí una sección de radios, tocadiscos y vinilos que funcionó y me olvidé de lo otro”, explica, riendo, Vicente Boix, propietario junto a su pareja, Ana José Serrano. Así nació la que durante 45 años ha sido tienda referente en la historia musical de Castellón y provincia. La última de la docena que tuvo la capital en los 80 y 90, porque desde el 9 de enero es, también, historia.

Una jubilación sin relevo, alentado por la falta de expectativas para el soporte físico por las plataformas digitales, ha propiciado que el mítico local de la calle O’Donnell baje la persiana. “Castellón pierde un eslabón esencial”, comentan los clientes que, aun con el cierre echado, siguen despidiéndose de Ana José y Vicente, inmersos en vaciar este espacio de culto, que llegó a exponer 25.000 referencias sólo en CD. Y dice adiós a ese “público fiel hasta el final” con un escaparate museo que recorre sus 45 años de vida y luce por última vez para este reportaje.

La vitrina histórica de Discos Ritmo reúne la primera máquina de escribir “para hacer facturas” y un disco de platino por sus ventas. También el primer logo que diseñó Boix: un disco entre dos manos “en señal de fortaleza” y que con la caída del vinilo “simplificamos”; y hasta una carta a mano de Julio Iglesias agradeciendo las ventas de Tango o la visita de Victoria Abril por el disco de La Barraca, y a la que se unen otras como la de Tino Casal, Aute o El Norte. “Antes los artistas promocionaban sus discos en las emisoras y luego firmaban en tienda”, explica.

Ejemplares de Billboard se unen al escaparate-museo. De esta revista, junto a Metal Hammer y Hard Rock, o Ritmo, de clásica, Vicente, Ana José y los nueve empleados, especializados, que llegaron a sumar con la segunda tienda abierta en la ciudad de 1998 a 2007, captaban novedades. La música de importación bullía: funky, R&B, rap, salsa y country, “que en esa época, quitando a Kenny Rogers, era desconocido”, apostilla Boix. “Cada dos semanas recibíamos vanguardia de Estados Unidos”, indica. “Han generado muchísima satisfacción musical a gente como yo”, sostiene MC Alberto, cliente y autor de Orígens del grafiti, presente en este tributo y donde destaca el papel de Discos Ritmo en el aterrizaje local del hip hop.

Discos Ritmo atesora los platos en los que dj’s de discotecas como Zeus, Ibiza, Botánico y Oxo en Castellón, Pirámide en Cabanes, K’sim en Benicàssim, Osiris (Onda), Tula (Vila-real) o Pastor en Morella, “venían a probar novedades”. Era la época de auge de la tienda, a la que pertenecen también los viajes que organizaba a conciertos. De U2 a The Rolling Stones, ACDC, Depeche Mode, Bruce Springsteen, Madonna o Backstreet Boys. “Hemos visto todo lo bueno, pero con el fin de la venta de entradas en terminal se hizo inviable”, explica Ana José.

El viento de cara dura hasta inicios de los 2000. “Todo iba a más. Recuerdo las parejas que venían a escuchar, descubrir y hacerse la colección en casa”, apostilla Vicente.

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Arañazo de internet y despedida

Casetes y VHS “que hemos abierto para que la gente joven sepa lo que es”, se ríe Boix, junto a vinilos, DVD, CD, laser disc y pictures, como una edición limitada de Elvis, Smell like teen spirit de Nirvana o Bad de Michael Jackson, reflejan la “buena adaptación” del negocio a cada soporte. “La tienda era de vinilos y casetes y acabó dominando el CD”, indican. Vicente diseñó los idiosincráticos expositores de madera para distribuir por género y orden alfabético. Jazz, reggae, clásica, heavy, ska, pop rock, salsa, new age, celta, country, bandas sonoras… Expositores hoy vacíos, con Pink y su Missundaztood o el Wake up the nation de Paul Weller entre los últimos en abandonar.

En 2000 “internet araña; en 2003 se come un 10% del mercado, luego un 20%, hasta que en 2007 se nota demasiado la influencia de las plataformas”. Cerró la segunda tienda y se intentó salvar el bache sumando artículos de regalo: paraguas, mochilas y carpetas de Star Wars aún presentes. Pero la desaparición de los reproductores de CD en coches y ordenadores fue la puntilla. El retorno del vinilo no ha sido suficiente. “La jubilación estaba ahí”, inciden Vicente y Ana José mientras embalan otra caja. El stock se venderá online. “Hemos vivido la época más bonita de la música y estamos en muchas casas. Marcamos una época. Somos los últimos”.

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